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Voto de Chris Jiménez:
6
Comedia En un pueblo de Levante Español, vive Justo, el cura. Es muy querido por todos los vecinos por su forma de ayudar a los demás. Agapito, el alcalde comunista, tiene una hija, que al quedar embarazada de su novio, el hijo de Santiago, el médico del pueblo, que es de Alianza Popular y pensando que su padre puede matarle, dice que el hijo que espera es del cura. Justo se ve mezclado en todo este follón, que Matilde, la chica embarazada, le ... [+]
10 de mayo de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sólo en la ciudad se arman grandes líos, en las provincias, que poco ritmo y jolgorio, y ninguno, se puede comparar al de las grandes capitales, se arma de vez en cuando algún belén, y los perjudicados suelen ser los más inocentes y desgraciados. Incluso los curas pueden verse mezclados...

A lo mejor para algunos cineastas el año 1.982 les significó una espina clavada o un momento de sus vidas en el cual se veían muy ociosos, sin embargo este no era el caso del sr. Mariano Ozores, que con 56 años todavía mantenía un ritmo envidiable de filmación (ya quisieran muchos...), estrenando la friolera de seis películas durante aquel lapso de tiempo de doce meses, algunas de ellas muy bien recibidas por el público, sobre todo las protagonizadas por sus musos Andrés Pajares y Fernando Esteso, que tanto le habían llenado los bolsillos (y a todo Ízaro Films).
Buen ejemplo de esto fue la genial "Todos al Suelo", de las más divertidas de la enealogía de la pareja cómica; tras lograr el éxito en taquilla de nuevo gracias a la parodia histórica junto a Pajares con "Cristobal Colón, de oficio Descubridor" (la cual, por mi parte, considero una de las peores), el director se uniría a Esteso y se marcharía con él a rodar al soleado y precioso municipio valenciano de Peñíscola, pues las historias de Ozores siempre se suceden en dos ubicaciones fundamentales: la gran ciudad (Madrid o Barcelona) o los pueblos más castizos y tradicionales del país, donde tendrá lugar la de "El Hijo del Cura".

Sin embargo Villamar es de todo menos corriente, debido a la visión torcida del cineasta para trastocar la imaginería tradicional de ese típico pueblecito español: el alcalde es comunista y engaña a su esposa con una de las muchachas del pueblo que regenta un prostíbulo muy decente, el médico es de derechas pero un golfo de mucho cuidado, el ama de llaves del cura es también comunista y todas las mujeres del pueblo se derriten por los huesos de éste, un devoto y bonachón dedicado a ayudar a los demás y torpe como él solo, demostrado durante el divertido inicio del film.
Hasta su nombre, Justo, sirve de prueba para que sobre él no recaiga ninguna sospecha, aunque todas le convertirán en culpable por las (condenadamente aviesas) intenciones de una fulana caradura llamada Matilde, quien le señala como el padre del hijo que va a tener para evitar que el suyo propio, el susodicho alcalde, mate al verdadero progenitor. Seguramente no nos esté ofreciendo Ozores nada que no hayamos visto; un inocente agobiado por las culpas que injustamente caen sobre él, causa de tremendos enredos y confusiones varias, pero la situación planteada, y el escenario tan humilde, tradicional y sobre todo veraz donde se sucede, rebosa frescura e ingenio.

Contemplamos un vodevil, con la clave para que la verdad se descubra actuando de fuerza opresora en un pobre hombre incapaz de revelarla, pues ha sido contada bajo secreto de confesión, lo que aumenta la simpatía del espectador con respecto al protagonista y su antipatía con respecto a esa chica de rostro angelical y apariencia inocente que de ningún será como ella dice ser, y es que en este enredo nada es lo que parece (incluso la tía del cura, que es monja, tendrá algo que ocultar). Mientras avanza la trama, más peligros amenazan a Justo (el alcalde, el obispo Ludovico, que viaja al pueblo para deshacer el entuerto, las miradas de todos los habitantes) y más disparatado será el clímax que se prevé.
Ozores no realiza una crítica mordaz y ácida contra la iglesia en esta ocasión, de hecho la muestra con benevolencia, pero sí apuntará al tema político, y con bastante empeño; los representantes de los diferentes partidos, el de izquierdas y el de derechas, acabarán situados al mismo nivel de patetismo y, por obra y gracia del genio del director, unidos como familia carnal sin que ellos mismos lo sepan. Por otra parte, éste concede el beneficio de la heroicidad a las más insospechadas: las prostitutas del lugar, quienes se alzan para ayudar al acorralado Justo cuando todos han dudado de él y le han culpado sin pruebas.

Las directas palabras de Violeta reflejarán bien las intenciones de la visión del director, que convierte a los inocentes en caraduras y viceversa: "Usted no sabe cuando se trata de hacer el bien, de lo que son capaces dos putas decentes". Así, con todos estos ingredientes, prepara un final digno de la mejor comedia teatral, con todos los protagonistas reunidos en un solo escenario (incluso con espectadores que se cuelan a ver la función) y cundiendo la locura y el barullo (del mismo que sucedía en "El Erótico Enmascarado" y "Queremos un Hijo Tuyo").
Fernando Esteso consigue hacerse con la simpatía del público (más fácilmente que en anteriores ocasiones) encarnando un papel próximo al soplagaitas del film homónimo, aunque esta vez puro y transparente, y sin ambigüedades ("Seré un cura limpio, con todos los defectos del Mundo, pero limpio"). A su vera el gran Antonio Ozores que repite de párroco (como ya le vimos en "Los Bingueros" y "El Soplagaitas"), un Juanito Navarro bruto y con los nervios revueltos desde el principio de la película, Carmen Casal (que volvería a ser su esposa en "Agítese antes de Usarla"), Florinda Chico, la entrañable Mari Carmen Prendes y el siempre magnífico José Sazatornil.

Emilio Fornet, Paco Camoiras, Luis Lorenzo, de homosexual (al hombre le gustaban estos papeles, y eso que era el marido de Luisa Armenteros, aquí el ama de llaves del cura), una tremendamente irritante Adriana Ozores y las preciosas Nadine Rochex y Beatriz Escudero completan el agradable plantel, que cuenta con la especial e impagable aparición del sr. Pajares.
Comedia costumbrista, gruesa y absurda, con número musical incluido, en la mejor tradición del cine de Ozores, quien decide rebajar considerablemente el tono erótico-festivo. El gran éxito de "El Hijo del Cura" daría pie a una secuela al año siguiente...eso sí, mucho menor.
Chris Jiménez
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