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Nepal Nepal · Mitad del monte
Críticas de Arendar
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
4
4 de septiembre de 2014
180 de 252 usuarios han encontrado esta crítica útil
—Señor Morgan Freeman, ¿qué pasaría si un ser humano alcanzase el control total de su cerébro?
Morgan se queda dubitativo durante unos instantes.
—No tengo ni la menor idea.
*CHAN CHAN CHAAAAANNN*

Claro que no tiene ni pajolera idea, y al parecer no sólo usted, sino también el señor Luc Besson. No pasaría ABSOLUTAMENTE NADA. El ser humano, para decepción de muchos, utiliza el 100% del cerébro.

*VIENDO LA PELÍCULA:*
Vale, bien, la película parte de una premisa falsa, no pasa nada, vamos a ver cómo la llevan. Bien, bien, el inicio tiene fuerza, tiene chispa, tiene ritmo. Scarlett marcando sujetador en slow-motion. Bien, bien. Una historia de venganza. Pim pam pum, qué guapo, Scarlett se va volver una máquina de matar. Joder, vaya que si se va a volver una máquina de matar. Joder, pero qué cojones. ¿Y qué más? Claro que sí, y yo me lo creo. Vale, se les ha ido totalmente la olla.

Después de los primeros 30 minutos agárrate para que pase lo que sea, eh, pero lo que sea.

Basándose en una premisa falsa, aún haciendo la vista gorda, nos meten super poderes increíbles e incoherentes con la propia naturaleza del cerébro y sus capacidades. Pero además a mansalva. Aquí Luc Besson escribió lo que le dio la gana sin respetar ningún tipo de sentido. Y aunque sea ciencia ficción, toda película de ciencia ficción debe respetar su propia ficción y su universo, cosa que en Lucy no pasa.

Empieza bien y se desinfla hasta lo ridículo. ¿La culpa? Del guión.

En el spoiler os dejo todas las cosas que me han tocado un poco los huevines.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Arendar
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7
14 de noviembre de 2015
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La visión que Andersson tiene de la sociedad sueca y, por ende, de todas las que comparten el mismo sistema de vida, es lo más pesimista que uno se puede echar a la cara. No hay ni un rayito de luz. Los tonos son sucios, apagados, hospitalarios. Todos los personajes producen rechazo. Aspectos repugnantes, de cara pálida, pelo grasiento, ojos enrojecidos y grandes tripas. La mujer en camisón, en bata, medio desnuda o desnuda, pero sin erotismo. Pinta el sexo como un anestésico; no hay pasión ni calor ni amor, tan solo fornicación virulenta. Las conductas son pasivas, lastimeras, egoístas, ignorantes; todas despreciables.

El atasco infinito, la "locura" del poeta, el chico ahorcado, el despido, los Cristos que no se venden, personas azotándose por las calles, la niña sacrificada, la carrera de equipajes, el mago y el truco, el loco con bata, la pitonisa y la bola de cristal entre ejecutivos...Todas las situaciones muestran a una humanidad errática, bárbara, apática, supersticiosa y condenada a ser su propia víctima.

Porque parece que el mal no es nadie, que aparece de la nada y toca sitios; países, ciudades y personas. Como si fuera una plaga bíblica, cuando la verdadera plaga es el propio humano. El que huye de los estragos que provoca. El que hace daño, el que crea catástrofes y nunca se culpa a sí mismo.

Es irrepochable su valor crítico y su potencial expresivo; con la cámara fija en planos abiertos recuerda a una puesta en escena teatral. Pero hay que echarle paciencia y temple. No es fácil aguantar una hora y media siendo testigo de vidas tan deplorables, aunque, como decia el señor de la tripa, no es fácil ser humano.

Andersson cree que es el fin de toda esperanza. Demasiado derrotista para mi gusto, aunque hay que admitir que todos los males de "Canciones del segundo piso" recuerdan todas las taras de las sociedades modernas. Y da miedo.
Arendar
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6
30 de abril de 2013
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de haber empezado a grabarla deberían haberse parado a leer qué coño habían escrito, porque es un sinsentido tras otro lo que le da sentido a la película.
Puede que los actores lo hagan bien, que el guion sea bueno y que en otros aspectos cumpla su cometido, pero con una historia sacada de la manga que parece haberse improvisado sobre la marcha no se puede hacer una película, no hombre no.

Más información en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Arendar
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8
5 de noviembre de 2015
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más que de la muerte, podría decir que se trata de cómo dejar la vida. Porque, al fin y al cabo, de la muerte solo sabemos que es el final de la vida. Y Julián decide disfrutar la suya todo lo que puede en sus últimos días. Deja a un lago el ego, el egoísmo, la vergüenza y el miedo y lo prepara todo. No quiere que nadie se preocupe ni que nadie sufra. Incluso parece que se siente culpable por estar muriéndose. Se preocupa más del resto que de sí mismo, porque como bien dice «las relaciones son lo más importante que tenemos en esta vida».

Y por eso en "Truman" vemos una de las amistades más poderosas del cine actual. La relación entre Julián y Tomás se muestra fiel, incondicional y auténtica, ahorrándose los efectismos tramposos y los picos melodramáticos en la narración para optar por los encuentros y las pequeñas pero importantes conversaciones. Esas que todos deberíamos tener más a menudo. Cada ceño fruncido, cada mirada, cada silencio y cada palabra muestran a dos hombres que se respetan, se aceptan, se valoran, se aprecian y, sobre todo, se quieren mucho.

Cesc Gay, con una sensibilidad de oro, regala un acercamiento a la muerte doloroso y violento, como no podría ser de otra forma, pero que está lleno de elegancia, de vitalidad y de humor. Una historia sobre personas para personas. Con una loable actuación de Javier Cámara, dificilísima la suya. Y, bueno, lo de Darín ya es un tema a parte.

Emociona, alegra, reconcilia y humaniza.
Arendar
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5
13 de febrero de 2016
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin rodeos: "The Hateful Eight" es para mí la peor pelicula de Tarantino.

Lo que sabía de ella me sugería mucho, quizás demasiado: un grupo de diablos conviviendo en una cabaña, aislados por una ventisca de nieve; conociendo las virtudes de Quentin, el banquete estaba servido, ¿no? A todo el que le apasionen las historias de ratoneras, de secretitos y mentiras, de deslizar objetos por las mangas, de muertes sin asesino... estaría, como yo, bastante ilusionado con su lanzamiento. Sin embargo, me tocó sufrir un desvanecimiento gradual de todas las esperanzas que había puesto en "The Hateful Eight" conforme la película iba avanzando hacia, lo que parecía, la deriva más insalvable, pues está muy lejos de resultar un juego de personajes como el de "Reservoir Dogs" o de volver a crear momentos de tensión tan sobervios como la cena con Leonardo Dicaprio en "Django".

El gran grano en el culo es que Tarantino subraya todo lo visceral y se olvida de trabajar todo lo demás. Lo que antes en su cine era una de las especies, aquí es el ingrediente principal, dando un plato indigesto.

En este nuevo western, la puesta en escena y el plantel de actores son formidables; no se puede negar que Tarantino sigue conservando un gran gusto estético y una buenísima mano para diregir actores, (actuación increíble de Jennifer Jason Leigh), pero en eso se queda Quentin revisitando y tuneando el género del honor y el gatillo flojo.

El argumento me recuerda a la sosería de Jackie Brown. El enredo es simplón; la averiguación, en lugar de desmontarse por capas que vayan descubriendo a los personajes y sus intenciones, y hagan al espectador partícipe del gran juego de sospechas y culpables, se precipita reduciéndose a una detonación absurda que se queda sin mecha durante demasiado tiempo, desechando el principal potencial de este tipo de historias: los pequeños gestos, las mentirijillas, las dudosas alianzas y los giros que te hacen dudar hasta el último incluso del más bobalicón.

Además, no consigue salvarlo con sus otras bazas. Los gags, los monólogos y las replicas mordientes se repiten una y otra vez con menos ingenio, perspicacia y coherencia narrativa que nunca, creando a unos personajes de nulo calado dramático, que son puro exhibicionismo Tarantinesco, y que no consiguen ganarse ni el interés ni la simpatía del espectador. Del mismo modo, el trasfondo histórico americano se convierte en un marco infantilizado con el único proposito de dar rienda suelta a los vicios de Tarantino.

Esta forma de desenvolver el argumento, más una trama que solo aumenta el lamento, crea una película que nunca encuentra ritmo, se aletarga y se estira hasta producir hastío y hartazgo.

Por si fuera poco, la violencia es más gratutita que nunca, deja de ser una parte satisfactoria para resutar una confirmación de que Tarantino en "The Hateful Eight" ha puesto más sangre que ideas.

Al final todo resulta burdo, vanal y repetitivo. Ni historia de venganza, ni reflexión macarra sobre los problemas raciales, ni oda a la justica inmoral. Es el morbo y la verborrea con factura millonaria.

"The Hateful Eight" sigue siendo cine de Tarantino, pero del Tarantino más desatinado que sorprende con una película que lejos queda de cualquiera otra que haya filmado. Es un disparo al bosque por la simpe satisfacción de tirar, que se pierde en una trayectoria que no apuntaba a ningún blanco.
Arendar
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