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Voto de Luis Guillermo Cardona:
10
Aventuras. Comedia Varios automovilistas conducen por un agreste paisaje del sur de California. De pronto, un coche les adelanta a gran velocidad y, al tomar una curva, se precipita por un barranco. Los automovilistas intentan ayudar al conductor del vehículo siniestrado, el cual, antes de morir, les confiesa que tiene escondido un botín de trescientos mil dólares en el parque de Santa Rosita. (FILMAFFINITY)
3 de agosto de 2011
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le he tenido siempre una particular fobia a las películas con Todas las Estrellas porque, por lo general, hay tantas peleas entre los actores para figurar, en primer plano, en cada toma que se haga; para que una u otra escena se reescriba favoreciéndolo; y para que no se corte “el momento aquel en que aparezco en…” que, al final, lo que resulta es un desacorde almácigo de petulancias y las historias no toman rumbo ni dirigidas por Chuck Yeager. Me acuerdo ahora de “La vuelta al mundo en 80 días”, “Un puente demasiado lejos” o “1941”, pero son muchas otras las exorbitantes inversiones que se han hecho en función de un gran reparto… y casi todas terminan como el gran buque Titanic: hundidas en su pedantería.

Empero, tengo que decir que “EL MUNDO ESTÁ LOCO, LOCO, LOCO”, me complace plenamente. No sé si hubo también peleas para “robar” pantalla, porque los comediantes no son precisamente el súmmum de la modestia, pero si sé que quien tenía el timón, el notable director Stanley Kramer, era de esos tipos que sabían tomarlo con firmeza y las cosas llegaban hasta donde él decidía que llegaran.

En primer lugar, esta maratónica, súperloca y divertidísima película, es un apreciable homenaje a los más notables comediantes que subsistían entonces (Buster Keaton, William Demarest, Edward Everett Horton, Zasu Pitts, Los tres chiflados…) y además incluye, como protagonistas, a una larga lista de humoristas de la época, con Ethel Merman como la manipuladora suegra; Sid Caesar, el marido ecuánime y recursivo que nunca atina una; y Phil Silvers, como el oportunista y tramposo gafitas que, indudablemente, son lo mejor que puede verse.

Pero, además de divertirnos con la más alocada, satírica e iconoclasta carrera por el tesoro que hayamos visto hasta ahora en la historia cinematográfica, quedan al desnudo: la ambición desmesurada, el individualismo, los grandes fiascos que causa la incapacidad de escuchar, la ciega obstinación, el falso nacionalismo, la predisposición al juego sucio, la resquebrajada high society, y otros tantos baches donde a diario se empantana la convivencia de la “nueva” (pero rancia) humanidad. Pues, hay mucha gente que, buscando un tesoro, pierde en el camino el verdadero tesoro.

La historia no podía ser más sencilla: En un caso que el capitán Culpepper de Santa Rosita lleva 15 años tratando de resolver, de pronto se entera que, el buscado Smiler Grogan (Narizotas), ha tenido un accidente al salirse con su auto de la carretera y caer a un abismo. Pero, antes de morir, el buscado delincuente ha confesado al grupo de conductores que baja a auxiliarlo, que tiene 350.000 dólares enterrados en el parque de Santa Rosita debajo de una W.

Lo que sigue, ya todo el mundo lo habrá visto y, es seguro, que muchos volverán a verlo. Y, claro, hay una razón inobjetable: Garantiza 154 minutos de puro entretenimiento y nos da la oportunidad de vernos en un espejo... si acaso somos capaces de ver la película con una pizca de humildad.
Luis Guillermo Cardona
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