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Zimbabwe Zimbabwe · Barcenorca
Voto de néstor:
6
Drama. Comedia. Musical Desde 1974, en una radio estadounidense se emite el programa "A Prairie Home Companion", un show de variedades para toda la familia que incluye música en directo, anuncios ficticios y una serie protagonizada por el detective Guy Noir. Un día, de repente, el presentador y sus invitados se enteran de que están haciendo el último programa. (FILMAFFINITY)
27 de noviembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de proyectar durante exactamente 20 años las películas de la Filmoteca de Catalunya, el día 21 de noviembre la Sala Aquitània cerró sus puertas en la Avinguda Sarrià para dar paso a la nueva sede de la "Filmo" en el Raval. A modo de despedida se proyectaron tres títulos simbólicos: "El último show" (Robert Altman, 2006), "La última película" (Peter Bogdanovich, 1971) y "Río Rojo" (Howard Hawks, 1948). Sirva esta crítica a la primera de ellas como brindis por el Aquitània, que tan buenos y variados momentos me/nos ha dejado a lo largo de estos años. La crítica de la película, en el spoiler.

Parece que fue ayer cuando entré en la "Filmo" por primera vez: gente sola, muchas americanas de pana, alguna que otra pipa, libros bajo el brazo, cachitos de conversaciones profundas... Todo este paisaje me pareció tan diferente del resto de salas en las que había estado que no pude más que caer rendido a sus pies. Han sido muchos años en versión original subtitulada, descubriendo directores, viendo películas de nacionalidad a veces exótica, abriendo nuevos frentes cinematográficos que tan bien se complementan con el uso de filmaffinity. Gozando del cine, vaya.

Quién iba a decirme que poco después de descubrirla ya me atizaría una sesión completa con "Lo que el viento se llevó", cuatro horas de domingo y sin cenar; o que me concentraria con "Sed de mal" pese al manoseo de la pareja que estaba a mi lado; o que me reiría como pocas veces con "Leningrad Cowboys go America", que me descubrió al gran Kaurismäki; o que dormiría apaciblemente con documentales que ni si quiera constaban en IMDB; o que me aterrorizaría "Nosferatu" con el acompañamiento de piano del gran Joan Pineda; o que el aire sombrío de "Elvira Madigan" traspasaría la pantalla para abrazarme después de verla; o que la pálida sonrisa de Chaplin en "Candilejas" me hiciera rendirme para siempre más a don Charlot; o...
Por unos módicos dos euros el entretenimiento estaba asegurado, o al menos el descanso si era un poco tostón. Correr para no llegar tarde, esperar pacientemente en la cola los días de películas más conocidas algunas veces, pensar tranquilamente antes de que se apagaran las luces: "¿cuánta gente habrá hoy en la sala?", "¿irá acompañada esa persona?", "¿qué tal será esta película de la que nada sé y cuya sinopsis me prohíbo leer?"...

Qué sería nuestra vida sin Kazan, Bergman, Dreyer, Ford, Ozu, Allen, Hawks, Huston o Chaplin; o sin Wai, Lubitsch, von Trier, Leone, Visconti, Coppola, Scorsese, Buñuel o Tarantino. Qué gran labor la de la Filmoteca descubriendo sus películas menos conocidas, abriendo nuevos frentes, dando voz a nuevas apuestas, atiborrándonos del cine. Salas como el Aquitània son el material con el que se hacen los sueños, esos sueños en forma de historias que siempre se recuerdan y nos constituyen.

Por todo esto: Adéu Aquitània! Ens veiem al Raval! (¡Adiós Aquitània! ¡Nos vemos en el Raval!)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
néstor
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