No pienso perdonar a Robert Zemeckis solo por ser quien es. Parece que, al igual que le ha pasado mucho a su colega Spielberg (exceptuando "Ready player one") en la última década, prefiere hacer las películas que le salen de las narices, pasando de ofrecer algo interesante al público.
Realmente es una pena que un director como él haya gastado talento y recursos en este proyecto tan flojo que, a pesar de su aparente originalidad, no creo que deje satisfechos a demasiados espectadores. No me extraña que haya tenido poca promoción, distribución y taquilla.
Y mira que el tipo lo cuenta más o menos bien, pero ¿qué demonios me estás contando?. Pues ni más ni menos que las fantasías infantiles y estúpidas de una mente traumatizada y atormentada que juega con muñecos.
Es una sarta de tonterías y chorradas, salpicadas con un sentido del humor que no hace ni puñetera gracia. Pero en el mundo real tampoco es que pase gran cosa, con un Steve Carell bastante patético que no me dice nada con sus problemas personales.
Creo sinceramente que este extrañísimo experimento con muñecos y animación no ha resultado nada bien.
No la salva ni el final explicativo (pues para esa moraleja no hacía falta tanta tontería), ni la música de Alan Silvestri, ni el guiño a "Regreso al futuro".
Es una película muy fallida, de esas que te dan ganas (y con razón) de dejar de verla por la mitad.