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Críticas de GEORGE TAYLOR
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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
6
21 de enero de 2010
29 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras este título, que a muchos nos trae resonancias de la edad de oro del Pop español, encontramos un filme italiano de los sesenta que adaptaba un relato corto de Robert Sheckley (afamado especialista en CF). Y lo hacía en manos de Elio Petri. Un competente cineasta transalpino, bastante especializado en filmes de temática social y también tramas policiales.

Lo cierto es que algo de eso hay aquí. Pero en realidad, lo que se nos plantea es una trama típicamente futurista, con la "caza del hombre" como deporte institucionalizado y avalado por las autoridades, sin rehuír (como toda historia de CF humanista que se precie) todo un trasfondo de crítica social al papel de los medios de comunicación y de la indiferencia ante el crimen y la violencia.

Por cierto, que el guión de la adaptación lo firma alguien tan fiable como Tonino Guerra, un auténtico peso pesado. Y, por si fuera poco, dos rostros en los papeles protagonistas tan reconocibles y carismáticos, como los de Marcello Mastroianni, Elsa Martinelli y Ursula Andress.

Con todo este buen material de partida, la cosa podía dar mucho de sí. Pero lo cierto es que, vista a día de hoy, "La décima víctima", más que un thriller ultraviolento repleto de dramatismo, casi se nos antoja como un thriller cómico "de época". Obviamente, con "de época" no me refiero al habitual significado que se le otorga al término, esto es, ambientado en siglos remotos, con todo lo que supone de vestimentas, escenarios, etc. Aquí la época son los años 60, del reciente siglo XX.


Unos años 60 que, para bien o para mal (en este caso, para muy mal) lo llenan absolutamente todo. Desde una banda sonora auténticamente desquiciante, por lo omnipresente que se halla a lo largo de toda la película (en ocasiones molestando los propios diálogos de los personajes), pasando por una narración estética y formalmente pasadísima de rosca (casi deja en pañales, en cuanto a su "estridencia", obras como "Arabesco" o "Charada", por citar otro par de filmes netamente "poppies").

Total, que lo que podía ser una obra interesante y que plantease cuestiones que, por otro lado, más tarde retomarían con suerte dispar, otros cineastas y autores (la muerte como espectáculo televisivo, la caza del hombre como deporte...) aquí Elio Petri lo convierte en una suerte de vídeoclip kitsch que ni siquiera tiene la gracia de los Bond más "yeyés".

Ya no es por el hecho de revestir la narración de un tono pseudo-cómico, que al fin y al cabo, es un punto de vista tan válido como cualquier otro. Sino, sobretodo porque a la media hora la película ya ha dejado de interesar, al desvirtuar totalmente el aspecto de fondo, para abordar cuestiones más típicas de las comedietas de enredo tan en boga por aquel entonces.
GEORGE TAYLOR
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10
2 de febrero de 2010
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las más brillantes y polémicas películas históricas del épico Cecil B. DeMille, que ya en el cine mudo había dado muestras de su magna visión cinematográfica con títulos como Los diez mandamientos (1923) y Rey de reyes (1927). En esta ocasión, y sobre el texto de una obra de Wilson Barrett, nos cuenta la historia de cómo Nerón incendió Roma culpando de ello a los cristianos para justificar su persecución de cara al pueblo. Aunque lo más destacado de la función acabó siendo el latente erotismo mostrado por Claudette Colbert (como la malvada emperatriz Poppea), bañándose en leche de cabra ante la atenta y lasciva mirada de Nerón (un superlativo Charles Laughton).

Además, la película estaba repleta de orgías, sadismo y otras actividades sexuales, estrenándose íntegra ya que todavía no estaba instaurado el código censor. DeMille ya había dirigido una primera versión sobre el tema en 1914. Para este remake gastó 650.000 dólares, rodándola en tan solo ocho semanas. Constituyó un enorme éxito de taquilla y obtuvo una nominación al Oscar a la mejor fotografía (Karl Struss).
GEORGE TAYLOR
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10
26 de diciembre de 2010
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Hora Final es un título importante de la historia del cine. Quizás no sea el mejor drama sobre el fin del mundo, pero es el primero que trata abiertamente el apocalipsis debido a una guerra atómica. En los cincuentas la ansiedad por la carrera armamentista y el peligro de un holocausto atómico se había visto reflejados de manera metafórica, usualmente a través del género de los monstruos gigantes radiactivos. El mérito de la película de Stanley Kramer es el dejar de utilizar alegorías y despacharse directamente con los hechos: muchachos, si estalla la guerra nuclear, pasaría esto. La puerta que dejaría abierta La Hora Final sería aprovechada por títulos posteriores como Pánico Infinito, Dr. Strangelove o Fail Safe.

