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Polonia Polonia · Galitzia
Voto de Valkiria:
8
Romance. Drama La apacible pero anodina vida de Francesca Johnson (Meryl Streep), un ama de casa que vive en una granja con su familia, se ve alterada con la llegada de Robert Kincaid (Clint Eastwood), un veterano fotógrafo de la revista National Geographic, que visita el condado de Madison (Iowa) para fotografiar sus viejos puentes. Cuando Francesca invita a Robert a cenar, un amor verdadero y una pasión desconocida nacerá entre ellos. (FILMAFFINITY)
27 de noviembre de 2008
44 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo lógico es que, cuando una llega a los 50, si se le presenta la oportunidad de ponerle los tarros al marido, lo haga con un fotógrafo del National Geographic pero de 30 años, no de 70. Pero claro, Clint es un fuera de la ley y hace de su capa un sayo.

Los americanos en las pelis son unos cachondos. Son capaces de ponerse a discutir en medio de los preparativos del entierro de la madre y a reparar en detalles tipo: "¡oh! ¿has visto? ¡mamá no lleva sujetador en esta foto de 1965!"

Pues ahí empieza el lío, no sin antes debatir sobre la opción "incineración" como una especie de apoplejía moral. La historia sucede en Illinois, de dónde Obama, en un pueblo más perdido que el mechero de Cristo.

Lo primero que me llamó la atención es que la cocina de Meryl es más grande que mi casa. Se aburre de dar vueltas por semejante cocina hasta que se plantea… "a ver, soy ama de casa, madre americana, todavía joven, vaya, de buen ver, ¡pero qué coñazo de vida llevo!... si se me apareciera un maromo..."

Y entonces llega Clint. Viene a fotografiar unos puentes que parecen tablaos. Madison es bonito, pero los puentes sólo son listones de madera sobre riachuelos. Funcionales, sí; bonitos no. ¿Por qué los fotografía? Entonces… ¿ahora qué? ¿Qué hacemos en Illinois si sólo hay 3 casas en 20 kilómetros a la redonda? Escuchar la radio, jugar con el perro y liarnos el uno con el otro, ¿te parece?

Yo entiendo que los chicos del Nacional Geographic sean irresistibles, pero este le tira los trastos a la Meryl casi antes de decir “buenos días”.

En el primer puente ya sabemos cuál es el estatus vicario de Clint. Bien. Ella es medio italiana y de repente se pone nerviosa como si se le metiese en el cuerpo una tarantela napolitana.

Clint parece un inquisidor, no hace más que preguntar mil cosas. Después de flirtear, recorrerse los tablaos, beberse no sé cuántos copazos de whiskey y escuchar sugerente blues en la radio… esto… ¿te quedas a cenar?

Ella no se ve muy apetecible sexualmente a sus años; él le dice: estás tan maravillosa que al verte cualquier hombre huiría corriendo de alegría” (creo que no pillo el piropo…).

A partir de ahí… los besos, muy cinematográficos, los abrazos, las miradas, los lloros, la bañera preparada… se quieren. ¿Crees que lo que nos ha pasado le pasa a cualquiera? ¿Vamos a perderlo?

Depende exclusivamente de ti, querida. No de tus hijos ni de tu marido. Ya lo he dicho antes. Se quieren sí, y mucho. Pero no por encima de todo. La abnegación a los hijos puede con todo, fatalidad de mujer.

Súbete al Chevrolet, que llueve… o quédate en ese abrazo fundida para siempre. Cualquier buena amiga te lo diría lo mismo. Si lo dejas ir, esta historia se convertirá en un recuerdo de cuatro días por el que sufrirás durante tu eternidad...

Conmovedora.
Valkiria
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