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España España · Valencia
Críticas de borx
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
10
5 de junio de 2006
304 de 340 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras revisar Vértigo con una lectura más profunda, es imposible dejar de cuestionarse los supuestos logros argumentales de los trhillers psicológicos actuales. Películas que nos maravillan con sus inesperados giros de guión, donde nada acaba siendo lo que parece y donde el personaje principal sucumbe ante una crisis mental que le está alejando de una realidad que sólo el espectador cree conocer. Hace más de cuarenta y cinco años Hitchcock cocinaba con ese material, y es en Vértigo donde se reta a sí mismo para hacer una de sus películas más personales y autobiográficas desde el punto de vista de sus obsesiones, miedos y fantasmas.
Vértigo lo tiene todo. Técnicamente es una película virtuosa y preciosista. Mimada y pensada hasta el último detalle, obsesiva como su protagonista y como su realizador. Sólo cabe pensar en Kubrick como alguien tan o más obsesivo en cuanto a la puesta en escena se refiere, como parte fundamental de la historia, que esconde y moldea entre líneas las claves para acercarse a lo pretendido por el autor haciendo de lo puramente visual y escenográfico un pulso de interactividad con el espectador.
Vértigo es además una película tramposa en el mejor sentido de la palabra. Un thriller policiaco que sirve de Mcguffin tras el que se esconde una historia de amor macabra y enfermiza. Esta vez Hitchock, huyendo de sí mismo, despoja la película de todo arquetipo y artificio de suspense al que tenía acostumbrado a su público. Y de forma deliberada va desvelando la supuesta trama principal que preocupa al espectador. La del relato policiaco, la de las identidades, la de “descubre al asesino”.., para quedarse con lo que al él realmente le inquieta y que ya nos introduce en el primer acto, mientras Scottie sigue durante quince mintos de metraje en silencio, los pasos de Madeleine; Una mórbida obsesión, una atracción irrefrenable hacia el objeto de deseo, una mujer que no existe, un amor inalcanzable, por etéreo e imaginario, por frío y misterioso. La “rubia fatal” que siempre inspiró al director.
Con una banda sonora como nunca antes se había visto, y que ha servido de inspiración en todos los compositores de cine actuales, homenajeada y copiada hasta la saciedad, Vértigo es una película moderna y adelantada a su tiempo. Censurada en parte, por lo necrófilo y adultero. Criticada por sus cepos y sus desentramados, ambigua por la psicología de su personaje principal, misógino y deshumanizado por momentos y su desasosegante objeto de deseo que no se ajusta a lo habitual o a lo políticamente correcto.
Hoy Vértigo es un verdadero manual de cine. Un lienzo de obligada revisión, en el que se aprende, se reflexiona y lo más importante, se nos invita a experimentar esa extraña y desconcertante sensación de atracción y miedo al unísono que es el vértigo y que por qué no, también son nuestros objetos de deseo.
borx
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10
5 de junio de 2006
164 de 189 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ponerse a descifrar y analizar a Tarkovski y en particular esta película sería una tarea ardua a la par que pedante y pretenciosa.
Cargada de símbolismo, onirismo metafórico, mística y poesía como para llenar una biblioteca, el Espejo de Tarkovski es un ejemplo de trascendencia y desarraigo narrativos. No interesa la trama. Pero trasciende. Imposible apartar los ojos de la pantalla. Ciento seis minutos embelasado, con cada diseño de plano, con la luz, con la magia. El Espejo alcanza cotas artísticas y estéticas tan altas que parece un lienzo de los maestros holandeses por momentos. El subconsciente despega y el viaje es maravilloso. El sueño meridiano pre-mortis de un hombre que revisita los recuerdos que han marcado su infancia a través de los ojos de su mujer, su madre, su hijo y él mismo siendo todos y ninguno a la vez. Un espejo para el espectador que convierte la película del genio ruso en su propio reflejo, en su propia historia. Impresiones, sensaciones, olores. Los cuatro elementos testigos hilvanadores de los ciclos vitales. El misterio de la vida, de los sueños, de lo inerte. La belleza de las palabras y de los objetos. Arte y poesía. Las estaciones. La tristeza, el llanto. La pérdida de la inocencia. Los temores, las pulsiones. El amor de madre, el primer amor.
