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España España · cádiz
Críticas de manolo
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
9
9 de junio de 2012
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El veterano director Lewis Gilbert que tan buenos ratos nos hizo pasar con las aventuras de James Bond en Sólo se vive dos veces, Moonraker, La espía que me amó, etc., o la histórica y excelente Hundid al Bismarck, firma esta interesante película de 1995, adaptando una novela de James Herbert, reconocido escritor londinense especializado en temas de horror, uno de cuyos libros, The Fog, inspiro a John Carpenter para su película homónima, y tal vez, como tributo a no haber respetado íntegro el argumento original en el film, Gilbert nombra en varias ocasiones a las ratas como culpables de ciertos sucesos que acontecen en film, haciendo clara alusión a otro de los libros del escritor.
La película comienza en Sussex en los albores del pasado siglo, donde David niño y su hermana gemela Juliet juegan en las proximidades del lago que rodea la mansión familiar. Un desgraciado accidente hará que David se autoinculpe de la muerte de su hermana. Después de estos luctuosos acontecimientos, la madre del niño fija su residencia en Estados Unidos. Pasados los años, David Ash ya adulto y con una vasta cultura científica, regresa a Inglaterra como profesor de psicología en la Universidad de Camberley: impagable la escena en que imparte docencia a sus alumnos, recomendando su libro best seller especializado en fenómenos psíquicos. Por otro lado, la fama del Profesor experto en estos temas, desenmascarando fraudes y falsos médiums ha llegado a ser conocida por la señora Webb (Anna Massey), ama de llaves de la familia inglesa Mariell, integrada por tres hermanos jóvenes cuyos padres murieron en la India. Desde la mansión Edbrook, Miss Webb reclama la presencia del experto profesor ya que dice estar atormentada por fantasmas que la persiguen continuamente. Tanto el médico de la familia, Dr. Doyle, el llorado John Gielgud, como los propios hermanos contradicen estas aseveraciones suponiendo en la anciana desarreglos emocionales y alucinaciones. El film, en los extremos, se aparta de la censurada La leyenda de la casa del infierno (1973), John Hough con guión de Richard Matheson, y Los Otros (2001), Alejandro Amenábar, a las que supera en construcción y belleza.
De la familia Mariell destaca la interpretación del hermano mayor, Robert, a cargo de Anthony Andrews que, aparte de ser coproductor con Gilbert, es recordado por su inolvidable personaje de Retorno a Brideshead. La fémina de la familia es Christina, majestuoso el desnudo integral en el lago de la Mansión, a cargo de la bellísima Kate Beckinsale, con tan sólo 22 años de edad, recién salida de la Universidad de Oxford, sin todavía haber filmado Alice…, Serendipity,…etc.
(continúa sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
manolo
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9
12 de abril de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
A sus 92 años de edad, nos ha dejado para siempre Miklós Jancsò, un director de cine todo un intelectual, titulaciones universitarias que nunca ejerció, profesor de la Universidad de Harvard, etc. Embebido por sus ideas políticas, claramente anti socialistas, que le valieron algún que otro revolcón con la dominación soviética de su Hungría natal y muchas veces el rechazo de algunas de sus películas. Este espíritu unido a sus siempre fantasmas eróticos, cristalizaron, casi de continuo, en su dilatada filmografía: Salmo rojo (1971); Vicios privados, públicas virtudes (1976); El corazón del tirano (1981); y un largo etcétera.
Una de las actrices que más admiraba el director era Teresa Ann Savoy, joven de una belleza extraordinaria sólo comparable a su erotismo, que se la rifaban los realizadores de aquella época gloriosa, para sus films: Padre putativo, Alberto Lattuada (1974); Salón Kitty, Tinto Brass (1976); Calígula, Tinto Brass (1979); El corazón del tirano, Miklós Jancsò (1981); etc., y, lógicamente, la película que ahora nos ocupa, interpretando el papel de María Vetsera.
El príncipe Rodolfo de Habsburgo, único heredero del Imperio Austrohúngaro, se ha convertido en un conspirador contra su padre el Emperador Francisco José, favoreciendo, tal vez por aversión al orden establecido, diversas revueltas nacionalistas, como la encabezada por los independentistas húngaros. Con la ayuda del duque, su amigo de correrías y desmanes, quiere alcanzar el gobierno del Imperio para transformarlo utópicamente en un estado confederado. La conjura fracasa y los principales responsables son arrestados. Pero el príncipe, que no ha sido imputado, y su amigo se refugian en el pabellón de caza de Mayerling. Allí urden un plan para burlarse y desacreditar al régimen dominante, consistente en montar una orgía a gran nivel, invitando a políticos, militares, hijos de buenas familias y otros pintorescos personajes, para ser chantajeados a posteriori.
Los acontecimientos que se desencadenaron fueron determinantes para la historia de Europa, con el desmoronamiento de un imperio y el advenimiento de una guerra, como consecuencia del atentado de Sarajevo, que costó la vida al príncipe Francisco Fernando de Austria, heredero a la corona en la línea sucesoria.
El príncipe Rodolfo que nos presenta Miklós Jancsò, encarnado por el actor Lajos Balázsovits, como un joven muy bien parecido que dimana salud y alegría, eso sí muy amante del sexo, se aparta del personaje real: retraído, dado a la melancolía, embargado de un odio hacia su padre y, posiblemente, portador de una grave enfermedad incurable en aquellos tiempos.
Esta delirante y especial visión de Jancsò de los acontecimientos que condujeron a la muerte de un príncipe Rodolfo no coincidente con la fisonomía real del personaje, a juzgar por las imágenes de la época, y una Vetsera intersexual (hermafrodita), sólo sostenible como leyenda urbana, desenfocan el contexto histórico riguroso.
La técnica cinematográfica está dominada por planos largos de gran belleza, ayudada por una fotografía de una cromaticidad notable. Los encuadres interiores no abundan, se ha preferido el ambiente casi bucólico, ensalzado por horizontes arbóreos muy matizados. En este escenario la actuación de los personajes es secundaria, por ejemplo la protagonista apenas si habla, eso sí, es encantadora susurrando una melodía popular.
Por ello, como contrapartida, este esteticismo visual tan notable, refleja una idea liberalizadora muy avanzada, incluso, para el momento de edición del film: un magistral movimiento de la cámara capta una multitud de jóvenes de ambos sexos con cuerpos esculturales y bellos, completamente desnudos, en una danza continua, en los jardines de Mayerling, envueltos en un colorido y una fotografía sublimes. Junto a estas escenas casi tocantes con el Arte, hay otras de un tono muy elevado, como las llevadas a cabo por la protagonista o por Laura Betti; y, a mi entender, no es pornografía, pues hay un maestro detrás, pero cuando se estrenó la película (subtitulada), asistías a la sala de proyección con una sensación de inquietud furtiva. Tiempo después, cuando las aguas regresaron a su cauce, fue televisión española la que la dio en su programación de noche.
manolo
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10
30 de octubre de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con unos medios escasísimos, un director y actores prácticamente desconocidos han logrado una obra maestra del suspense. El film guarda los parámetros clásicos de unidad de acción, lugar y tiempo. La fotografía está muy bien estudiada dentro de esta especie de "Menger Sponge" que es el Cube. Existen muchas connotaciones de tipo matemático dentro de la teoría de números, como el famoso 142714, de una de las claves de la superficie fractal hexaédrica autorepetitiva que envuelve a los protagonistas.

