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España España · Bilbao
Críticas de Farinhas
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
10
26 de enero de 2008
45 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra del gran Buñuel.

Todo comienza en una perfecta cena de la burguesía donde ya ante la aparente cortesía se atisban los primeros cuchicheos y demás parafernalia. Pero, inexplicablemente, al finalizar la misma, como por una fuerza sobrenatural, no pueden abandonar la casa de los Nóbile.
Con el paso de los minutos, esa, como ya he dicho, cortesía inicial se torna en voraz hipocresía, insolencia, desprecio, insolidaridad, cinismo, victimismo, egocentrismo,... Problemas de clase adinerada, que empieza a ahogarse en sí misa. Con ejemplos de guión al estilo de "la odio, prefiero el hambre y la sed antes de soportarla", que muestran el cada vez más profundo odio que comienzan a profesar por sus iguales.

Es un fiel retrato de esa sociedad elitista. Toda la película, se basa en una metáfora de esa superclase. Una metáfora de cómo están encerrados en sí mismos, donde sienten frío en un ambiente tan cargado y claustrofóbico. Pasan un auténtico calvario. Poco a poco la violencia y la impaciencia se apodera de la situación.

Por otro lado se ven las banalidades de una vida cargada de infidelidades y falsas apariencias. Comentarios hirientes como "huele usted a hiena" y "vivimos en una pocilga como cerdos,me dan asco todos ustedes, les detesto". Otra frase lapidaria: "Lo que desde niño he odiado más, la grosería, la violencia y la suciedad, son ahora nuestros compañeros inseparables,es preferible la muerte", nos resume en esencia el cáriz que toma la pelicula. Cómo poco a poco se convierten en lo que nunca "les han educado a ser" y realmente son. Ésa es su verdadera forma de actuar, ésa es la verdadera educación que tienen, precisamente aquélla que creen que aborrecen.

En fin, una perfecta radiografía de la burguesía, que pone los pelos de punta, sin más escenario que un comedor grande y pantagruélico. Eso le basta al autor, para despojar a este tipo de gente de su condicón de ser humano, y elevarlos a la de bestias que no dudarían en devorarse entre ellos mismos.

Por otro lado, muy buena la comparación con las ovejas como rebaño que son y las peticiones desesperadas al Altísimo y a la Virgen, viajecito a Lourdes incluido.

Película grata, sorprendente, tanlentosa, que pone los pelos de punta y arremete sin piedad contra los acaudalados. Realmente, me llega a poner muy nervioso y crea un gran ambiente claustrofóbico, que te sumerge tanto en la trama, que llegas a sentir lo mismo que los protagonistas de la misma.

Por todo esto, y mucho más, un 10. ¿ Dónde quedarán esos Buñuel, Bardem y Berlanga, ahora? ¿Habrá algún otro director del Estado que nos regale tales dosis de CINE con mayúsculas? A ver,...

Atenta y humildemente, para servirles.
Farinhas
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4
24 de octubre de 2014
40 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una absoluta decepción. Aunque, si he de ser sincero, ya me lo esperaba. Realmente, el tema daba para mucho y por muchos motivos, pero los derroteros del film son del todo erróneos.

Es de las primeras veces (si no la primera vez) que se aborda en una película, de manera directa, el terrorismo del Estado Español, la “Guerra Sucia”, y se desaprovecha esta maravillosa oportunidad que podría haber servido de precedente para denunciar otras atrocidades. Se ha hecho con miedo, siendo la corrección política la que dictaba, y acotaba, las normas, tanto formales-estéticas como de fondo.

A diferencia de otras “democracias”, como la inglesa, norteamericana o irlandesa, por citar alguna, la Española ha sido, hasta la fecha, incapaz de afrontar fílmicamente sus propios fantasmas y barbaridades. Se ha tendido a reprimir-demonizar, más que a ocultar, todo conato de denuncia al respecto, amparándose en que “el otro” es tan malo que lo que “hacemos (el Estado en este caso)” no ha de ser cuestionado, para no purgar a ese “otro”.

Me vienen a la memoria numerosos títulos, sobre todo en la órbita del conflicto norirlandés, como “En el nombre del Padre”, “En el nombre del Hijo”, “Bloody Sunday” y la reciente “Hunger”, donde se señala con el dedo, con mayor o menor calidad cinematográfica, la barbarie cometida por el Reino Unido en nombre de una falsa democracia que, sin embargo, es asesina y terrorista. La realidad es que no hay que irse tan lejos para observar que el monopolio de la fuerza que detenta todo Estado esconde terrorismos sufragados con dinero público diluido en cal viva, como es el caso del Estado Español.

Partiendo de este punto, al menos, me alegra que se aborde un tema tan importante y olvidado a partes iguales como el del secuestro, tortura y asesinato de los dos jóvenes Lasa y Zabala. Sin embargo, la oportunidad, y el significativo paso adelante que se daba, ha sido sistemáticamente desaprovechada por los creadores del film.

