Haz click aquí para copiar la URL
Reino Unido Reino Unido · Birmingham
Críticas de Peaky Boy
1 2 3 4 5 10 19 >>
Críticas 92
Críticas ordenadas por utilidad
8
28 de diciembre de 2012
443 de 475 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mamá, me duele la cabeza, creo que no podré ir hoy al colegio. ¿Cuántas veces habrá oído esa frase una madre, cada vez que se ha acercado con cariño a despertar a su hija? A la hora del desayuno, es la barriga la que se resiente cuando tiene que beberse toda la leche, sin embargo, no parecía molestarle cuando comía todas las galletas de chocolate. De camino, mientras pasean madre e hija de la mano, la pequeña afirma con total convicción, que acaba de ver un precioso poni rosa galopando por la carretera. Y en el colegio, cuando la profesora la descubre repitiendo a voz en grito las palabrotas que ha oído en el patio de los mayores, ella niega rotundamente o dice no recordar haberlas pronunciado. No hacemos caso en esas ocasiones, en las que la imaginación de los pequeños, y la inquietud por lo desconocido, los lleva a explorar nuevas formas de expresión, contemplar las reacciones de los adultos y calcular donde esta el límite de sus acciones.
Ahora, cuando las palabras que salen de la inocente boca de una adorable niña, se unen para formar una acusación terrible contra un adulto, olvidamos los dolores de cabeza imaginarios y los burros rosas, y las aceptamos por ciertas e irrefutables, buscamos el castigo, represalia y condena más implacable posible y, como una avalancha de nieve, nos volvemos más y más poderosos en nuestro avance destructivo. “Los niños nunca mienten”
Thomas Vinterberg, crea un reflejo de la sociedad actual, donde la sobreprotección da paso a una histeria colectiva, fruto de la paranoia y progresiva degeneración o animalización de la raza humana. Desde el primer momento nos mete en la piel de Lucas, un ciudadano modelo, que ha aprendido a separar su fracaso matrimonial, de su vida laboral como docente en una guardería. Los niños le adoran, su hijo quiere mudarse a vivir con él, y una nueva mujer aparece en su vida. Una apacible vida, conseguida durante años de esfuerzo, y que pronto penderá de un fino hilo en el momento en que se disponía a recoger los frutos. La tensión creada por Vinterberg irá en aumento durante la película, haciéndose insoportable por momentos, golpeando al espectador que sentirá desde el principio, que es él mismo el protagonista de esa pesadilla que por lo creíble, se vuelve más intensa. Ritmo lento que juega con una cámara oscilante, y lo suficientemente penetrante para no permitir el aburrimiento en ningún momento.
Brillantemente interpretada por Mads Mikkelsen, que ya se ganó al jurado de Cannes, y Annika Wedderkopp, quien, con su simpática mueca, consigue plasmar la ternura e inocencia, que las exigencias del guión requieren como necesarias.
Peaky Boy
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
2 de marzo de 2013
180 de 210 usuarios han encontrado esta crítica útil
El trabajo de Park Chan-wook, se volvió muy popular desde que su cinta cumbre, “Oldboy”, se convirtiera en una obra de culto de talla mundial. Sus películas empezaron a entrar en un circuito comercial muy extenso, dando lugar a una expansión del cine coreano en el mercado occidental.
Motivos no faltaban para temer un nuevo desastre, una nueva alma robada por el poderoso espíritu de Hollywood, una deshonrosa mancha en una carrera cinematográfica brillante. Agarrado a la butaca, sin llegar a apoyar mi espalda en el respaldo del asiento, me preparo para lo que será un reto complicado; el guionista no proporcionaba mucha seguridad, Wentworth Miller, el geniecillo tatuado de la serie Prison Break, escribió en 2010 un guión inquietante que no llegó a ser producido.
Park, cogió el libreto, llamó a su fiel cinematógrafo Chung-hoon Chung, y juntos empezaron a hacer lo que mejor se les da, turbar al espectador. El comienzo de la película deja ver que han dado vía libre al realizador, unos planos muy detallados y un estilo narrativo armónico pero constante, hacen que me relaje y adopte una postura más receptiva. La presentación de los personajes es delicada, una pieza de piano que comienza paciente, sin querer mostrar anticipadamente ni una sola nota. Mia Wasikowska estremece y encanta a partes iguales en el papel de India Stoker, una introvertida joven que tras la muerte de su padre en un accidente, ve como un tío del que nunca había oído hablar y con el que cree no tener nada en común, se instala en su casa junto a ella y su madre, Nicole Kidman. India pronto comenzará a darse cuenta de detalles siniestros en la personalidad del tío Charlie, detalles que parecen pasar completamente inadvertidos por su madre, que se muestra cada vez más cariñosa con el recién llegado.
