Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Iván Roldán:
8
Acción. Drama Basada en la experiencia vivida por el joven británico Billy Moore, que sobrevivió a una dura experiencia en una cárcel en Tailandia convirtiéndose dentro en boxeador en la versión de artes marciales Muay Thai -boxeo tailandés-. (FILMAFFINITY)
13 de diciembre de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Habrá que hacer algún día un análisis sobre la filmografía de Jean-Stéphane Sauvaire, y su necesidad de imbuirse en violencia, no es de extrañarse el título del proyecto en el que actualmente trabaja “Adicto a la violencia”. violencia como causa y resultado de exclusión reflejada en el daño a la condición humana, violencia gráfica, violencia cruda y violencia poética. En el 2000 con su cortometraje “La mula” acerca del contrabando de drogas, “Carlitos Medellin” en el 2004, un documental sobre un niño inmerso en la guerrilla colombiana, “¡Mátalo!” cortometraje del 2005 grabado en las calles de la ciudad de México, “Johnny Mad Dog” en el 2008, un drama bélico protagonizado por un grupo de chicos entre los 13 y 15 años que armados van por su ciudad en África asesinando, saqueando y violando mujeres, “Punk” en el 2012, y finalmente A Prayer Before Dawn.

Estrenada en el Festival de Cannes en su función de media noche, A Prayer Before Dawn se enfoca en mostrar la vida de Billy ya dentro de una de las prisiones más brutales del mundo, la Prisión Central de Bang Kwang, en Tailandia (comparada con la prisión de Diyarbakir en Turquía, El Campo de concentración de Hoeryong en Corea del Norte o la prisión de Petak en Rusia). Dejando pasar por alto la historia de un joven Billy golpeado por su padre, delincuente y adicto, prisionero previamente en 22 cárceles del Reino Unido, y la razón por la cual se encontraba en Tailandia; pero, curiosamente, no hace falta todo ello para familiarizarnos con él desde el momento en que salta al ring bajo los efectos de la heroína y, al poco rato, es encarcelado. Es precisamente el enfoque al que Sauvaire acude, de angustia y confusión. No se detiene para explicarnos nada, construye su personaje sobre la marcha. Logrando mantener al espectador aturdido y desorientado, de la mano de Billy en un país que le mira como extranjero (y lo que conlleva) y con un idioma que no entiende (omitiendo el uso de subtítulos en la mayoría de los diálogos tailandeses), dejando a este violento hombre solo en medio de un lugar aún más violento, en donde los presos duermen hacinados entre cadáveres, y la corrupción y extorsión son cosa del día, así mismo la posibilidad en que un simple viaje al mingitorio culmine en una violación grupal. ¿El alivio para la autodestructiva vida y mente de Billy? Los brazos y labios de un transexual y la disciplina del Muay Thai y el boxeo.

A destacar la fotografía de David Ungaro y el diseño de producción a cargo de Lek Chaiyan. Contrastando fuertemente las instalaciones (su miseria y soledad) y destacando el cuerpo pálido de Billy sobre el resto, hombres morenos tatuados, como el protagonista de un tapiz colectivo. Las escenas de combate son un plus, esa retahíla de miembros sudorosos y golpeados, de rostros casi orgásmicamente contorsionados por el dolor. Otro aspecto a considerar es la actuación, en donde por obvias razones, la mayoría no son actores, así mismo, tenemos un buen trabajo de Joe Cole (a quien recordarás como John Shelby en Peaky Blinders ¡me encanta esa serie!) y el cameo del verdadero Billy Moore. Si he de cuestionar algo es la duración de la película, llega a parecer agotadora en algún punto. También… la falta de sordidez, de brutalidad, no es tan extrema la visión de la prisión… y habría sido interesante desarrollar más a cualquier de los personajes secundarios... (aunque tal vez ello lo haría lucir más un drama televisivo...)

Más reseñas en:
http://teatro-vandrian.blogspot.com
Iván Roldán
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow