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Voto de TOM REGAN:
6
7,1
8.573
Bélico. Drama
La guerra no acaba cuando se firma la paz. Cuando Alemania se rindió en 1945, en la costa occidental danesa comenzó otra dura batalla: la de los jóvenes soldados alemanes que fueron obligados a retirar miles de minas plantadas en la arena por el ejército nazi. Zandvliet muestra el maltrato infligido a esos prisioneros, un oscuro episodio de posguerra poco conocido. (FILMAFFINITY)
9 de julio de 2017
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
141/06(06/07/17) Meritorio y necesaria producción germano-danesa dirigido y guionizado por Martin Zandvliet, un incisivo drama bélico (o más bien post-bélico) inspirándose en hechos reales, cuenta la historia de los prisioneros de guerra alemanes enviados a limpiar las minas en la posguerra de Dinamarca después de la Segunda Guerra Mundial, se estima más de 2.600 soldados alemanes, incluidos numerosos adolescentes, fueron obligados a retirar minas, con casi la mitad de ellos o muriendo o perdiendo sus extremidades por explosiones, fueron 5 meses desactivando minas, y aunque hay discrepancia en los datos oficiales, se quitaron más de dos millones de minas. Muchos de estos prisioneros eran niños soldados, apenas adolescentes (entre 15 y 18 años), pertenecían a la llamada Volkssturm, milicia nacional creada por Hitler hacia el ocaso de la guerra para reclutar a aquellos que todavía no servían en las filas del ejército nazi, y su crimen una vez terminada la contienda fue ser prisioneros de guerra en territorio liberado, cabezas de turco parta la venganza de los vencedores. Es una visión valiente en la que se humaniza a los vencidos alemanes y se enfoca a los vencedores como descarnados revanchistas. Resulta un apreciable alegato antibelicista donde se radiografía como las guerras deshumanizan. Cinta con efluvios a “A diez segundos del infierno” (1959) de Robert Aldrich, a “Las tortugas también vuelan” (2004) de Bahman Ghobadi, a “En tierra hostil” (2008) de Kathryn Bigelow, en todas ellas con trabajos de desactivación de minas de por medio, o a otras en las que se da alma y personalidad propia a los alemanes que lucharon en la WWII como “El puente” (1959), “El submarino” (1981) de Wolfgang Petersen, “Stalingrado” (1993) de Joseph Vilsmaier, ello en laudable revisionismo donde los alemanes en las películas sobre la WWII eran vistos como caricaturas malignas y perversas en modo monolítico, no todos los germanos eran nazis desalmados. En su debe se nota demasiado las ganas de agradar, de ser complaciente, de ir por caminos muy seguros, de transitar por un desarrollo harto previsible, haciendo de los personajes clichés que actúan artificiosamente. Filmada en lugares históricamente auténticos, incluyendo en Oksbøllejren y áreas en Varde, el uso de las playas históricas llevó al descubrimiento de una mina real durante la producción. Fue nominada a la categoría de mejor película de lengua extranjera.
Tras el final de la WWII en Europa y la liberación de Dinamarca de la ocupación alemana en mayo de 1945, a un sargento danés, Carl Leopold Rasmussen (Roland Møller), le es asignado un grupo de soldados presos germanos para les adiestra para desactivar minas colocadas por los propios nazis ante el temor que el desembarco del Día D fuera por allí, su misión será inhabilitar una playa en la costa occidental danesa, son un grupo de adolescentes atemorizados los que se jugaran la vida con sus manos desnudas cada segunda que intentan desactivar una de las bombas. Su guardián Rasmussen es un anti-alemán violento que no tiene la menor simpatía por la vida de los jóvenes.