La atmósfera creada por el director es claustrofóbicamente erótica, un ejercicio estético brillante, acompañado por un sonido insistente que acentúa la tensión de este thriller psicológico de forma gradual conforme se acerca el momento del desenlace. Una serie de guiños nos recuerdan a la antes mencionada Oldboy, esa forma de apretar el lápiz en la mano, nos hace asomar una sonrisa nerviosa, un preparatorio estudiadamente improvisado de lo que se avecina. Impecable fotografía que alterna una gran variedad de planos, encuadres y juegos de luces. Fantástico el timing, aprovechando cada minuto del metraje, sin apresurarse, siendo fiel a su estilo pausado y sin dejarse llevar en ningún momento por explosiones de júbilo, o bruscos sobresaltos que tanto gustan en el cine occidental. Transgresora, fiel a sus principios e inconformista, todo un éxito artístico que se exhibe sin miedo a ser tachada de exagerada. Pese a ello, es mucho más contenida de lo que cabría esperar.
Peaky Boy
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
8 de septiembre de 2013
112 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fórmula 1 ha cobrado gran protagonismo en la última década convirtiéndose en todo un fenómeno de masas. En España, la aparición del bicampeón mundial, Fernando Alonso, fue el detonante para que las cadenas televisivas no dejasen de retransmitir a todas horas carreras, entrenamientos y clasificaciones de los grandes premios. Esto dio pie a que el aclamado documental Senna, 2010, basado en uno de los incidentes más trágicos sucedidos en este deporte, la muerte del piloto Ayrton Senna, resultase todo un éxito en nuestro país. El filme relataba, mediante el uso de imágenes inéditas extraídas del archivo de la federación internacional del automóvil, la abrupta relación y la desavenencia existente entre el piloto brasileño y su rival directo Alain Prost.
Una rivalidad similar es la que se muestra en Rush. A todos aquellos que ya conozcan la historia, les gustará poder recrearla de una manera bastante fiable, los que por el contrario no sepan qué sucedió, cuentan con el aliciente de contemplar uno de los duelos más apasionantes de la historia del deporte, y uno de los desenlaces más reñidos de todos los tiempos. Teniendo en cuenta el gran número de espectadores que no habrán oído hablar de este campeonato en concreto, se ha decidido omitir cualquier tipo de información que pueda desvelar antes de tiempo el desenlace, dejando de esta manera intacto el factor sorpresa.
Biopic sobre los pilotos de carreras James Hunt y Niki Lauda, en el que se muestra la relación que mantuvieron tanto dentro como fuera de los circuitos. Una enemistad amistosa (valga el oxímoron) que llevaron al límite en cada carrera, sin dejar de lado en ningún momento el mutuo respeto que se profesaban. Por un lado el apuesto, mujeriego y temerario Hunt, un soñador y competitivo piloto con un don especial para las relaciones personales, ¡todo el mundo quiere a James! Por otro lado Lauda, un austriaco introvertido, metódico y calculador, un formidable conductor y técnico que siempre mira dos veces antes de pisar, tratando de minimizar al máximo el error humano y el riesgo de cada trazado. Dos polos opuestos que quedan perfectamente definidos con dos de sus frases más relevantes en la película,
James Hunt: “De qué sirve el éxito si no puedes disfrutarlo”
Niki Lauda: “La felicidad es el enemigo, te debilita”
Uno de los aciertos del director ha sido el no demonizar a ninguno de los pilotos, haciendo que la carga dramática no ciegue al espectador y pueda disfrutar con imparcialidad de la historia. Ron Howard representa mejor que nadie al Hollywood moderno, el pelota de la clase que siempre deja la manzana en el escritorio de la profesora, un director capaz de realizar cualquier película con el fin de agradar a productores. Esta actitud sumiso-ambiciosa le ha llevado al ostracismo crítico, pero también a firmar grandes taquillazos.
Un realizador que posiblemente se haya encontrado a sí mismo representado en la figura de uno de los protagonistas de la cinta, un hombre inteligente y calculador que, al igual que Niki Lauda, nunca desató ovaciones del público, un director a la sombra de los James Hunt de la gran pantalla que prefieren dar espectáculo y calidad a su trabajo, antes que obtener grandes resultados en taquilla. Pocas de sus películas se han visto bien acogidas por la crítica, a excepción, casualmente, de otro biopic en el que relató la fascinante entrevista que el expresidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, tuvo tras el escandaloso Watergate, El Desafío: Frost contra Nixon, 2008.
