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Voto de Servadac:
8
8,0
11.024
11 de marzo de 2012
97 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de los créditos –impresos sobre un cuadro casi abstracto de asfalto y lluvia–, empieza propiamente la película: dos figuras, con gabardina y paraguas, cruzan el plano de izquierda a derecha. Un autobús con plataforma –que recuerda a las novelas de Maigret– se desplaza hacia el fondo. Suponemos que el plano se centrará en el autobús, pero una furgoneta oscura –una Citroën ‘dos caballos’– avanza en sentido contrario y tuerce hacia la izquierda: es ella la protagonista… Pero, inopinadamente, la cámara se detiene frente a un poste y deja que la furgoneta salga del encuadre. El poste ocupa el centro. Tiene pintada una flecha que señala justo hacia la ‘otra’ dirección.
Se corta el plano y aparece, de nuevo, la furgoneta oscura.
¿Por qué comento un plano como éste, tan aparentemente insustancial?
Por la sencilla razón de que, a mi modo de ver, en ese plano se resume el juego que plantea la película. Las direcciones aparentes, los caminos trazados, no son aquellos por los que discurrirá la historia. Cuando una flecha apunta a la derecha, es probable que la cinta gire hacia la izquierda… o, incluso, que ignore la flecha por completo.
Y ahora, en el spoiler, la escena culminante.
Se corta el plano y aparece, de nuevo, la furgoneta oscura.
¿Por qué comento un plano como éste, tan aparentemente insustancial?
Por la sencilla razón de que, a mi modo de ver, en ese plano se resume el juego que plantea la película. Las direcciones aparentes, los caminos trazados, no son aquellos por los que discurrirá la historia. Cuando una flecha apunta a la derecha, es probable que la cinta gire hacia la izquierda… o, incluso, que ignore la flecha por completo.
Y ahora, en el spoiler, la escena culminante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
[1h43’] Las luces y la actividad se apagan en el internado. Christina trata de dormir. La penumbra reina en el pasillo. Sombras y una puerta que se abre. Otra vez Christina. Un guante y una manga ‘Príncipe de Gales’. Una luz se enciende. Las sombras forman una cruz encima de Christina. La directora se levanta. Se asoma a la ventana. Ve luces y la sombra de ¿Michel? cruzando habitaciones –su movimiento parece inverosímil. Un plano negro inunda la pantalla. Irrumpe un hilo luminoso y vertical. Oímos el chirrido de una puerta. Christina se aventura a entrar en el pasillo. Luego avanza, apoyada en la pared. Unos pies resuenan. Otra puerta se abre. Otro chirrido ¿Quién está ahí?
Primera clave del desasosiego: La planificación, la luz, los ángulos y encuadres desorientan. No logramos ubicar del todo los espacios.
Segunda clave del desasosiego: Christina y el ‘fantasma’ no comparten plano en toda la secuencia. Hasta que:
[1h45’07”] Una puerta se cierra, desplazando sombras. Vuelve a su sitio la manija blanca. Christina entra por una puerta situada al otro lado. Es la primera vez que casi están los dos (Christina y el ‘fantasma’) en el interior de un mismo plano. Aunque, en realidad, no se ha visto en ese plano la sombra del ‘fantasma’ sino el movimiento de la puerta y la manija…
CORTA A
[1h45’25”] Christina mira con pavor. La cámara se desplaza para encarar el pasillo. Una puerta al fondo. Hay luz al otro lado. Avanza. La cámara, a espaldas de Christina, se rezaga y mira para atrás: observa una manija –que no es la de la puerta hacia la que Christina se dirige. Se abre en la penumbra –chirrido– y vemos una pierna que avanza silenciosa. Acaba el plano. Por primera vez –ahora sí– Christina y el ‘fantasma’ han compartido plano, aunque no encuadre.
Tercera clave del desasosiego: En el primero de los dos planos anteriores hemos visto cómo el ‘fantasma’ precedía a Christina; sin embargo, en el segundo plano, el ‘fantasma’ está detrás. Esa dislocación espacial usando dos planos sucesivos, refuerza la ilusión de una presencia ultraterrena. En el mundo de las sombras es posible vulnerar las leyes naturales. Intuimos –y tememos– un desdoblamiento fantasmal.
Christina mira hacia atrás y no ve nada. El sonido de una máquina de escribir unifica los espacios. En ese sonido está la cuarta clave del desasosiego. (…)
Cuando todo ha terminado [1h49’30”], el ‘fantasma’ comprueba la falta de pulso de Christina. Por primera vez en la secuencia, ambos aparecen juntos en el mismo encuadre. El círculo se cierra y se descubre el artificio.
Sólo han transcurrido seis minutos y medio, pero han sucedido tantas cosas.
===
Kubrick tuvo que adorar esta secuencia.
===
En francés, ‘Les diaboliques’ es masculino y femenino. La ambigüedad se pierde con la traducción. La flecha parecía señalar en la dirección de ‘Las diabólicas’, pero el trayecto de la cinta concluye en ‘Los diabólicos’. Si es que concluye de verdad…
Primera clave del desasosiego: La planificación, la luz, los ángulos y encuadres desorientan. No logramos ubicar del todo los espacios.
Segunda clave del desasosiego: Christina y el ‘fantasma’ no comparten plano en toda la secuencia. Hasta que:
[1h45’07”] Una puerta se cierra, desplazando sombras. Vuelve a su sitio la manija blanca. Christina entra por una puerta situada al otro lado. Es la primera vez que casi están los dos (Christina y el ‘fantasma’) en el interior de un mismo plano. Aunque, en realidad, no se ha visto en ese plano la sombra del ‘fantasma’ sino el movimiento de la puerta y la manija…
CORTA A
[1h45’25”] Christina mira con pavor. La cámara se desplaza para encarar el pasillo. Una puerta al fondo. Hay luz al otro lado. Avanza. La cámara, a espaldas de Christina, se rezaga y mira para atrás: observa una manija –que no es la de la puerta hacia la que Christina se dirige. Se abre en la penumbra –chirrido– y vemos una pierna que avanza silenciosa. Acaba el plano. Por primera vez –ahora sí– Christina y el ‘fantasma’ han compartido plano, aunque no encuadre.
Tercera clave del desasosiego: En el primero de los dos planos anteriores hemos visto cómo el ‘fantasma’ precedía a Christina; sin embargo, en el segundo plano, el ‘fantasma’ está detrás. Esa dislocación espacial usando dos planos sucesivos, refuerza la ilusión de una presencia ultraterrena. En el mundo de las sombras es posible vulnerar las leyes naturales. Intuimos –y tememos– un desdoblamiento fantasmal.
Christina mira hacia atrás y no ve nada. El sonido de una máquina de escribir unifica los espacios. En ese sonido está la cuarta clave del desasosiego. (…)
Cuando todo ha terminado [1h49’30”], el ‘fantasma’ comprueba la falta de pulso de Christina. Por primera vez en la secuencia, ambos aparecen juntos en el mismo encuadre. El círculo se cierra y se descubre el artificio.
Sólo han transcurrido seis minutos y medio, pero han sucedido tantas cosas.
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Kubrick tuvo que adorar esta secuencia.
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En francés, ‘Les diaboliques’ es masculino y femenino. La ambigüedad se pierde con la traducción. La flecha parecía señalar en la dirección de ‘Las diabólicas’, pero el trayecto de la cinta concluye en ‘Los diabólicos’. Si es que concluye de verdad…