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Argentina Argentina · Colastiné
Críticas de Adela Hache
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Críticas 42
Críticas ordenadas por utilidad
8
14 de mayo de 2012
38 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Habitar la piel de otro es una experiencia común para los artistas y particularmente para los imitadores, aunque en este último caso están más atados a un personaje que a veces puede devorarlos y alejarlos de su propia realidad. Esta situación, llevada al extremo, es la que plantea la historia de Carlos Gutiérrez, quien de día trabaja como obrero en una ruidosa fábrica de electrodomésticos y de noche imita a Elvis Presley en fiestas familiares, bares y bingos del conurbano porteño.
Entrado en años y peso, es una versión de la figura decadente del ídolo en su última etapa, pero la voz y la entrega física de cada interpretación son conmocionantes.
En el plano familiar es un solitario, con la madre en un geriátrico, una ex mujer y una pequeña hija distantes. Salvo por su arte, este Carlos es un hombre ausente que vive fuera del tiempo y de sí mismo. Porque para él la musica es no un paliativo, sino la única forma posible de felicidad y realización. Creerse Elvis es una obsesión que lleva adelante con convicción: solamente escucha o mira conciertos del inmortal monarca roquero, su hija se llama Lisa Marie y a su ex mujer la llama Priscilla.

"El ultimo Elvis” es una película con muchos atractivos donde brilla cada detalle. Se advierte un estilo en la excelente fotografía, la iluminación y sus matices, el diseño de vestuario, el sonido, el clima logrado con decorados, atmósferas visuales y auditivas.
Es notable el registro de una ciudad que -como su personaje- parece atemporal. Salvo el protagonismo del celular podría decirse que la película sucede en torno a los años setenta.
En la primera parte, la historia se asoma al mundo de los que no son ellos sino por otros. Se introduce en el universo de los imitadores musicales y recorre con solapado humor ese mundo bizarro de imitadores donde rondan, como filtradas por un espejo deformante, imágenes de estrellas musicales.
El director recurre muy poco a los diálogos, prefiriendo la fuerza de sus imágenes. Privilegia la intensidad del relato antes que un montaje vertiginoso, buscando planos-secuencia como el de apertura, donde se presenta al personaje.
La madurez de la película es sorprendente para tratarse de una ópera prima: contada con maestría, despliega un infrecuente lujo narrativo como soporte de una historia al mismo tiempo sencilla y compleja, simple pero enorme, que transita entre lo excelente y lo patético hasta afirmarse en un terreno más humano que manipulador.
“El último Elvis” -como sólo se da en pocos casos- también permite involucrar a distintos tipos de público, frívolo o intelectual; puede verse en Buenos Aires o en cualquier parte del mundo sin perder interés. Nadie queda afuera de este viaje interno y externo de un hombre gris con un don excepcional: este último Elvis, olvidado y postergado que alcanza una dimensión heroica con su costado quijotesco que arremete contra la chatura del mundo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Adela Hache
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6
24 de junio de 2011
24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mérito de esta curiosa película de modesto presupuesto es la recreación de un mundo que integra distintos tiempos y estéticas donde conviven la ciencia ficción, el horror vampírico y el western.

La historia se inicia en un sombrío mundo futuro con la gente encerrada en ciudades donde el poder absoluto descansa en clérigos de una Iglesia que promete seguridad y trabajo a sus desanimados habitantes, quienes sobreviven en oscuros lugares donde la pobreza es moneda corriente. Afuera de esto existen “los páramos”, espacios lejos del control dominante intramuros. En ese exterior, pululan bandidos incontrolables que asuelan a los pocos habitantes que aún insisten en sembrar la tierra y donde los sheriff hacen lo que pueden. Y digo “sheriff”, porque -a diferencia de “las ciudades” regidas por jerarquías eclesiásticas que manipulan a sus seguidores desde futuristas pantallas gigantes al estilo “Gran Hermano”- en los bordes, más allá de las murallas, existen pequeñas poblaciones con nombres bíblicos, donde el tiempo parece detenido en las legendarias épocas del western.

