Si normalmente el protagonista es un reflejo del publico deseado (objetivo), entonces el juego de Ender es una película para adolescentes o incluso púberes, similar a los juegos del hambre (no será casualidad su cercanía en las fechas de estreno). Si es una película prácticamente para niños ¿por qué la inmensa mayoría de los espectadores que me rodean, y yo mismo, somos adultos?, pocos menores de 25 años.

Con ese panorama es un poco difícil no salir decepcionado de una película que disfrutará sin fisuras alguien de trece años. Es cierto que el niño está desarrollando su gusto pero los adultos podemos criticar la película para que el niño, incluido el que llevamos dentro, disfrute al máximo de la experiencia en la sala de cine, con la esperanza de resarcirnos o que por puro karma mejore las siguientes producciones.

Lo peor de la película, a mi modo de ver, más allá del simplismo de los arquetipos, las pobres interpretaciones y los estereotipados acontecimientos que pueblan el juego de Ender como un ejército de fantasmas, es la triste parodia que resulta si sumas la “Chaqueta metálica” a “En busca de Bobby Fisher”.