La película comienza con una sesión de hipnosis para curar un defecto en el habla de un adolescente que no es capaz ni de decir su nombre. Tarkovski nos prepara de este modo para que comprendamos que sólo desde el subconsciente podemos ver el alma humana e intentar comprender el gran misterio del amor y la muerte. El último travelling, es el último verso del poema de la vida, el instante eterno de dos amantes sobre la hierba y el grito del niño a manos de su madre, que aúlla haber vuelto a nacer, mientras la cámara se adentra en el sombrío y misterioso bosque que es la muerte. Arte y trascendencia en estado puro. Genios de esta categoría no son de este mundo, y al igual que los Da vinci, Bach, o Shakespeare están aquí para hacernos pensar en la condición humana y en la belleza innata e implícita que trasciende de la vida el amor y muerte.

Borx
borx
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9
5 de junio de 2006
123 de 162 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo lo que Haneke pretende en Funny Games está resuelto con maestría y virtuosismo narrativo. Un ejercicio de realización impecable tanto en ritmo como en dirección de actores, verdaderamente fuera de lo común. Consigue transmitir ultraviolencia y pánico con explicidad cero, jugando únicamente con fueras de campo, planos estáticos, eternos, impensables en una cinta de terror convencional. El tratamiento del silencio, de cada mirada. Lo inquietante de un conflicto argumental tan verosímil y la sensación contínua por otro lado de que la horripilante situación a la que ha sido gratuitamente expuesta esa familia, debería ser más fácil de solucionar. Pero no. Vaya que no. Estamos ante una prueba de fuego para un espectador que al igual que esa familia no deja de preguntarse “por qué” sin hallar respuesta. Estamos posiblemente ante uno de los tratados de psicopatía más completos de la historia del cine. Por suerte o por desgracia de vez en cuando el cerebro de toda esa carnicería apela al espectador para recordarle que lo que está viendo es ficción y de paso que tiene el control absoluto, casi divino de la situación, control que se materializa en la escena del mando a distancia, uno de los momentos de inspiración más sublimes que he visto nunca. Todo en Funny Games son sutiles contrastes que le sirven a Haneke para perfilar más el horror, la tensión, la incertidumbre. El predomino del incorrompible blanco, tanto en la ropa de la pareja de psicópatas (recién sacados del Wimbledon) como en el mobiliario y la luz. El enclave de ensueño, la ausencia de armas por parte de estos dos jóvenes asaltantes, que únicamente usando las palabras y un palo de golf anulan a una familia al instante. La premisa de los inocentes huevos. ¿Qué pasa ahí?. Si la hubiera visto en el cine me hubiera girado para comprobar que la cara y la sensación de la gente era exactamente la misma que la de ella conforme avanzaba la escena de los dichosos huevos. Del mismo modo, en el plano general fijo del salón tras el primer clímax narrativo, el sonido y la imagen desvirtuada y turbadora de las carreras de coches en esa televisión salpicada de sangre, y un padre sucumbiendo a la rotura del alma en un alarido escalofriante y al arrepentimiento más doloroso seguidamente. Más de diez minutos para palidecer, insuperable. Lo nunca visto.
Funny Games es un triunfo cinematográfico, una joya de realización, ritmo y dirección de actores. Un laboratorio en el que Haneke explora la raíz del verdadero terror psicológico, los instintos más primarios y a la par más irracionales, la entidad amoral, las clases sociales y las clases mentales; la impotencia, la desgracia y la desdicha; la humillación y la injusticia. Siempre en silencio, siempre al acecho y sin concesiones. Así es Haneke, así es Funny Games.
borx
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8
5 de junio de 2006
71 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se abre el telón. Pocos imaginamos lo que estamos apunto de presenciar. El ABC del guionista habla de presentar al personaje principal en los primeros minutos con unos rasgos que le caractericen y justifiquen parte de su comportamiento o su toma de decisiones durante la historia. La presentación de Robert (el ladrón) es más que suficiente para saberlo todo sobre él. Para temerle y para apiadarse de aquel que esté en deuda con él. Deja clara su posición con respecto a la vida, a la mujer y al hombre, alzándose como un absurdo y patético semidiós.