Es un film con un potente arranque, con lo que es la presentación del protagonista, el sargento Rasmussen, del que se convertirá en nuestra brújula moral durante este metraje, mostrado al inicio como un tipo sediento de venganza y odio contra los alemanes que ocuparon su nación durante cinco años, esto lo refleja con la brutal paliza que le da a un soldado preso germano que porta una bandera danesa, vuelca toda su ira en un pobre tipo, como si el rostro que destroza con sus puños de ese derrotado militar fuera la Alemania nazi. De este modo queda expuesta en gran síntesis la adusta personalidad del rol, para después lo veamos frente a un grupo de imberbes presos teutones descargando su bilis, haciéndoles la vida imposible, esto en lo micro, en lo macro esto queda expuesto en que los altos mandos vencedores han enviado a estos chicos a una misión cuasi-suicida, desactivadores de minas. El hábil guión sabe humanizar a los personajes, intenta no caer en lo sensiblero, pero no siempre lo consigue, los jóvenes presos son reflejados como sufrientes dóciles y estoicos de las humillaciones a los que son sometidos, que anhelan con nostalgia acabar allí para volver a sus hogares con sus padres, son mostrados como chicos inocentes, sin maldad ninguna, con sus dudas, ilusiones, que disfrutan cándidamente en sus momentos de descanso, con lo que es sencillo empatizar con ellos cuando son vejados por unos y por otros, por los oficiales, por el sargento o por la mirada aviesa de la granjera (alegoría de la población civil que nunca veremos), por cierto, la hija de esta es la verdadera hija del director. Siendo víctimas dobles, por un lado de habérseles hurtado su juventud por los el reclutamiento nazi, y por otro del afán vengativo de los vencedores. En su debe es que se pasan de rosca, manipulan al espectador al hacer un grupo de alemanes demasiado pétreo pensante, plano, por mucho que este el verso suelto Helmut, pero nunca hablan de la guerra, de sus ideas, el pasado parece no existir, de si alguno era partidario de Hitler, de si odiaban al jerarca nazi, de si desean hacer daño al sargento que los somete, esto es tratado con una asepsia chirriante, lo cual resta dimensión y complejidad dramática a la historia; Por otro lado está Rasmussen, el epíteto del vencedor revanchista, mostrando en gradualidad su comportamiento, lo vemos poco a poco modular sus formas hacia los chicos. Esto aunque se siente paulatino, no deja de ser muy previsible desde que al rudo sargento lo vemos frente a estos asustadizos chavales, lo que va a suceder no contiene la más mínima sorpresa, siendo Rasmussen un estereotipo que se ve de lejos; Así que el núcleo del relato, la relación entre Rasmussen y los presos alemanes, evolucionando suavemente con picos emocionales fuertes (las explosiones letales, el partido de futbol [poco rebuscado], la vejación perruna,…).
Tras el final de la WWII en Europa y la liberación de Dinamarca de la ocupación alemana en mayo de 1945, a un sargento danés, Carl Leopold Rasmussen (Roland Møller), le es asignado un grupo de soldados presos germanos para les adiestra para desactivar minas colocadas por los propios nazis ante el temor que el desembarco del Día D fuera por allí, su misión será inhabilitar una playa en la costa occidental danesa, son un grupo de adolescentes atemorizados los que se jugaran la vida con sus manos desnudas cada segunda que intentan desactivar una de las bombas. Su guardián Rasmussen es un anti-alemán violento que no tiene la menor simpatía por la vida de los jóvenes.
Es un film con un potente arranque, con lo que es la presentación del protagonista, el sargento Rasmussen, del que se convertirá en nuestra brújula moral durante este metraje, mostrado al inicio como un tipo sediento de venganza y odio contra los alemanes que ocuparon su nación durante cinco años, esto lo refleja con la brutal paliza que le da a un soldado preso germano que porta una bandera danesa, vuelca toda su ira en un pobre tipo, como si el rostro que destroza con sus puños de ese derrotado militar fuera la Alemania nazi. De este modo queda expuesta en gran síntesis la adusta personalidad del rol, para después lo veamos frente a un grupo de imberbes presos teutones descargando su bilis, haciéndoles la vida imposible, esto en lo micro, en lo macro esto queda expuesto en que los altos mandos vencedores han enviado a estos chicos a una misión cuasi-suicida, desactivadores de minas. El hábil guión sabe humanizar a los personajes, intenta no caer en lo sensiblero, pero no siempre lo consigue, los jóvenes presos son reflejados como sufrientes dóciles y estoicos de las humillaciones a los que son sometidos, que anhelan con nostalgia acabar allí para volver a sus hogares con sus padres, son mostrados como chicos inocentes, sin maldad ninguna, con sus dudas, ilusiones, que disfrutan cándidamente en sus momentos de descanso, con lo que es sencillo empatizar con ellos cuando son vejados por unos y por otros, por los oficiales, por el sargento o por la mirada aviesa de la granjera (alegoría de la población civil que nunca veremos), por cierto, la hija de esta es la verdadera hija del director. Siendo víctimas dobles, por un lado de habérseles hurtado su juventud por los el reclutamiento nazi, y por otro del afán vengativo de los vencedores. En su debe es que se pasan de rosca, manipulan al espectador al hacer un grupo de alemanes demasiado pétreo pensante, plano, por mucho que este el verso suelto Helmut, pero nunca hablan de la guerra, de sus ideas, el pasado parece no existir, de si alguno era partidario de Hitler, de si odiaban al jerarca nazi, de si desean hacer daño al sargento que los somete, esto es tratado con una asepsia chirriante, lo cual resta dimensión y complejidad dramática a la historia; Por otro lado está Rasmussen, el epíteto del vencedor revanchista, mostrando en gradualidad su comportamiento, lo vemos poco a poco modular sus formas hacia los chicos. Esto aunque se siente paulatino, no deja de ser muy previsible desde que al rudo sargento lo vemos frente a estos asustadizos chavales, lo que va a suceder no contiene la más mínima sorpresa, siendo Rasmussen un estereotipo que se ve de lejos; Así que el núcleo del relato, la relación entre Rasmussen y los presos alemanes, evolucionando suavemente con picos emocionales fuertes (las explosiones letales, el partido de futbol [poco rebuscado], la vejación perruna,…).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El realizador sabe trazar una puesta en escena para conmover y turbar al espectador, estableciendo el estado de ánimo para tocarte la fibra, desde su notable diseño de producción de Gitte malling (“La comuna”), estableciendo la filmación en Oksbøllejren (Jylland-Dinamarca) para el campamento militar y en los lugares reales, las playas de Vejers y Blåvand (Dinamarca) donde se contrasta la belleza del entorno, su tranquilidad y paz de sus dunas suaves, con sus arenas limpias, con el drama inherente a los jóvenes que se juegan allí la vida en cada segundo, esto atomizado por la fotografía Camilla Hjelm Knudsen (esposa de Martin Zandvliet), conformando un paradójico contraste entre las apacibles playas y el peligro (mortal) que se cierne bajo sus arenas, todo con una gran luminosidad, extrayendo toda la belleza del paisaje, en confrontación con el modo punzante en que rueda a los desactivadores, haciendo latente la tensión y el riesgo continuo, lo hace en algunos momentos como algo minimalista. Cerrado al mundo exterior, oprimiendo y asfixiando, ello con una cámara que filma en plano cortos muy cercanos, donde podemos sentir su angustia y zozobra, donde se puede sentir su respiración temerosa, dilatándose el tiempo, de un modo brillante para hacer partícipe al espectador del tormento de su labor. La cuasi-ausencia de música intrusiva ayuda a crear un ambiente seco de realismo auténtico.
Roland Møller como el sargento da buena muestra de actuación modulada, sabiendo emitir emociones en su gestualidad, sin tener que remarcar, ni sobreactuar; De los presos el que destaca es Joel Basman como el único que parece darse cuenta de que lo mejor es escapar a la muerte, el único que parece sentir y padecer, el resto son un poco (siendo benévolos) superficiales; y es que me falta información de ellos para darles algún fondo y que no queden clichés achuchables.
Spoiler:
Su final me resulta harto acomodaticio, demasiado buenista, simplista, queriendo quedar bien con todo el mundo, me queda chirriante, falta arrojo en su conclusión. Es un subrayado sobre el cambio del sargento que se siente impostado. Por no hablar de entrar a analizarlo, pues pueden los cuatro ser perseguidos por haber huido, o Rasmussen arrestado por ayudar a huir, y cuando vuelvan los cuatro a Alemania lo harán a una nación ocupada, no les será tan fácil llegar a sus hogares. Luego está el hecho de que solo vemos al sargento vigilar a los 10 soldados presos, en un mundo normal hubieran huido o acabado con el sargento cuando estaba en su faceta de vejador, me resulta complicado creer en la impasibilidad de los jóvenes, hubiera sido algo natural en el ser humano rebelarse ante las injusticias y más cuando está solo.
En conjunto, una cinta necesaria, pero que podría haber sido mucho mejor siendo más valiente en el tratamiento compasivo del relato. Fuerza y honor!!!
Roland Møller como el sargento da buena muestra de actuación modulada, sabiendo emitir emociones en su gestualidad, sin tener que remarcar, ni sobreactuar; De los presos el que destaca es Joel Basman como el único que parece darse cuenta de que lo mejor es escapar a la muerte, el único que parece sentir y padecer, el resto son un poco (siendo benévolos) superficiales; y es que me falta información de ellos para darles algún fondo y que no queden clichés achuchables.
Spoiler:
Su final me resulta harto acomodaticio, demasiado buenista, simplista, queriendo quedar bien con todo el mundo, me queda chirriante, falta arrojo en su conclusión. Es un subrayado sobre el cambio del sargento que se siente impostado. Por no hablar de entrar a analizarlo, pues pueden los cuatro ser perseguidos por haber huido, o Rasmussen arrestado por ayudar a huir, y cuando vuelvan los cuatro a Alemania lo harán a una nación ocupada, no les será tan fácil llegar a sus hogares. Luego está el hecho de que solo vemos al sargento vigilar a los 10 soldados presos, en un mundo normal hubieran huido o acabado con el sargento cuando estaba en su faceta de vejador, me resulta complicado creer en la impasibilidad de los jóvenes, hubiera sido algo natural en el ser humano rebelarse ante las injusticias y más cuando está solo.
En conjunto, una cinta necesaria, pero que podría haber sido mucho mejor siendo más valiente en el tratamiento compasivo del relato. Fuerza y honor!!!