Para sacarle el partido a ésta película, hay que ponerse en el pellejo de un escritor, me da igual que sea profesional o lo haga por entretenimiento. Lo peor que le puede ocurrir es estar seco de ideas, no saber sobre qué o quien escribir y si te están presionando por ello...mucho peor aún.

Manuel Martín Cuenca aprovecha la cuestión anteriormente mencionada para presentarnos al personaje de Alvaro, quien parece que lleva una vida un poco liada con su trabajo en una gestora como abogado, mientras en su tiempo libre acude a clases para convertirse en escritor, su gran pasión. El problema es que su mujer si lo ha conseguido, pero él no le encuentra razones para sentirse orgulloso y menos aún cuando comienzan los problemas serios en su relación.

El primer tercio de la historia me parece un poco flojo, en especial con situaciones que se toman tan tranquilos cuando cualquiera pondría como mínimo el grito en el cielo, especialmente la del coche donde encuentra a su mujer, o la mañana siguiente en la oficina. Pero es llegar al nuevo edificio y pillar la idea del profesor y todo aumenta una pasada de bien. No sé si todos tenemos esa parte de curiosos, pero esa ambientación que recrea el director alrededor de una serie de vecinos que conviven en el mismo edificio, lo hace muy interesante. En especial cuando crece el tema sexual con la vecina. Escribe sobre lo que conoces, sobre lo que ves, sobre lo que sientes. Nuestro protagonista lo llevará al pie de la letra.

Me ha gustado mucho el papel de Adelfa Calvo, hasta la parte sensual y erótica lo cuadra a pesar de no ser una muchacha de 20 años. Se me han quedado actuaciones con pocos minutos, como la de María León o Antonio de la Torre.

Me lo he pasado muy bien con ésta historia.