Varios amigos varones están en una reunión mientras hablan de sí mismos:

- A mí me gusta hacerlo con los muertos. Nunca se quejan y siempre puedes hacerlo como quieras, puedes emplearte duro o ser sentimental con ellos y después puedes echarles el humo del cigarrillo a la cara.

Todos los amigos comentaron entre ellos si era suficiente para estar en la reunión.

- A mí lo mismo me da que me da lo mismo. Hombres, mujeres, hombres que fueron mujeres, mujeres que fueron hombres, interracial con un miembro considerado. Solo tengo una condición: siempre debo ser yo el que recibo.

Los amigos se rieron ante este comentario.

- A mí lo que me gusta es montármelo con animales. Gatos, perros, comadrejas y periquitos aunque estos últimos no los confundáis con aficionados del Espanyol.

Los amigos esta vez aplaudieron la hazaña.

- A mí me gustan los menores de edad. Despojarles de su inocencia y sentir el odio y a la vez la cobardía en ellos.

Esta vez a muchos se les caían las lágrimas ante el comentario.

- A mí me gusta follar con mi mujer.

Todos enmudecieron. Se miraron entre ellos. No sabían que decir, que replicar, que hacer. El silencio cada vez era más insoportable. Habían encontrado al ganador. El quinto hombre esbozó una sonrisa ante su tremenda superioridad y salió de allí sabiendo que había dejado el listón tan alto que nadie jamás lo podría superar.