Si, ya conocemos esta historia. La mayoría de las críticas coinciden en los mismos puntos, y después de ver la película, no puedo estar más de acuerdo.

Un músico maltratado por los años, el desgaste de la fama, y la autodestrucción. Un púpilo que le ha superado ampliamente, y una mujer que aparece en su vida, diferente, que le abre los ojos ante muchas cosas. Poco más. Guión típico, con frases predecibles que no impresionan, escenas y planos ya contemplados tantas veces en televisión...

Pero la película cuenta con una garra impresionante, que es la interpretación de Birdges. No es a Bridges a quien vemos, sino a Bad Blake, desde el principio al final de la película. Una bestia interpretativa suelta, sin exagerar en ningún momento, sin excederse, sin quedarse corto, y calando hondo, muy hondo, en la mente y el corazón del espectador. Es totalmente increíble lo que consigue este hombre con un guión manido, una narración sencilla y bien ejecutada, pero sin destacar, y unos compañeros de reparto que no le llegan a la suela, exceptuando por supuesto a un buen Robert Duvall, para variar...

Entretiene, mucho, y emociona, a pesar de lo predecible. Todo resulta correcto, sin alardear, y sin tropezar, pero qué narices, hay que ver esta película y darse cuenta de lo que es una inmejorable interpretación.

Ni que decir tiene que a los amantes de la música les hará disfrutar tanto como a mi. La vida en la carretera y los escenarios también tiene su hueco en la película. Personalmente, he quedado satisfecho.

En Truman, Cesc Gay aglutina los mejores rasgos de su estilo: la contención dramática y la humorística, el costumbrismo y la encantadora representación de la vida de las personas normales por medio de actores dirigidos de no sé qué manera única.

He visto en Truman a uno de los mejores Darines de los últimos años, aquellos en los que el actor se ha mantenido en la cresta de su propia ola. También al mejor Cámara, sin duda. Nunca lo sentido tan cercano, tan normal. Como un vecino. Los abrazos, eso sí, se los daría todos al argentino. Es inevitable llevarse todos los vítores haciendo maravillas con el mejor papel de la cinta.

Y luego está el ritmo, el mismo que llevaría cualquiera que hace una escapada para visitar al amigo que vive lejos: un desayuno aquí, unas compras allá; acompáñame que tengo que hacer un recado; vamos a emborracharnos esta noche. Me lo creo todo. Y el guión, que salta del precipicio del drama al mar del humor en el más estricto sentido del verbo.

Truman no provoca el llanto a base de música lacrimógena a un volumen excesivo; lo provoca, en parte, por empatía con los protagonistas. Pero creo que, sobre todo, aquellos que se emocionaron en la sala que compartimos, se vieron reflejados en alguna de las discusiones, encuentros nostálgicos, despedidas o redenciones de ambos protagonistas. Son tan creíbles y están tan bien ensambladas en los cuatro días que dura esta última copa que es inevitable.

Aunque sólo lo haga durante los cinco minutos que tarda uno en salir del cine, Truman despierta una fuerte sensación de querer pedir perdón a aquellos a quienes has jodido alguna vez, aquellos a quienes decepcionaste. También, ansia de abrazar a tus cercanos. A la mayoría, se nos pasa, pero nuestro orgullo y ese acusado alejamiento emocional que hoy nos caracteriza, no debe ensombrecer el logro. Meritorio es.

Son muchas las cintas que nos recuerdan lo puta que es la vida, pero me cuesta recordar alguna tan sutil, cercana, bien actuada y, sin más, divertida.

Sin duda, esta es la mejor película que ví a lo largo del 2009. Juan José Campanella firmó una obra maestra, pero Ricardo Darín, Soledad Villamil, Guillermo Francella, Javier Godino y Pablo Rago también.

"El Secreto de Sus Ojos" es una historia de amor. Es una historia de serie negra. Es una historia de venganza. "El Secreto de Sus Ojos" es una comedia. Ella es todo eso, y más.

Ifinitas influencias de los más grandes, clásicos y modernos conforman un estilo increíble salido de la mente de Campanella. Conforman una preciosa historia, rodada con una maestría, imaginación y brillo inpresionantes. La fotografía deslumbra, y las imágenes y lo que contienen, descoyuntan al espectador.

Las interpretaciones de todos los protagonistas son naturales, creíbles. Destilan química entre ellos... (lo que transmite la pareja protagonista es más que amor).

Decorados, diálogos, ritmo, giros, detalles como el de la máquina de escribir o el "temo" escrito en medio de la noche, el hilado de toda la historia...

Todos los factores son sobresalientes, y dejan un montón de recuerdos en la memoria, como solo hacen las obras maestras. Planos que se quedan grabados, sensaciones que transmite y que intentas revivir pasados meses de haber visto la película...

