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España España · Errenteria
Voto de Irati:
6
Documental Elías es un director de cine que soñaba con hacer una película de atracos. Durante el verano de 2013 lee una noticia sobre la detención de 'El Robin Hood de Vallecas', el líder de 'la banda de las alcantarillas'. Siente entonces que ha encontrado la oportunidad para cumplir su sueño. Le manda una carta a la cárcel donde cumple condena. Contra todo pronóstico, Elías recibe respuesta tres semanas después. 'El Robin Hood' acepta que vaya a ... [+]
17 de diciembre de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un documental puede conformarse a través de distintos métodos. Normalmente, mientras uno va recopilando material para su tesis final, surgen otras direcciones (circunstanciales o no, provocadas o no) que terminan por desviarse del sendero inicial. Algunos cineastas tratan de maquillar estos entresijos en sus filmes. Sin embargo, León Siminiani, decide hacer suyas las propias costuras que hilvanan las películas en su ‘Apuntes para una película de atracos‘.

Uno de los elementos principales de la habitual propuesta formal del cineasta reside en situarse en el centro de la historia, en convertirse él mismo en referencia y lo hace comentando las imágenes que filma (o lo que éstas le evocan) usando su propia voz en off. Algo que ya venía haciendo en sus cortometrajes ‘Zoom‘ y ‘Límites: 1ª persona‘ o en su primer largometraje ganador del Giraldillo de Oro al Mejor Documental en el Festival de Sevilla ‘Mapa’, se repite ahora en su segundo documental, ‘Apuntes para una película de atracos‘. En esta segunda propuesta, Siminiani no parece ser protagonista absoluto de su entorno íntimo y vivencial (como sí hiciera en ‘Mapa’) porque esta vez cuenta con la historia de uno de los personajes más carismáticos del cine reciente español. Se trata de Flako (como apoda el propio Siminiani), o El Robin Hood de Vallecas, un butronero que perpetró una serie de atracos en bancos madrileños (en respuesta a la crisis financiera), siguiendo la estela de su padre, hasta ser detenido en 2013.

Con la historia como pretexto, ‘Apuntes para una película de atracos’, se abre con unos títulos de crédito, en blanco y negro, que reproducen las cabeceras reconocibles del film noir. Este espíritu reivindicativo del cine clásico de atracos, que parte de una fascinación cinéfila de Siminiani, seguirá tomando forma – ayudado también por archivos audiovisuales rescatados o piezas animadas – durante los cinco años que toma la producción del filme, habiéndose desviado libremente (demasiado libremente) de su idea inicial, que parecía girar entorno a la figura de Flako.

Justamente la primera mitad de la película (que coincide con el encierro en prisión del personaje) supone un ejercicio un tanto repetitivo en sus formas y más conscientemente narcisista. Si en ‘Mapa’ Siminiani dejaba claro desde un principio que la película iba a plantear, no solo su búsqueda personal a través de un viaje a India, sino también una reflexión sobre el propio proceso creativo del filme o sobre la representación cinematográfica desde el privilegio de clase, en ‘Apuntes para una película de atracos’ su planteamiento inicial no corresponde con el resultado. Mientras parece pausar al que parecía el personaje principal de su película, hace presencia física de su persona (más que en ‘Mapa’, que se escondía tras la cámara) y se permite rodar el propio nacimiento de su hija o a su mujer entre gritos antes de entrar al paritorio, como si de un robo de identidades se tratase. Esto, que parece un intento de diálogo con la preocupación que sufre Flako en prisión ante la incertidumbre de no saber afrontar su también reciente paternidad, queda en hechos poco significativos y remite a una autocomplacencia que podría provocar rechazo.

Sin embargo, la película parece despegar cuando Siminiani pasa los mandos de la narración a su compañero de Vallecas, que ya goza del tercer grado penitenciario. La constante voz en off del autor desaparece y se pasa a escuchar las reflexiones de Flako, quien conduce a partir de ese momento el hilo narrativo. Una escena significativa parece resumir estas reflexiones sobre las difusas fronteras del documental y la ficción que tanto preocupan a su creador: en plena post-producción de la película que vemos en pantalla, sentados frente al programa de edición, Siminiani le pide expresamente a Flako que modifique el montaje a su gusto. Por fin se evidencia la rendición al personaje que tanto se ansiaba ver y escuchar.

El cineasta demuestra así no ocultar nunca los trucajes, las costuras de una producción que, aunque por su naturaleza, nunca puede reflejar al cien por cien la realidad, – los vacíos de información, el montaje, los puntos de vista, las recreaciones – se atreve al fin a conceder al retratado una voz directa en la representación de su historia.

Leer en: https://macguffin007.com/2018/12/15/critica-apuntes-para-una-pelicula-de-atracos/
Irati
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