Ciertamente el enfoque del filme es algo difuso al principio, y todo el tiempo roza lo melodramático. La noticia de la guerra nuclear es disparada por una emisión de radio en los cinco primeros minutos del filme, pero todo el panorama de Australia - la rutina normal de todos los días - nos impide asimilar el hecho. Hasta que uno empieza a toparse con situaciones fuera de lo común - la gente movilizada en caballos y bicicletas por toda la ciudad; las extrañas actitudes de la gente -, que nos dan la pauta de que algo no está bien. Y por más que esta gente aparente estar ok - como el personaje de Donna Anderson -, se encuentra devastada por dentro. Gregory Peck todavía imagina que sus hijos y su esposa están vivos en alguna parte, Ava Gardner vive alcoholizada, Donna Anderson niega la realidad, Anthony Perkins sigue con su rutina habitual mientras intenta conseguir pastillas de cianuro para su familia cuando llegue el momento, Fred Astaire se da los gustos de un condenado a muerte.
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El filme es muy vago en su tono hasta que aparece Fred Astaire. Sinceramente nunca vi al ex bailarín como un buen actor, pero su perfomance en La Hora Final es excelente. Todo el cast tiene buenas perfomances, pero lo de Astaire es brillante. Su personaje es cínico y realista, y tiene por lejos los mejores parlamentos de la película. Y es tan sutil su interpretación en algunos momentos - el consuelo a Ava Gardner, los razonamientos sobre el holocausto, la reprimenda a Anthony Perkins - que debería haber ganado un Oscar (sólo recibió una nominación en los Globos de Oro). En definitiva una obra maestra.
GEORGE TAYLOR
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9
12 de septiembre de 2008
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Remake de "King Kong", producido por Dino de Laurentis en plena moda del cine de catástrofes y de animales asesinos. Yo personalmente le encuentro varios aciertos como la magistral banda sonora de John Barry, ya que en principio se iba a utilizar la del film de 1933 de Max Steiner pero por problemas legales no se utilizó, la belleza de Jessica Lange que aquí está deslumbrante y un ritmo trepidante.
¡¡¡¡Un film a reivindicar!!!!
GEORGE TAYLOR
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10
16 de agosto de 2013
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Merrill, Merrill, Ned Merrill… Un momento: ¡Neddy Merrill! Claro que lo recuerdo. Vivía en el condado de…, en una gran casa, con su mujer, Lucinda, y sus hijas. Uno de esos tipos que transmiten vigor deportivo, la sensación de una inagotable juventud y una no menos inagotable capacidad de sorprender. Hubo quien decía que era inmaduro, algo imperdonable cuando se tiene la posición que él llegó a ocupar en la comunidad. Quiero decir que uno puede excederse un poco con la bebida los sábados por la noche, y quién no, pero Neddy, bueno, Neddy empezó a dejarse ver borracho, y a pedir dinero prestado, y luego fingía no recordarlo, y sonreía. Tenía una sonrisa maravillosa… Qué le pasó… Sí, qué les pasó a los Merrill… Eso no lo recuerdo; tal vez nunca llegué saberlo exactamente. Neddy Merrill. Caray. Un domingo de mediados de verano, en el sesenta y cuatro, tuvo la ocurrencia más insólita que jamás haya concebido nadie: recorrer a nado, desde la casa de los Westerhazy, donde él estaba esa mañana, los doce quilómetros que le separaban de su casa. ¿Cómo? Siguiendo el curso de un río de piscinas, o dicho de otro modo: cruzar el condado entrando y saliendo de todas y cada una de las propiedades que mediaban entre aquella casa y la suya, zambulléndose en sus piscinas, de cabeza, naturalmente (sentía un inexplicable desprecio por los hombres que no se tiran de cabeza), dejándose abrazar y sostener por el agua verde y cristalina mientras las cruzaba y saliendo a pulso por el otro extremo, a pulso siempre, nada de escalerillas… Qué le ocurrió… Se supone que hizo aquel recorrido en un solo día, en unas horas, y sin embargo bastó para que pasara de la plenitud a la derrota, del calor al frío, del aprecio de sus vecinos a ser tratado con cierta displicencia, e incluso con una abierta descortesía… Y dicen que al llegar a casa…, oh, pobre Ulises fluvial…, al llegar a aquella anhelada Ítaca pareció que hubieran trascurrido no ya varios días, sino años…
GEORGE TAYLOR
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