Es esta rivalidad entre los personajes, mezclada con el toque reality show que toda historia verídica aporta, la baza comercial de la cinta. Este dato junto al buen momento por el que pasan los deportes de motor y la aparición de uno de los nuevos bad boys de Hollywood, el australiano y hombre del año en 2010 y 2012, Christopher Hemsworth, AKA Thor, pueden aportar a la cinta los elementos clave que le faltaron a otras grandes películas del género que nunca llegaron a triunfar, como Grand Prix, 1966 o Las Veinticuatro Horas de Le Mans, 1971. No obstante, el gran protagonista de la obra es Daniel Brühl, un Niki Lauda muy conseguido que paga su falta de carisma con un particular exceso de arrogancia.
Anthony Dod Mantle, especialista en vestir a monas de seda hasta el punto que dejen de parecer monas, plantea una vertiginosa y atractiva fotografía que se muestra deslumbrante sobre todo en la parte final del metraje. Una imagen que se combina a la perfección con el estrepitoso ruido de la ignición de motores y el chirriar de los neumáticos en el asfalto, el olor a goma quemada apagado por la incesante lluvia llega a hacerse patente en ciertos momentos, transportándonos directamente a los evocadores años 70 como la edad de oro de la fórmula 1. Un ejercicio audiovisual impactante que aplica el realismo y la energía que el gran guion de Peter Morgan merecía. El guionista se erige como el mayor aliado de Howard, consiguiendo narrar perfectamente aquel Campeonato de 1976, un certamen digno de mención, si no en los libros de historia, al menos en el sempiterno séptimo arte.
Peaky Boy
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
6 de mayo de 2013
110 de 131 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cinta comienza con fuerza, unos planos detalle de un Ryan Gosling, que llena la pantalla con su sola presencia, desvelan ciertas maneras de la fuerte personalidad del protagonista. El primer plano secuencia ya nos deja muy buenas sensaciones, un travelling de seguimiento que nos muestra el avance tranquilo de un conductor de atracciones de riesgo. En el momento en el que el ídolo se encuentra con la moto, ambos se unen en un mismo sujeto y no se separaran a lo largo de toda la historia, la primera de las tres diferentes historias que componen la cinta, y en mi opinión, la mejor. Pero éste es sólo el principio de un ejercicio estético de fotografía deslumbrante a cargo de Sean Bobbitt. Por su parte, Gosling está alcanzando un nivel interpretativo asombroso, destacaré, sin querer hacer comparaciones odiosas, que esa forma de comerse la pantalla con una sola mirada, esa compenetración mágica que hay entre actor y cámara, unido a la forma tan característica de hablar, me recuerdan mucho a cierto genio que conquistó la gran pantalla en los años 40.
Un artista circense, rebelde y mujeriego, se entera de que ha sido padre. De inmediato, decide cambiar de vida y aceptar la responsabilidad de la paternidad. El problema es que educar a un niño, requiere de unos ingresos económicos de los que no dispone en ese momento, así que con la ayuda de un antiguo atracador que conoce en un lugar más allá de los pinos, comenzará a asaltar bancos para ganar algo de fácil y rápido dinero.
Y así entramos en la segunda historia, la del policía que le persigue, (Bradley Cooper), un joven, novato en el cuerpo, que se ve de repente convertido en héroe local gracias a una pequeña tergiversación de lo sucedido en un arresto. Su nuevo estatus de “Súper Poli” llama la atención de un grupo de agentes corruptos que deciden incluirlo en su círculo. Es el propio cabecilla de esta banda, (Ray Liota), quien logra sacar lo mejor de esta segunda parte. Una actuación brillante de todo un veterano, tanto dentro como fuera de la historia, que conseguirá atemorizar a su compañero de tal manera que a éste no le quede otra salida que la de romper el código de honor tras una huida a toda prisa, en un lugar más allá de los pinos.
La tercera y última parte nos muestra el final de un ciclo y el comienzo de otro. Un final para atar cabos, para buscar respuestas a muchas preguntas que nos habrán surgido durante las casi 2 horas y media de película. El karma vendrá a rendir cuentas en este último acto, un final a la altura del magnífico comienzo y que cerrará por completo una puerta, dejando siempre una ventana abierta. En un lugar más allá de los pinos.
El director Derek Cianfrance, consigue reafirmar su original y personal estilo, imprimiendo a la cinta una carga emocional considerable y disimulando de forma más que adecuada los errores o desaciertos que la misma pueda tener.
