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Canadá Canadá · Montreal
Voto de hpbordon:
5
Drama En el distrito de Saint-Paul, en Lyon, Michel Descombes, un relojero de mediana edad, lleva una tranquila y aburrida vida de soltero en compañía de Bernard, su hijo adolescente. Abandonado por su mujer muchos años antes, ha criado a su hijo sin ayuda de nadie. Pero la ordenada vida del relojero cambia el día que recibe la inesperada visita de la policía para darle una mala noticia. (FILMAFFINITY)
9 de diciembre de 2009
23 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mediados de los años 50’, los críticos de la revista francesa “Cahiers du cinéma” –en especial François Truffaut–, comenzaron a repudiar buena parte de las películas francesas que se hacían en aquella época, acusándolas de ser burdas adaptaciones de novelas y de anteponer el carácter literario al cinematográfico. Truffaut, principalmente, acusaba a los guionistas Jean Aurenche y Pierre Bost de ser los responsables de tal agravio, por ser continuas sus colaboraciones en adaptaciones de novelas al cine, de la mano de directores reputados como Marcel Carné, Claude Autant-Lara, Jean Delannoy o René Clément.
Es por eso, que resulta tremendamente insólito que un crítico de la misma revista que los que formaran la “nouvelle vague”, en su primer largometraje fuera empujado a colaborar en la elaboración del guión con estos dos guionistas tan alejados del cine promulgado desde “Cahiers du cinéma” veinte años atrás. Es decir: tal elección se trata de una auténtica provocación y supone, en cierto modo, un rechazo hacia los planteamientos provocadores –y casi revolucionarios– de sus antecesores.
Pese a que en un principio Bertrand Tavernier había pensado en colaborar con Michel Mohrt, Louis Guillaux, Pascal Jardin y Michel Audiard, finalmente optó por los veteranos guionistas Aurenche y Bost para adaptar la novela de Georges Simenon, “El relojero de Everton”.
Sin embargo, la adaptación transcurre en Lyon, ciudad natal de Tavernier. Y, seguramente, aunque el hecho de conocer ya de antemano la polémica colaboración en el guión ha supuesto que contemplara la película con la lupa aún más alerta si cabe, pienso que “El relojero de Saint-Paul” tiene muchas coincidencias con los trabajos anteriores de la célebre pareja de guionistas: los diálogos son un tanto torpes y el ritmo de la película es algo insignificante.
La ópera prima de Tavernier me recuerda al cine del suizo Alain Tanner, además de por poseer una estética similar, originalidad y talento, en que en su momento pudo tener algo de chispa (obtuvo los premios “Louis Delluc” y el “Premio Especial del Jurado” en el Festival de Berlín), pero con el paso de los años la gracia es cada día más difícil encontrarla.
hpbordon
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