Cuando somos conscientes de estos contrastes entre el afuera y el adentro, ya un dibujo animado nos ha contado la historia de un pasado común, donde los vampiros fueron el peor de los males para la humanidad. Para combatirlos, la Iglesia creó un ejército especial de sacerdotes guerreros (los Priest), que se identificaron con el tatuaje de una cruz en el rostro. Cuando el enemigo fue reducido y confinado a reducciones afuera de las ciudades, los antiguos guerreros religiosos ya no fueron necesarios y se mezclaron con la gente. No fueron premiados por sus antiguos servicios, sino destinados a tareas menos honrosas como la de ocuparse de los residuos y subproductos de ese mundo urbano.
El héroe de la historia (Paul Bettany) es uno de esos ex combatientes relegados, una especie de cruzado medieval con toques “heavy” en su atuendo: ropas negras, tatuaje, borcegos y motocicleta poderosa como una nave espacial.

La acción se dispara cuando el protagonista (exguerrero de la excruzada antivampiro) se entera de que extramuros, una sobrina suya fue raptada por desconocidos y el resto de su familia masacrada. Su intuición le indica que ese accionar solamente puede provenir de los enemigos aniquilados, es decir, que los vampiros han vuelto a la acción aunque con sus necesarias vueltas de tuerca, explicadas en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Adela Hache
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4
20 de septiembre de 2010
30 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se inscribe en el tan vigente subgénero “made in Hollywood”, de comedia romántica con marcado protagonismo femenino, pero se diferencia en no poner el acento en la frivolidad, el consumismo y el derroche -al estilo de las banales féminas de “Sex and the city”-, sino (aunque con cierta ingenuidad) en una búsqueda interior que incluye una cuota de solidaridad y de misticismo new age.
Con un generoso presupuesto de 60 millones de dólares, que permite la presencia de megaestrellas como Julia Roberts y del galán español Javier Bardem, la historia transcurre en
bellos exteriores turísticos, registrados por la cámara de Robert Richardson, responsable de la fotografía de filmes relevantes, como “El aviador” y “JFK”.
La dirección está en manos de Ryan Murphy (muy conocido por su serie “Nip/Tuck”), quien aquí combina gastronomía, sentimientos y espiritualidad, en un molde que mixtura comedia romántica y manual de autoayuda. Con un anclaje muy fuerte en la mirada de la protagonista (a Julia Roberts le calza muy bien su personaje de divorciada desconcertada), la película también construye escenas planificadas para el lucimiento de los distintos intérpretes secundarios que van apareciendo en el camino: un gurú desdentado y predictivo, un maduro arquitecto tejano con pasado doloroso, una amiga sueca que descubre el amor en su profesor de italiano y la madura administradora de una destartalada pensión romana, entre
otros.
El film resulta un collage simpático de pintoresquismo turístico, clisés de autoayuda y algunos aspectos humorísticos que lo hacen livianamente disfrutable.
Adela Hache
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Néstor Kirchner, la película
Documental
Argentina2012
4,2
158
Documental, Intervenciones de: Néstor Kirchner
4
26 de noviembre de 2012
26 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
En clave autocelebratoria y realización limitada, la película construye el retrato de Nestor Kirchner a partir de sus discursos más conocidos y los ensambla con filmaciones caseras, testimonios familiares y voces militantes o de puro agradecimiento. Empieza con las afirmaciones de "Vengo a construir un sueño", pronunciado en la asunción del 2003. Esas palabras de esperanza contrastan con el caos que precedió al inicio de su gestión presidencial: la represión de diciembre de 2001, el vacío de poder, la asunción de cuatro presidentes en tiempo récord y los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Aquí el montaje pasa por los hechos sin referenciarlos, se compactan en un bloque confuso para el espectador no avisado.
De Luque trabaja con material de archivo público y privado, que va intercalando a medida que avanza el relato. Su trabajo pierde rigor periodístico al no identificar las testimonios ni las voces que se escuchan en off, así como también la ausencia de fechas y lugares para ubicarse en el tiempo. Más confuso cuanto más lejos cultural y geográficamente esté el espectador.