El mensaje habría de ser claro, “da igual qué sean o en qué militen Lasa y Zabala, pues se les torturó y asesinó con dinero público, por el Gobierno del Estado Español, saltándose los mínimos exigidos en cualquier país con ínfulas democráticas”. Esto es lo único que parece subyacer en la película y, al menos, queda claro. Es lo única parte positiva, junto con la necesaria visión “del otro” en este conflicto que se vive en mi tierra.

Sin embargo, las formas para lograr el anterior mensaje son del todo desafortunadas. El Departamento de Arte es lamentable, con un vestuario digno de Zara y H&M, sin ningún ápice o pátina de los años 80, los actores desafortunados salvo alguna excepción, la historia sin pulso, la parte judicial es simplemente irreal y escandalosa (al menos a los ojos de un humilde Letrado como yo). No hay rastro de Costa-Gavras (“Z.”, “Estado de sitio”) o Gillo Pontecorvo (“La batalla de Argel”, “Operación Ogro”), dos genios del cine político, cuyo pulso narrativo roza el documental y, a la vez, entretiene y explica.

En “Lasa y Zabala” hay explicaciones absurdas, que no aportan nada, subtramas melodramáticas; el guión, desde el punto de vista técnico-jurídico es sencillamente impresentable, a pesar de que presumen de que se ampara en el Sumario del caso; las partes “ficcionadas (en palabra del director)” son sencillamente disparatadas, no hay tensión, no hay interés en lo que me cuentan, a pesar de que he crecido en calles llenas de pintadas clamando justicia para “Lasa y Zabala”. No me parece una película seria para el respeto que se merecen los acontecimientos.

Espero que, al menos, como último consuelo, esta película abra la mente del espectador (trasunto de la sociedad del Estado español) para asumir, al menos en la gran pantalla, las acciones execrables de su Estado, para poder avanzar hacia un mundo más justo y más informado, donde “el otro” tenga la cabida que ahora se le niega, porque, a diferencia de lo declarado por Felipe González, el Estado de Derecho JAMÁS se puede defender desde las “alcantarillas”.
Farinhas
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9
2 de febrero de 2011
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de ver Ander, con la que me siento doblemente unido, primero por el origen galego del director, como el mío, y, segundo, por transcurrir la acción en mi Euskal Herria natal.

Puedo escribir bien claro, si estuviera hablando lo gritaría, a pesar de ese manido refrán que nos dice que “se puede decir más alto, pero no más claro”, que por fin veo una película rodada en el Estado Español que valga la pena, con un escaso presupuesto, con una temática actual, real y realista, sin dogmas, libre y que, para más inri, se rueda sin miedo y sin complejos; en definitiva, como se dice en mi tierra y en la tierra de Ander, “con dos cojones”.

En efecto, como apuntan otras críticas, es fácil encontrar similitudes “bressonianas”, como el montaje separado en fundidos a negro que esconden elipsis, el costumbrismo, la naturalidad, los actores desconocidos, el tempo comedido, la cámara fija, los planos secuencia y todo un sinfín de características al servicio de lo que de verdad importa, la historia que se nos quiere contar.

La cámara narra el proceso de asimilación de la homosexualidad en un entorno y un contexto muy poco proclives para ello, esto es, el fin de siglo, y su existencialismo habitual, y el mundo rural de los baserritarras (campesinos vascos).

Como metáfora viva del cambio, el reloj-despertador que Ander teme que no funcionará por el falso “efecto 2000”, como cree que tampoco su vida lo hará si acepta la homosexualidad y vive como tal.

Esta, aparentemente, fácil trama es tratada con mucho gusto por el director, que nos va introduciendo primero en lo rural, para luego hacerlo en lo pasional, con una catarsis en un baño que supone el comienzo de la asimilación y auto aceptación de Ander (genial Joxean). Y, a su vez, nos recuerda que, a pesar de que se han dado grandes pasos para curar la homofobia que padece esta sociedad, todavía quedan resquicios de la misma que hay que superar.

El tema del racismo también queda muy bien retratado, en la persona de José, que es peruano, sin obviar que la trama sucede en 1.999, hace más de una década, cuando la inmigración no era tanta como la actual y los recelos de los lugareños eran aún mayores. Además, abarca otro tipo de sentimientos, todos ellos con gran humanidad y de manera muy respetuosa, como el abandono, la prostitución, la droga, las costumbres y la muerte.

Aprovecho para denunciar que no entiendo cómo no se ha distribuido esta cinta, por creer que es de lo mejorcito que he visto en mucho tiempo, no sólo a nivel patrio, sino internacional, como ocurrió con la magnífica “Los cronocrímenes”, ambas multi premiadas.

Lo que más siento es que la he tenido que ver descargada de internet, porque no me dio tiempo a verla en una sala de cine, pues, en Bilbao, aunque se consiguió exponer, tan sólo estuvo durante una semana.
Farinhas
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8
22 de septiembre de 2014
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida de Pasolini sigue dando que hablar a día de hoy, por lo actuales que siguen siendo los temas que trataba en sus manifestaciones artísticas (prácticamente todas las imaginables), de ahí que siga siendo necesario el homenaje y el elogio a su carrera, como transgresor y visionario.