Todo en El Cocinero, el Ladrón, Su Mujer y Su Amante está atrezado al límite de lo incómodo. (Como su título). Un película que casi puedes oler. Una voz que no puedes dejar de oír. Robert es empalagoso, acapara toda la conversación con discursos banales y seudo técnicos sobre las formas, la alimentación y la historia, convirtiéndose en el comensal que nunca querrías tener a tu lado en una comida. Su mujer es humillada y apaleada continuamente por él. Pero absorbe con estoica parsimonia esos palos y la canaliza flirteando con otro hombre, contrapunto perfecto a su marido. El amante. El único que viste de manera inocua y desapercibida. Un hombre que lee en lugar de hablar y que folla mejor que su marido. Sus encuentros son en la cocina, bajo el consentimiento de Richard, el cocinero y su plantilla, sometidos por Robert que acaba de comprar ese restaurante y se entretiene con él. La tragedia y la rebelión están servidas.
Qué película! Inclasificable. Llena de simbolismos. Comedia negra. Esperpento Barroca por lo emperifollada. Tres decorados teatrales. Artística hasta la indigestión. Alusiones explícitas a un etapa pictórica. La cocina recuerda más a lo humano de Velásquez y el comedor a lo sofisticado de Rembranndt. La fotografía es sublime. ( el momento en que Robert descubre los affairs de su esposa y su ira impregna toda la pantalla en un rojo terrorífico es impagable). Sorprende lo ambiguo de su tratamiento tan explícito de una época (cinquecento) y a su vez la intención de ser dadaísta y deconstructivista. No sabes si alabar la estética o detestarla y acabar con ese decorado tan absurdo y empalagoso como su dueño.
Película en la que no consigues la identificación ya que todos sus personajes a excepción del cocinero parecen esperpentos oníricos sacados de la peor pesadilla. Personajes incómodos en un escenario inverosímil pero atrayente.
El Cocinero, El Ladrón, Su Mujer y Su Amante, es un logro estético y fotográfico. Es innovadora en su tratamiento argumental y sus personjes y al verla uno no puede sino recordar películas posteriores de Jean Pierre Jeunet o de Wong Kar Wai que beben del imaginario visual de Greenaway. Incluso pensar en Homer Simpson como un Robert “reformado”.. No es tan descabellado si ahondas en la naturaleza del Sr Simpson. Matt Groening vio esta película.
borx
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7
6 de junio de 2006
21 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vincent está a un paso de cortarse la oreja. Tiene algo. No sé que es. Tampoco me importa. Pero es imposible no dejarse llevar. Reconozco que la cinta rezuma ego y pretensión por doquier pero, ¿qué genio no se ha pintado un autorretrato alguna vez? Lo realmente interesante es que Gallo hace lo que le da la gana y no engaña a nadie.
Cambia despacho y diván de loquero por furgoneta y carretera. Soporífera sí. Pero no gratuitamente. Nunca ví tratar narrativamente algo tan peligroso en esto del cine como es el sopor de manera tan inteligente. ¿Cómo es conducir sólo con la carretera como única compañera de viaje, cuando el dolor, la culpa y los celos son tan grandes que no puedes ni llorar? Estamos mal acostumbrándonos a cine de supuesta calidad donde cada tiro de cámara, cada frase de quión están al servicio de una segunda lectura para deleite de los eruditos de turno. Este es un relato en el que no pasa nada aparentemente. Pero no por ello deja de merecer la pena profundizar y dejarse llevar. Así que desquítemonos de una vez por todas de chismes y puritanismos. Me importa bien poco a que precio vende Gallo su semen por internet y mucho menos me voy a escandalizar por ver explícitamente como la Sevigni se la chupa a Gallo. ¿Acaso es de otra manera cuando lo practicas con la persona que amas? Veo a Gallo más cercano a la sinceridad y la poesía que a la provocación. El autor murió hace tiempo, esta película es sólo nuestra. Puede que no sea el gran cineasta que nos empeñamos en criticar. De hecho prefiero pensar que es un cineaficionado que apunta maneras muy talentosas. Así que dejémosle jugar tranquilo con su partitura y sus pinceles. El tiempo le pondrá en su lugar.
El final, a mi modo de ver es excelente, no por lo epífano y revelador, sino porque de alguna manera sí que justifica toda esa "oda a la nada" que rezan algunos. El espectador atento se dará de bruces con Gallo y compartirá lo para mí pretendido en este film: llegar al autoconocimiento de lo que hace débil y vulnerable al ser humano: la culpa, los miedos, el egoísmo y el dolor de amor vividos en soledad, así como lo único que todavía se le escapa de racionalizar a este simio vestido que somos. El sexo y la muerte.
A esta alturas del relato posmoderno ya era hora de que alguien le dedicara una oda a la narcisisista, soporífera y nada que es/somos esta sociedad de la posmodernidad en la que nos levantamos cada mañana.
borx
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