Puede parecer que soy un masoca pero esto es cine de verdad, cine de personajes, Mann los mima, los quiere y todos tienen su tiempo en la historia, que nadie se espere ver un personaje salir y entrar de la historia, eso son vicios contemporáneos.

Mann nos regala un autentico tour de force entre Al Pacino y De Niro, palabras mayores en esto del cine, pero no se queda ahí, le saca el jugo a secundarios del calibre de Val Kilmer o Jon Voight, todos a un nivel asombroso.

Para la posteridad quedarán las enormes secuencias de acción del tiroteo en el centro de los Ángeles y con la que me quedo yo, el enorme clímax en el aeropuerto, un cierre que no defraudara con una canción de Moby a la altura.

Espero que el tiempo haga que se valore a este genio, que se está dejando la vida en esto, no en vano fuma tres cajetillas diarias, no puedo hacer más que recomendar el resto de su filmografía, El Dilema, Collateral, ese pequeño patinazo llamado Corrupción en Miami, (un pequeño guiño a sus orígenes), un excelente director que consigue sacar lo mejor de sus actores algo difícil, pero quizá incluso más difícil es componer esas secuencias de acción insuperables.

Sin más, me despido, pero no dejen de verla, es cine del bueno, del que se hacia antes, del que ya casi no se hace ahora y del que confío que se haga en el futuro.

Pues sí, y parafraseando a Luc Besson, los productores no se atrevieron a hacerla en tres partes cuando habiía material y atmósfera para ello.

Dejando este hecho aparte, que era una idea que podía haber dado para mucho más nos queda una película redonda en el sentido más comercial, una película super entretenida para todos los públicos, y que disfrutaremos un poco más los que tenemos ese puntillo frikillo y nos encanta la ciencia ficción.

La guinda la pone Bruce Willis aportando esas dosis de socarroneria y frases afiladas, por favor no te retires nunca, con pelo o sin pelo, con achaques, siempre quedara John McClaine.

Con esta película tengo sentimientos encontrados. Por un lado tenemos una buena realización técnica con abundantes primeros planos para resaltar el dramatismo de cada una de las historias; pero ahí viene la pega. Para crear emociones el espectador tiene que sentirse identificado o cuando menos creerse los personajes.
No logra traspasar la barrera de la ficción a la realidad, que sí que ya se que es una película pero hay películas que hacen que te emociones y esta no lo consigue.
Los actores están muy correctos eso sí, papeles muy jugosos para cada uno de ellos pero esto no es una clase de interpretación.
En definitiva me resulta pretenciosamente vacía tanta grandilocuencia, querer abarcar tantas historias al final se queda en un mosaico de personajes muy bien actuados eso sí pero que no llega a emocionar.

No sé qué pasa que la mayoría del cine que veo, exceptuando honradas excepciones para bien o para mal es de seis o de siete. Son esas pequeñas cosas como esta película que tiene una primera media hora cojonuda que dices: Esta tiene que ser una película de siete por lo menos, pero luego ves que la cosa decae y piensas: Me equivoqué, no es tan buena, y entonces va y llega el repunte final de los últimos minutos y te quedas con la duda. Será de seis o de siete, en realidad no importa demasiado pero el seis y medio sería la nota justa.

Lo que sí me gustaría es dar un merecido homenaje a Ricard Solans, con profesionales como este se dignifica el trabajo del doblaje, de su boca han salido De Niro, Al Pacino y Hoffman, ya podían mandarle un jamón porque una parte de su éxito, mas que sea un granito se la deben a el en españa.

Puede que no tenga el nivel de clasicazos del género como Alien o Depredador pero tiene algo, ese algo que tienen las películas cuando eres niño, cuando no te preocupas por los tópicos o los estereotipos. Me considero fan del cine comercial bien hecho, lo mismo que me gusta el cine clasico, no tiene que ver una cosa con la otra.

Hay gente que no valora el trabajo y el buen hacer de algunos profesionales y sobre todo no sabe evadirse y disfrutar del más puro cine palomitero, del de toda la vida, del que son sus mayores exponentes la trilogía clásica de Indiana Jones o de Star Wars.

En definitíva, es ontológicamente prescindible, pero aporta toneladas de entretenimiento y aunque tenga unos cuantos defectos, yo se los perdono porque ha sido creada para agradar al público mayoritario y a fe que lo consigue.