Un mérito indiscutible del guion, del que es partícipe también el director, es que como tantos misterios de la existencia, hay muchas preguntas pero ninguna tiene respuesta. No existe un Minotauro al que vencer dentro del laberinto pero sí librarse de las superficies de este puzle mecánico que es el Cube.

Magistral, incunable filmación, ocupa por derecho propio un puesto brillante en el cine de culto.
manolo
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7
3 de marzo de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas más mutilada, e inmisericordemente alterada, de la historia del cine, esa es “Spermula”. Al menos se conocen tres versiones oficiales distintas, con diferencias de metraje entre quince y cuarenta minutos, con tal cantidad de transformaciones que hace difícil intuir que procedan de una misma fuente.

El film original vio la luz en Francia en 1976 de la mano del artista y escultor Charles Matton, quien no siendo un director de cine consagrado, sí acostumbraba a poner su impronta en las películas que dirigía escribiendo el guion, dándoles la intencionalidad artística que impregnaba toda su vida, y haciendo partícipe a su esposa Sylvie, muy ligada también al mundo del arte y la literatura, y que también interviene en el film.

La película se estrenó en España en el año 1978, con la calificación “S” asignada por la administración, casi con el nacimiento de la democracia que sucedió al régimen franquista. Normalmente se proyectaba en sesiones matinales, o en cines reducidos, pues al contrario de otros films eróticos de la época, pasó casi desapercibida.

No obstante lo anterior, fue para mí una de las primeras películas que mostraba escenas de sexo real de forma explícita. Por ejemplo, recuerdo que había una secuencia que trataba una especie de orgía en una estancia palaciega de un ambiente cálido y acogedor, luces tenues, espejos muy artísticos en paredes y techo, camas amplias con encajes y sábanas bordadas, repletas de jóvenes desnudos de ambos sexos, besándose abrazados. La toma de cámara que era por un plano general, se iba aproximando lentamente por la espalda de una chica que montaba erguida a su pareja masculina para que así se viese claramente la penetración. En otro ángulo un pene enhiesto lo apretaba firmemente una mano. Un poco al lado, otra boca femenina practicaba una felación. Pero estas filmaciones duraban escasos segundos y estaban hábilmente entrelazadas con las actividades simplemente eróticas descritas como normales.

