Haz click aquí para copiar la URL
España España · Bilbao
Voto de Farinhas:
4
Thriller En octubre de 1983, desaparecen en Bayona los miembros de ETA Lasa y Zabala. Doce años después, sus cuerpos, torturados y enterrados en cal viva por los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación), son identificados. Comienza entonces un proceso en el que el abogado de las dos familias (Unax Ugalde) y su ayudante intentarán que se haga justicia y que los asesinos se sienten en el banquillo de los acusados. (FILMAFFINITY)
24 de octubre de 2014
40 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una absoluta decepción. Aunque, si he de ser sincero, ya me lo esperaba. Realmente, el tema daba para mucho y por muchos motivos, pero los derroteros del film son del todo erróneos.

Es de las primeras veces (si no la primera vez) que se aborda en una película, de manera directa, el terrorismo del Estado Español, la “Guerra Sucia”, y se desaprovecha esta maravillosa oportunidad que podría haber servido de precedente para denunciar otras atrocidades. Se ha hecho con miedo, siendo la corrección política la que dictaba, y acotaba, las normas, tanto formales-estéticas como de fondo.

A diferencia de otras “democracias”, como la inglesa, norteamericana o irlandesa, por citar alguna, la Española ha sido, hasta la fecha, incapaz de afrontar fílmicamente sus propios fantasmas y barbaridades. Se ha tendido a reprimir-demonizar, más que a ocultar, todo conato de denuncia al respecto, amparándose en que “el otro” es tan malo que lo que “hacemos (el Estado en este caso)” no ha de ser cuestionado, para no purgar a ese “otro”.

Me vienen a la memoria numerosos títulos, sobre todo en la órbita del conflicto norirlandés, como “En el nombre del Padre”, “En el nombre del Hijo”, “Bloody Sunday” y la reciente “Hunger”, donde se señala con el dedo, con mayor o menor calidad cinematográfica, la barbarie cometida por el Reino Unido en nombre de una falsa democracia que, sin embargo, es asesina y terrorista. La realidad es que no hay que irse tan lejos para observar que el monopolio de la fuerza que detenta todo Estado esconde terrorismos sufragados con dinero público diluido en cal viva, como es el caso del Estado Español.

Partiendo de este punto, al menos, me alegra que se aborde un tema tan importante y olvidado a partes iguales como el del secuestro, tortura y asesinato de los dos jóvenes Lasa y Zabala. Sin embargo, la oportunidad, y el significativo paso adelante que se daba, ha sido sistemáticamente desaprovechada por los creadores del film.

El mensaje habría de ser claro, “da igual qué sean o en qué militen Lasa y Zabala, pues se les torturó y asesinó con dinero público, por el Gobierno del Estado Español, saltándose los mínimos exigidos en cualquier país con ínfulas democráticas”. Esto es lo único que parece subyacer en la película y, al menos, queda claro. Es lo única parte positiva, junto con la necesaria visión “del otro” en este conflicto que se vive en mi tierra.

Sin embargo, las formas para lograr el anterior mensaje son del todo desafortunadas. El Departamento de Arte es lamentable, con un vestuario digno de Zara y H&M, sin ningún ápice o pátina de los años 80, los actores desafortunados salvo alguna excepción, la historia sin pulso, la parte judicial es simplemente irreal y escandalosa (al menos a los ojos de un humilde Letrado como yo). No hay rastro de Costa-Gavras (“Z.”, “Estado de sitio”) o Gillo Pontecorvo (“La batalla de Argel”, “Operación Ogro”), dos genios del cine político, cuyo pulso narrativo roza el documental y, a la vez, entretiene y explica.

En “Lasa y Zabala” hay explicaciones absurdas, que no aportan nada, subtramas melodramáticas; el guión, desde el punto de vista técnico-jurídico es sencillamente impresentable, a pesar de que presumen de que se ampara en el Sumario del caso; las partes “ficcionadas (en palabra del director)” son sencillamente disparatadas, no hay tensión, no hay interés en lo que me cuentan, a pesar de que he crecido en calles llenas de pintadas clamando justicia para “Lasa y Zabala”. No me parece una película seria para el respeto que se merecen los acontecimientos.

Espero que, al menos, como último consuelo, esta película abra la mente del espectador (trasunto de la sociedad del Estado español) para asumir, al menos en la gran pantalla, las acciones execrables de su Estado, para poder avanzar hacia un mundo más justo y más informado, donde “el otro” tenga la cabida que ahora se le niega, porque, a diferencia de lo declarado por Felipe González, el Estado de Derecho JAMÁS se puede defender desde las “alcantarillas”.
Farinhas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow