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España España · Barcelona
Voto de Miguel G:
9
Animación. Aventuras. Musical. Comedia. Infantil Tras la muerte de sus padres, Mowgli, un niño de apenas dos años, queda abandonado en la selva y es recogido por una manada de lobos. En el seno de la manada, Mowgli es criado como un lobo más hasta que crece y empieza a desenvolverse por sí mismo en la selva. (FILMAFFINITY)
13 de septiembre de 2010
42 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
No recuerdo ninguna otra cinta de la monopólica factoría que posea semejante contenido moral, idealista y filosófico. Y mucho menos narrado con tantísima lucidez. No me he fumado nada, no veo colores en el blanco y negro; cada diálogo y situación lo confirma con transparencia. Para un crío normal, El Libro de la Selva es un auténtico orgasmo de imágenes fastuosas, música a tope y frenesí, algo así como zamparse 20 sugus y 50 lenguas pica pica montado en la Rana de la feria. Para un adulto (sensible), es eso y casi una lección de vida.

Durante toda la película, asistimos a una duelo maravilloso entre la optimista y drogada filosofía de vida del oso Baloo y el exasperante sentido de la responsabilidad de la pantera Bagheera. Un duelo que resulta maravilloso porque nos confirma la grandeza del equilibrio que se da entre la existencia plena, sencilla y epicúrea del vividor, y el necesario saber hacer de la frialdad mental del práctico. Vivir sólo del placer puede matarte, pero vivir severamente sin disfrute puede transformarte en zombi. Como si de un teatro se tratara, el oso y la pantera preparan (sin saberlo, pues no dejan de discutir) al joven Mogwli para la madurez.

Debemos mencionar dos aspectos cinematográficos que hacen que la película de Wolfgang Reitherman sea una producción brillante: su narración y la banda sonora. La dirección es exquisita, no sólo nos expone una película elegantísima, si no que también la hace arrolladoramente entretenida, apoyada sobre un guión muy muy divertido.

La banda sonora... es gozo absoluto, un descontrolado hervidero de vida en una selva que nunca calla. La exótica partitura instrumental se mezcla con unas canciones frenéticas de ritmos alocados sabiamente al cargo de maestros como Louis Prima, Pat O’Malley o George Bruns. Con inspiradoras letras que, al son de rock, blues y el jazz más movido, crean este placer desatado que complementa a una narración práctica, la puntita final de ese equilibrio grandioso que acaba siendo El Libro de la Selva.
Miguel G
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