Que el cine épico está de capa caída es algo obvio desde la segunda mitad de 2004, cuando se constató que El rey Arturo era un fracaso de taquilla (al menos en EEUU, que desgraciadamente es el único mercado que parece importar a la industria). Por éso, desde entonces, aunque se sigue intentando revitalizar el género, se hace mal, con argumentos y personajes más planos para así ponérselo más fácil al espectador medio estadounidense, que ya sabmeos que lo de pensar no le va mucho cuando se enfrenta a una superproducción. La última legión es el último ejemplo de ésto.
Pese a que no es tan mala como me habían dicho, sí me resulta sorprendente que no se avergüence de su simplicidad y su poca elaboración de historia y personajes. Los acontecimientos se suceden ante nuestros ojos sin que provoquen ningún sentimiento. No hay emoción, no hay intriga, no hay nada, salvo algunas ideas interesantes que después son resueltas demasiado rápido. Y ese innegable tufillo a "Gran relato" de sobremesa no ayuda precisamente a darle entidad de gran película.
Pero se agradecen varias cosas: en primer lugar, que no se pierda el tiempo (de hecho, se pierde tan poco que la cosa dura menos de hora y media; si hubiese sido más larga, habría sido mejor), en segundo, que entretenga; en tercer, que la historia de amor sea un poco menos convencional de lo normal; y en último lugar, que presenta a un grupo de intérpretes más que solventes. Ben Kingsley es la estrella absoluta de la función, mientras que Colin Firth, un buen actor, demuestra no tener carisma suficiente para interpretar un papel de estas características (como sí la tiene Clive Owen, Russell Crowe y Gerard Butler). Aishwarya Rai no está mal, pero no pega ni con cola en su papel.
En fin, que todo es tan correcto y tan intrascendente que es imposible sentirse ofendido, pero no pasa de ser una sombra de lo que pudo ser y no fue.

Lo mejor: Entretiene y tiene algunas imágenes arrebatadoras (las referencias visuales a Gladiator, Alejandro Magno y El señor de los anillos son constantes).
Lo peor: Pues éso, que tiene poca chicha.