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España España · Madrid
Voto de Servadac:
2
Western En 1868, trescientos indios cheyennes expulsados de sus tierras vivían miserablemente en una árida reserva de Oklahoma. Tras esperar en vano una solución de las autoridades de Washington, sus jefes decidieron emprender un largo viaje hasta sus praderas natales. Pero la huida fue descubierta y la caballería salió en su persecución. En el primer combate murieron el comandante Braden y ocho de sus hombres. Cuando se supo la noticia, ... [+]
29 de agosto de 2010
82 de 135 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabía de ella pero todavía no la había visto: críticas elogiosas, calificaciones notables, en fin, augurios de gran cine: ¡El último western de John Ford!

Empieza regular. Con aires de denuncia falsa. Como si en este juicio el abogado defensor no fuera más que un escribano rutinario. No hay convicción en la defensa de los indios (de hecho, en el primer enfrentamiento, el indio tonto es el primero que dispara).

Cada escena me avergüenza. Me siento incómodo, como un mal nadador en el mar en un día de resaca. Me digo que ahí están los planos del maestro, con esos maderos verticales multiplicados, al fondo, por las agujas de los montes. No hay manera, las secuencias son plomizas.

Me vienen a la mente las imágenes de un boxeador sonado, tratando de aguantar un par de asaltos para así ganarse la soldada.

El cine de John Ford es inmortal. Debe de haber algún conejo en su chistera. Quiero creer que cuando comparezcan Karl Malden, Edward G. Robinson y James Stewart ‘El gran combate’ (el título español parece un guiño triste a mala uva) alzará el vuelo. Pero los tres resultan bochornosos en sus absurdos roles de opereta. Me consuelo pensando que la cinta busca el interludio cómico o festivo.

Cuando una película no me dice nada, si el director es solvente, trato de ampararme en la fotografía. Monument Valley, nada menos. Un lugar de culto... transformado en un desierto emocional. En un quiosco de postales. Con una historia que se arrastra por la arena indiferente.

La conquista del oeste fue abusiva. El uso de la fuerza como único argumento es despreciable. Los pieles rojas fueron masacrados. El hombre blanco es una mierda… pero dilo de otro modo. De un modo que parezca verdadero ya que, al fin y al cabo, fue verdad.

La voz en off nos alecciona. Los personajes son cartón. La tensión es una lipotimia.

Me entran ganas de llorar. Como cuando te encuentras con esa compañera de pupitre por la que suspirabas hace veinte años (sí, soy madurito) y te sientes reflejado en el espejo de su aspecto lamentable. Vuelves a casa con el alma jodida. Quieres refugiarte en el recinto de las cosas que no mueren. Ahí, en un rincón privilegiado, están las pelis de John Ford.

Necesito ver ‘El hombre tranquilo’ una vez más para quitarme este regusto a almendra amarga de la boca.

Ver de nuevo las fotos del colegio. Comprobar que no me equivocaba: la chica era un bombón. Y el verde de Innisfree deslumbra en su perpetua primavera.
Servadac
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