Peaky Boy
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
31 de julio de 2013
92 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
Noah Baumbach, un director que resucitó las “Screwball Comedy” creadas en los tiempos de la gran depresión por directores como Howard Hawks, o Ernest Lubitsch. Éstas eran un subgénero de la comedia americana centrado en historias convencionales, protagonizadas en su mayoría por mujeres con una personalidad disparatada y neurótica. Siendo fiel a su estilo, el realizador vuelve a situarnos en la escena cultureta neoyorquina de la mano de Frances, una aspirante a bailarina en plena transición existencial a la que la edad está llevando a una crisis de identidad.
Nos encontramos ante una comedia inteligente y sofisticada, fácilmente identificable por el uso de una fotografía en blanco y negro, y un desarrollo de la acción basado en diálogos perspicaces, que hacen que el señor sentado en la butaca de nuestro lado exclame, “¡Oh, esto tiene que ser una comedia inteligente y sofisticada!”
Sin embargo, no son únicamente las apariencias lo que hacen de esta cinta una nueva joya del cine independiente, tanto las conversaciones como los personajes funcionan perfectamente creando una excelsa alianza con el decorado, consiguiendo un nivel de armonía tal, que podrían coronarla como la sucesora moderna de Manhattan, 1979. Y es que la comparación con el genial rey de la comedia moderna es inevitable, la antes mencionada imagen en blanco y negro, a cargo de Sam Levy, con una amplísima profundidad de campo, centrada en planos medios y primeros planos de los personajes, y planos detalle de sus acciones, consigue una estética muy evocadora de una ciudad de la que, como Woody Allen, está enamorado, rindiéndole constante homenaje con el uso de largas tomas de sus interminables avenidas.
Pero no sólo del genio Neoyorquino bebe esta cinta, Baumbach demuestra claramente estar influido por la Nouvelle Vague y por los directores franceses contemporáneos, mostrando esta influencia de forma, no exclusivamente visible en las imágenes, sino también oculta en la banda sonora, o ambas, escénica y sonoramente, véase el guiño que el director hace a la fantástica producción de Leos Carax, Mala Sangre, 1986, cuando la protagonista corre como loca al ritmo de la canción Modern Love de David Bowie.
¿Recuerdan por qué corría Lola en aquella genial cinta de Tom Tykwer? Lola corría para conseguir atrapar el futuro antes de que éste la atrapase a ella. En este caso, Frances corre para evitar que se le escape el presente, una entrañable Greta Gerwig que se convierte en el atractivo principal de la película. Una de las musas del “Mumblecore” y el bajo presupuesto, que repite con Baumbach, como ya lo hizo en Greenberg, 2010, ayudándole a escribir el guión y bordando una actuación llena de personalidad y simpatía.
—Sólo tengo veintisiete, afirma la protagonista con un cierto tono de excusa y autocomplacencia mientras se da cuenta de que empieza a creer lo que todo el mundo piensa, que la juventud está llegando a su abrupto final. Es precisamente la no aceptación de la madurez uno de los temas recurrentes de la cinta. Soñadores que son cruelmente despertados por el indolente paso del tiempo, ilusiones que se desvanecen por la falta de aptitudes en un mundo muy competitivo, y el estudio de las relaciones de pareja, ya sean amorosas, fraternales o amistosas, son temas clave, que el director, sirviéndose de forma autobiográfica de su propia experiencia, tiende a poner como objeto de estudio en sus obras.
Frances es una chica alegre y despreocupada que comparte piso con su mejor amiga, Sophie, y cuya meta en la vida es llegar a ser una bailarina profesional. Deambulando por la gran manzana de forma errática, vive rodeada de artistas de segunda fila con los que tiene una relación de amistad basada en el interés, las apariencias y el egoísmo artístico de quien piensa que sus problemas son más importantes que los del resto debido a que su trabajo es de mayor trascendencia. Pero un día, su vida tomará un brusco giro producido por una sucesión de inesperadas noticias, personales y profesionales, que la obligará a plantearse su futuro y la forzará a darse cuenta de que no es posible vivir trampeando al margen de las preocupaciones.
Hipnótico retrato de la, cada vez más prolongada, juventud. Una nueva generación de espíritus libres, insatisfechos e inconformistas, que no aceptan la ausencia de todas esas oportunidades que les rodeaban otrora, y que parecen no favorecerles cuando más las necesitan. Frances Ha logra de manera convincente defender la idea de la constante lucha por conseguir lo que deseamos. Un mundo sin propiedades, donde todo es prestado y nos puede ser arrebatado en cualquier momento. Irreverente, descarada y por momentos hilarante, se convierte en una de las apuestas más divertidas y originales procedentes del otro lado del charco.
Peaky Boy
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 5 10 19 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow