Haz click aquí para copiar la URL
España España · Palma (Mallorca)
Voto de Miquel:
9
Drama Suecia, siglo XIV. Como cada verano, una doncella debe hacer la ofrenda de las velas en el altar de la Virgen. El rey Töre envía a su hija Karin en compañía de Ingrid, una muchacha que odia a Karin en secreto. Antes de cruzar el bosque, Ingrid se detiene y abandona a la princesa, pero la muchacha prosigue su camino y se encuentra con unos pastores, aparentemente afables, que la invitan a compartir su comida. (FILMAFFINITY)
20 de abril de 2008
111 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film nº 21 de Bergman. El guión de Ulla Isaksson adapta la balada anónima "Törens dotter i vänge", basada en una leyenda medieval de Suecia. Se rueda en exteriores de Dalarnas län (Suecia) y en los platós de Svensk Filmindustri (Estocolmo). Como film de habla no inglesa gana un Oscar y un Globo de oro. Producido por Allan Ekelund y Bergman, se estrena el 8-II-1960 (Suecia).

La acción tiene lugar en Suecia, en el s. XIV, en verano. Karin (Pettersson), única hija viva de Herr Töre (Sydow) y de Märeta (Valberg), es enviada por el padre a hacer la ofrenda estival de velas a la Virgen en compañía de Ingeri (Lindblom). Antes de adentrarse en el bosque, Ingeri se separa de Karin, a la que sigue de lejos. En pleno bosque Karin se topa con tres hermanos pastores: un joven, un niño y un sordomudo.

El film suma drama, crimen y horror. Reproduce trazos de la historia blíblica de Job. Corresponde a la segunda etapa del realizador, marcada por las obsesiones religiosas y la preocupación por el silencio y la ausencia de Dios. Forman parte de esta etapa 11 films ("El séptimo sello", "Fresas salvajes", "El rostro", etc.).

A partir de un guión ajeno, Bergman construye un film estilizado y de gran sobriedad. El relato, de gran sencillez narrativa, hace uso de una admirable economía de medios. Crea una atmósfera inquietante y sombría, que gradualmente gana intensidad harta tornarse desgarradora hacia el final. Luce una espléndida puesta en escena y ofrece unas interpretaciones austeras, comedidas y precisas. Contrasta el bien y el mal, Dios y el diablo, la inocencia y el deso, la ingenuidad y la realidad de la vida, la pureza y la concupiscencia, la virtud y el pecado, la piedad y los deseos de venganza, etc. Sobre todo enfrenta, en un marco de desesperanza, al dios pagano, Odín, capaz de imponer muerte y destrucción, con el Dios cristiano, que calla, no salva a los suyos y sólo hace brotar un manantial de aguas puras.

Pasa revista a sus obsesiones (pecado, culpabilidad, sexo, muerte, religión...). Ve la maldad como una realidad consistente y rotunda, frente a la bondad efímera y frágil. Explora las causas de la angustia del ser humano, que relaciona con los sentimientos de culpa, el remordimiento, la improbabilidad luterana del perdón y la asuencia/silencio de Dios. Se sirve de signos y símbolos, como el sapo negro, augurio de crimen y muerte. El manantial, anuncio de vida y resurrección, hace revivir la inocencia y la pureza en forma de aguas limpias y fecundas. En el contexto de una sociedad primitiva, como la medieval, propone una seria reflexión sobre la venganza individual.

La música, de Erik Nordgren, escasa, aporta dos composiciones: una de flauta y otra de silbato-vibráfono, que glosan y elogian la inocencia. La fotografía, de Svenk Nykvist, en B/N, realista y expresionista, ofrece imágenes de gran fuerza y sorprendente belleza. Las realza con encuadres atrevidos y un gran dominio de la luz y el claroscuro. Soberbia película.
Miquel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow