Es verdad que resulta un pelín obvia, pero ver reflejado en una pantalla lo que todo creyente ha hecho alguna vez... Todos deberíamos ser conscientes de la lucha espiritual en la que nos embarcamos en cuanto subimos al carro de la fe. Si ves esta película sin haberlo experimentado, todo, absolutamente todo te resultará ajeno y, como tal, lo juzgarás. Desde el aparente sometimiento de una mujer (que afronta el cambio que supone la fe) al marido, un sistema de valores y prioridades renovados, atestiguar en primera persona las oraciones de estos personajes, oraciones que todos hemos hecho en la fe alguna vez... En fin, todo te resultará un pelín absurdo. Porque esta historia no es para ti, sino para un converso. Alguien que ha decidido cambiar de vida y no mirar atrás, sino al destino que Dios tiene preparado para nosotros, o sea, para quien crea.