CINE, con mayúsculas, que mezcla géneros, influencias, estilos... Una cinta inolvidable.

Pues si, es un western con ninguno de los tópicos del western, o más bien con todos los tópicos del western pero desmitificados. En este film se le da la vuelta a los duros forajidos, a los sheriff, a las prostitutas y a todo lo que les rodea.

Dejando para después los detalles técnicos, comienzo comentando la historia, totalmente conmovedora, con un excelente prólogo escrito, y un mejor aún epílogo, y un desarrollo lleno de escenas memorables. Todas han quedado grabadas en mi memoria. Aquí se describen de muy buena manera lo que es la culpa, el arrepentimiento, el amor correspondido, la voluntad del hombre y lo que despierta la violencia en el mismo. Situaciones totalmente conmovedoras como la que se desarrolla en el cañón, donde es casi inevitable que a uno se le salten las lágrimas o el final de la misión y la entrega de la recompensa, durísimo momento, son las que han convertido a esta película en algo mítico, en la que para mi es la mejor cinta ambientada en el oeste que he visto.

Punto aparte son la fotografía, las actuaciones y la dirección de Eastwood. Preciosos escenarios con encuadres perfectos, iluminación adecuada en todo momento que ayudan a pasar de la tensión y el miedo a la tranquilidad en cuestión de segundos. Un Freeman conmovedor, noble y atormentado, al igual que Eastwood, que cambia de un momento a otro de la película de forma impresionante, dando risa al principio para que al final a uno se le escapen ciertas sustancias nada mas verle. Y un Hackman que a medida que avanza la película va ganando repulsión y asco por nuestra parte, interpretando a su personaje con una voz totalmente repulsiva y despreciable.

Y la dirección, brillante. Todo esta donde debe estar, buenos movimientos por parte de los actores, peleas creíbles, y auténticos planos originales, como la salida a rastras de Will del bar tras recibir la paliza.

Una película inolvidable, imprescindible. De lo mejor de Eastwood, que parece que se ha acostumbrado a producir y dirigir verdaderas maravillas. Gracias Clint por hacerme pasar tan buenos momentos, ya sean duros o conmovedores, de los cuales hay a montones en esta cinta.

La película cuenta varias historias de forma paralela, estructuradas en capítulos claramente separados. Por un lado, está el pequeño batallón de judíos americanos liderados por el teniente Aldo Raine (genial Brad Pitt) quienes tienen como único objetivo infiltrarse en la Francia ocupada por los nazis e ir aniquilando a todos los que puedan. Y por otra parte, se cuenta la historia de Emmanuelle, la dueña de un cine a quien un joven soldado alemán quiere conquistar.

Parece muy poca cosa, pero personalmente, encontré en Malditos Bastardos una historia que se desarrolla a base de diálogos largos, hechos impresionantes, giros... y entre tanto, toda la capacidad visual de Tarantino desplegada en cada fotograma, hasta que los diferentes hilos narrativos concluyen en un final apoteósico.

Toda la película es Tarantino elevado al mayor exponente. Buena música, encuadrada perfectamente en las escenas, montones y montones de homenajes a directores conocidos como De Palma o Leone, diálogos imposibles, imágenes bellas e impresionantes, violencia y unas actuaciones magistrales. Y es en este último punto donde entra en juego uno de los mejores factores de la película, del que tanto se ha hablado... El alemán Cristoph Waltz hace una interpretación merecedora de los premios que a cualquiera se le puedan ocurrir. Aparte de un personaje inolvidable, perfectamente medido, que le da mucha vida a la historia, cada gesto del actor, cada mirada, cada frase... Hacen que le cojamos cariño al personaje a la vez que le odiemos. Totalmente increíble.

Y como toda película de Tarantino, esta funciona a base de momentazos. El principio, que recuerda muchísimo al de "Hasta que Llegó su Hora" en términos escénicos, el tiroteo de tal escena, la conversación en tal sitio... Toda la película está compuesta por trozos que a uno siempre le gusta recordar cuando se habla de una película, pero gracias al ingenio de Tarantino, encajan perfectamente en el resultado.

Quizás haya bajones de ritmo en algunos diálogos, siendo este el punto que le resta nota a la película, pero junto con "El Secreto de sus Ojos" es la mejor película que he visto este año. Una verdadero espectáculo visual, una gamberrada enorme, tan grande como el homenaje al propio cine que supone la historia, y otra vez, Tarantino en estado puro. Si te gusta él, te gustará la película... sino, no te va a cambiar la vida. Suerte si eres de los primeros, porque disfrutarás de una cinta tremenda.