La película desde el principio estuvo envuelta por el escándalo provocado por la denuncia que interpuso la madre de la niña Eva Ionesco, para que esta última no fuese tomada como intérprete en el film. En efecto, Eva Ionesco no figura en los créditos de Spermula, aunque es posible, no seguro, que algún fotograma no erótico se colase inadvertidamente. Creo recordar que al principio de la película había unos cuantos fotogramas de una melena rubia rizada tomada por la espalda, que es idéntica a la de esta criatura.

El film tiene una ambientación psicodélica y artística notables, no obstante el hecho de que aparezcan muchos personajes entremezclados puede conducir a una difícil comprensión, sobre todo en que muchas veces se suma un guion confuso y pretencioso.

La temática que se desarrolla es muy simple: unos habitantes de un planeta muy lejano en extinción necesitan conquistar nuestro mundo para salvarse. El método de eliminación de los humanos es delirante, consiste en, dados los poderes que tienen los alienígenas de transformarse en atractivas mujeres dotadas de fuerzas telepáticas absolutas, copular sin descanso extrayendo todo el semen de sus víctimas dejándolas inermes hasta su muerte.

Una civilización tan avanzada, capaz de llegar en sus naves hasta la Tierra, hubiera sido más lógico pegar cuatro “pepinazos” láser y en una semana todo arrasado. Pero entonces estaríamos en otro cuento, el de H. G. Wells, y no en este.

(sigue sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
manolo
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8
17 de junio de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Henderson realiza una fiel adaptación cinematográfica del segundo cuento sobre las aventuras de Alicia, de Charles Lutwidge Dodgson alias Lewis Carroll. Una larga carrera de trabajos, sobre todo para la televisión, y alguna incursión en el cine comercial, avalan el bien hacer de este prolífico director adaptando cuentos muy populares al marco cinematográfico: La leyenda mágica de los Leprechauns (1999), Lago Ness (1996), The Borrowers (1992), The Return of the Borrowers (1993), etc.
El primer cuento de Carroll, “Alicia en el país de las maravillas”, estaba dedicado a una de sus interlocutoras: Alice Liddell, una preciosa niña de diez años. La segunda parte de la historia: “A través del espejo y lo que Alicia encontró allí”, vio la luz varios años más tarde, cuando la niña era ya toda una mocetona. Es interesante la respuesta de Alicia a la inquisitoria, “How old are you?”, de varios de los personajes: “siete años y seis meses”. En el film que nos ocupa, Henderson, saltándose la disciplina del guion, para salvar la paradoja de la edad, presenta a la protagonista hablando a una pequeña Alicia en lugar de a su gatita Kitty del texto original.
El segundo cuento de Lewis Carroll, en el que se basa la adaptación cinematográfica, es de mucho más calado que el primero. Presenta muchos conceptos acerca de la simetría, de la posición y del desplazamiento y sus leyes en clave ajedrecística, muy resaltados en el film, que han servido de inspiración a varios autores de publicaciones científicas y sesiones divulgativas en el ámbito de la Mecánica Cuántica.
El reparto corre a cargo de una serie de actores ingleses de reconocido prestigio: Siân Phillips, la inolvidable Livia, mujer de Augusto, en la serie de TV Yo, Claudio, envenenando los higos directamente en el árbol para que los comiese su esposo, o el actor predilecto del director, Iam Holm, etc. Mención especial es para una encantadora Kate Beckinsale que con veinticinco añitos de edad no podía estar perdiendo el tiempo hablando con su gatita. Es una gozada escuchar a esta Alicia en su versión original subtitulada, redondeando sus preciosos labios y diciendo: “I am seven years old and six months”.
Esta historia, en estado puro o mezcla de los dos cuentos, ha sido llevada al cine en incontables ocasiones con mayor o menor éxito, desde la inefable de Tim Burton, las interpretadas por Gary Cooper, o la liebre de marzo de Peter Sellers, pasando por la preciosidad de los dibujos animados de la Disney, y un largo etcétera.
“Alicia y el espejo mágico” es un producto para la televisión, realizada con un presupuesto muy ajustado pero con un rendimiento más que notable. Junto al resto de actores, la dulzura de Alicia, encarnada por Kate Beckinsale, siempre tratando de aplicar no solamente la lógica a las situaciones que plantean los personajes con su “sinsentido”, sino su paciencia y su educación. Como aquella escena del “señor huevo”, subido en un alto y delgado pedestal, que ante la pregunta de Alicia de por qué estas solo ahí arriba… y con respuesta de ¡porque no hay nadie a mi lado! Ya Buñuel, en su “Simón del desierto” (1965), hace un guiño a Carroll a través de esta escena.
La escenografía está inspirada, en parte, en los dibujos para el libro de John Tenniel. El telón de fondo que es un inmenso tablero de ajedrez se presta sobradamente para dar un colorido muy agradable, de tinte bucólico, en los planos largos y un vestuario adecuado que no cae en el disfraz de otras adaptaciones llevadas a cabo.
manolo
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