"¡Espérame allá! Yo iré a encontrarte en el profundo valle"

(Henry King, obispo de Chichester,
Funerales en la muerte de su esposa)


Peter Jackson cargó con la curiosa y horriblemente difícil de adaptar (¿y cuando no es así?) novela de Alice Sebold para crear una de sus obras más personales desde la ya lejana y estupenda “Criaturas Celestiales”.

Un relato repleto de ternura que nos regala alguna que otra empática sonrisa y muestra a su manera ese mundo tan desconocido como el que nos encontraremos tras cerrar los ojos por última vez (…) sin estar a su vez exenta de ciertos toques de crueldad, dureza y tensión ni remotamente explícitos, pero que logran un estupendo contraste manteniendo despierto al espectador.

Con algún que otro punto de vista satíricamente mordaz hacia la condescendencia e ineptitud con la que se tratan los casos de desaparecidos, ignorando, eso sí, si era esa la intención del neozelandés a la hora de manejar los hechos, pues recordemos que en las películas que le alzaron a la fama casi nunca se contempló la crítica propiamente social, al no tener parecido alguno el mundo occidental actual con la Tierra Media.

Lesnie y Shohan acarician los fotogramas de Jackson con un inmenso y agradable colorido (rozando peligrosamente lo excesivo) obteniendo así todo un regalo para la vista. Estando los efectos especiales utilizados sólo cuando son requeridos y mezclados convenientemente con los laboriosamente surrealistas decorados, sin destrozarnos las neuronas a golpe de píxel, formando parte de la curiosa atmósfera y rodeando un mundo tan envolvente que parece haber sido extraído de una vigilia no muy lejana, aspectos claramente gratificantes. Casi convirtiendo su mágica ambientación en un personaje más que, junto con las estupendas actuaciones de Stanley Tucci y Saoirse Ronan (que doblegan con creces a una ( aunque correcta ) esperpéntica Sarandon), conforman lo mejor de la película (…)

Ya que Jakson, Walsh y Boyens construyeron un guión donde tanto su comienzo como su desenlace son infinitamente más flojos que su estupendo nudo y desarrollo. Una meseta argumental donde la cima se alcanza con suma dificultad, luego se disfruta de las estupendas y coloridas vistas y por último se llega a un desnivel incómodo, precipitado y con alta probabilidad de desagradable chichón. Doloroso lastre a la hora de conseguir la complicidad del espectador.

Superando esto último con indulgencia y abriendo un poco la mente (y agudizando la sensibilidad) llegarás a contemplar un filme que sin recurrir a la lágrima fácil incluso logra rozarte “la patata” de la misma manera que la inolvidable “Olvídate de Mí” (con la que comparte ese añejo e irreal tono) ya hizo en su momento. Por el contrario, si has tenido un mal día o pones el listón demasiado alto… poco más que un telefilme de domingo lluvioso en la sobremesa, avisado estás.

a más ver

H