El filme de Ferrara, toma el testigo que comenzó Marco Tullio Giordana en su “Pasolini, delito italiano”, pero con dos diferencias básicas, pues, por un lado, elimina el tono documental de la anterior y, por otro, se centra en la parte más humana y personal del artista en las horas antes de su fatal asesinato.

La aproximación a la figura de Pasolini se hace con mucho respeto, intercalando ciertos escritos postreros del autor como parte de la trama, lo cual rebaja la tensión del fatal desenlace y nos une con la faceta más creativa del protagonista.

En todo momento se respira la situación que se vivía, en 1975, en el mundo, en general, y en Italia, en particular; época de censura (prueba de ello es Saló), de inusitada violencia, donde se sucedían atentados continuamente y de todos los tintes, con la guerra de Vietnam recién “acabada”, con la muerte en tiroteo de Cagol, mujer de Curcio militante de las Brigadas Rojas, el asesinato de Campanile de Lutta Continua, la detención de neo-fascistas como Maio Tuti, las masacres de la incipiente extrema derecha…

Así, con un gran proceso de documentación previo, se dignifica la memoria del maravilloso autor de títulos como “Accattone” y “Mamma Roma”. El director, con la ayuda de un sensible y contenido Dafoe, nos muestra a Pasolini tal y como era para que seamos nosotros los que saquemos las conclusiones. Gracias a Abel Ferrara estamos presentes en la última entrevista concedida por Pasolini, ante Furio Colombo, periodista de L’Unitá, amamos a su madre, cenamos con Ninneto Davoli, flirteamos con Pelosi y sentimos cada golpe hasta morir en una desierta playa de Ostia.

Por lo tanto, se conjugan varios elementos que hacen que la película sea merecedora del apelativo de pequeña joya, como son la ambientación de los 70, la fotografía suave y delicada, incluso tenue, el trabajado guión, la credibilidad de Willen Dafoe y del resto de los actores y la seriedad con la que se toma un suceso nefasto, huyendo de sensacionalismos, rehusando de ser un biopic al uso (de exaltación absoluta del protagonista), alejándose de la mitificación, o mistificación, a pesar de la naturaleza mítica de éste.

Ahí reside la grandeza de la película y por eso es tan necesaria, debido a que emociona, independientemente del nivel de conocimiento que se tenga sobre Pasolini, porque la muerte de un poeta la sufre la humanidad, pues, como dijo Moravia en su funeral “ante todo hemos perdido a un poeta”.
Farinhas
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Iván Z
MediometrajeDocumental
España2004
6,6
401
Documental, Intervenciones de: Iván Zulueta
7
12 de julio de 2010
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Típico documental en el que es la propia persona de la que se habla, el protagonista único del mismo, el que hace “per se” que éste valga la pena; en definitiva, que sea un buen documental. Quizá es más por el carácter necesario de aproximarse a determinadas personalidades, que por los formalismos estéticos y cinematográficos que se emplean para narrárnoslo.

Por ello, desde el punto de vista del personaje, Iván Zulueta, huelga alabar sus capacidades como cineasta para filmar la esencia del cine, coadyuvado con la poli toxicomanía y ganándose el merecido apelativo de “director maldito”. Por todo ello, se nos acerca la cámara a la vida de este eximio, prolijo y polifacético artista, en un único escenario (la desoladora morada que otrora fue esplendorosa y ahora no se puede mantener por el coste que ello supone) y con la única voz del narrador más omnisciente posible: uno mismo.

Respecto a la casa, decir que se sabe sacar mucho provecho de ella, analizando cada rincón, donde, en definitiva, fue surgiendo y fraguándose un gran artista. Cómo esa casa fue su cueva en tiempos de decadencia y cómo ahora, parece, la casa ha decaído junto a él. La piscina vacía, las paredes sin pintar, el desorden, los cuadros, los carteles, los álbumes de cromos, y esa gran vegetación verde que cubre una de sus paredes, con flores azules y violetas que ponen el toque de color en una morada taciturna.

Se va entreviendo, a lo largo que avanza el metraje, y de manera muy sencilla y directa, en gran parte por la elocuencia del entrevistado, el proceso de creación de sus diferentes obras, para culminar hablando sobre la más importante de todas: “Arrebato”. Gracias a sus diatribas, se comprende mejor una película, implacablemente marcada no sólo por el contexto de la época en la que se firmó, sino por el momento personal y de adicción del que la grabó, explicando cómo cada parte de su vida influía en dicho film.

Concluyendo, exponer que es un buen documental, sobre todo por la persona a la cual está dedicado y que los elementos formales, más bien escuetos, son sólo un mero mecanismo, mero instrumento, que no necesita maquillar la realidad, sino simplemente mostrarla, porque es ya, de por sí, muy interesante.
Farinhas
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