Lo más llamativo de Sidney es que una vez vista sin tener referencias de ella, resulta increíble pensar que una persona tan joven consiguiera como director una obra tan madura.

Y es que Sidney es un deslumbrante cine negro que se mueve en el mundo del juego, en las llamativas máquinas de colores que hacen caminos alfombrados en lujosos salones, donde las luces y las sonrientes camareras crean un cuadro perfecto de lo que es parte del mundo: gente dándose la espalda, dejando transcurrir el tiempo en monedas que usa una a una con la mente completamente en blanco, gastando mecánicamente, con la esperanza de ganar para gastar un poco más y alargar la vida. Y por ahí se mueve Sidney, con una seguridad y un saber estar únicas; hecha por alguien con mucha experiencia en la vida y de mucho trato con la gente.

Así que veo a Sid y no puedo dejar de retrotraerme a ver a George Raft, por ejemplo, un hombre del blanco y negro en una película a color, con su aplomo, su clase, su estilo…, pero ya de otro tiempo. Elegancia en el habla. Su educación y respeto. Veo ese cine de bares de carreteras donde la gente habla de cosas de la vida con desconocidos con una seriedad definitiva. Donde el dinero tiene caducidad y se vive al día. Sid parece de otra época (lo es), de ahí que lo compare con viejos actores que seguro que no tiene nada que ver... Le llaman viejo y aguanta, no replica, agacha las orejas y da media vuelta cuando debe. Sid usa el cerebro mientras los demás son las clásicas personas que no tuvieron oportunidad de desarrollar su intelecto. Por eso la película lleva su nombre como título.

Y tras Sid (Philip Baker Hall, cautivador, actuación redonda sin más), están Reilly que no siendo santo de mi devoción cumple porque tiene que ser así; y Samu en un clásico genial imperecedero de los suyos, un papelón tan oculto que es una lástima; y Gwyneth, ella sí santa de mi devoción que por algo es Hija Adoptiva de Talavera de la Reina; y algún conocido más por ahí jugando a los dados; componen, en definitiva, una película a tener más que en cuenta pues parece haber pasado de refilón, como Sid pasa por los bares de carretera, con modestia, sin llamar la atención, ocultando el detalle que lo delata... Sidney debería haber tenido un mayor protagonismo.

El mundo no mira nada más que lucecitas de colores, la gente son como los peces detrás de la cucharilla que les ponen … para que piquen; que lo harán a no mucho tardar.