La voz en off no tiene aquí una presencia tradicional, solamente se identifica la de los discursos de NK, luego no sabemos quién habla. Se crea la sensación de una voz colectiva que cambia muchas veces, es necesario esperar los créditos finales para enterarse -por ejemplo- que hay un poema de Gelman y otro más, recitado por el actor Federico Luppi o descubrir que el músico de rock que escuchamos sin ver, tal vez sea León Gieco.
Él desarrollo pretendidamente biográfico deja capítulos vacíos en voluntarias y expresas omisiones, particularmente el tiempo transcurrido en el Sur desde 1976 hasta el regreso de la democracia. Tampoco parecen existir los años 90, que se sintetizan en un fugaz y poco favorecido pasaje de Menem. Después se abunda en glorificadas gestas políticas de los últimos años.
Los momentos mas disfrutables son los que muestran momentos de intimidad, allí De Luque abre una puerta hacia un registro espontáneo y creíble, donde sobresalen las entrevistas a la madre de Néstor y de Cristina.
La película tiene referentes conocidos en la música (Santaolalla) o en la fotografia (Marcelo Iaccarino) pero se nota la ausencia de un director de fuste. En realidad De Luque no era conocida hasta que Caetano (el director propuesto inicialmente) renunció por diferencias artísticas. Así, en nombre de una causa que excede lo cinematográfico la dirección es tan maleable y desdibujada como. la voz en off. Sin embargo hay documentales políticos que pasaron a la historia por sus valores artísticos pero no es el caso de Paula de Luque que no consigue tampoco un efectivo film de propaganda. Es cierto que busca la emoción, pero carece de objetividad y registro poético. La cámara no tiene oportunidades de lucirse más allá de los muy bien iluminados paisajes patagónicos o las entrevistas registradas en planos limpios y certeros. También hay formalmente decisiones no justificadas estéticamente como filmar inclinado o acelerar la velocidad para indicar el paso del tiempo. También es necesario decir que a pesar de que se insiste con que es un documental hecho desde el amor, los enemigos ocupan un lugar bien destacado en la manipulacion del montaje.

Demasiado emparentada con la coyuntura actual, le falta tiempo y distancia a esta pelicula hecha en un contexto k y por asesores culturales pro-oficialistas. Dejo estas líneas consciente de que abundan comentarios a favor y en contra sobre lo narrado y no sobre cómo se narró y que fundamentalmente es un relato que entusiasmará sólo a los simpatizantes incondicionales del kirchnerismo que ya tuvo su premiere en el Luna Park con entrada gratuita el pasado 17 de octubre, ahora llamado Día de la Militancia. Tal vez queda la pregunta de por qué un estreno comercial en tantas salas (más de un centenar) para un filme con destino de unidad básica.

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Adela Hache
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8
1 de octubre de 2010
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 1933 el muralista mexicano David Siqueiros, representante de una vanguardia artística muy comprometida con las causas sociales, viajó a la Argentina para dictar tres
conferencias sobre la pintura en tiempos de la revolución mexicana. Siqueiros había llegado invitado por la escritora argentina Victoria Ocampo y la Sociedad de Amigos del Arte
de Buenos Aires. Se proponía realizar un gran mural en una zona popular como los silos de la Boca, pero la vanguardia intelectual vernácula no soportó el extremismo agitador del pintor, militante enfervecido del PC y solamente pudo concretar la primera de las conferencias programadas.
En esa situación comprometida, tildado de enemigo público por los sectores más onservadores, Siqueiros conoció al polémico Natalio Botana, el excéntrico millonario dueño de Crítica, el diario más influyente de la época y terminó aceptando su inesperada propuesta de pintar un mural en el sótano de una residencia de su propiedad, una lujosa casona de 1.300 metros cuadrados.
El exquisito documental "Los próximos pasados" (2006), de la realizadora Lorena Muñoz, investigaba el destino corrido por este mural de Siqueiros, posteriormente fraccionado y
encerrado en un contenedor durante años de litigios judiciales. Aquel trabajo sacaba a la luz la ominosa situación en que había devenido aquella gloriosa pintura luego trozada y mpaquetada en contenedores.
Este film de Olivera completa magníficamente desde la ficción todo lo que no podía ser dicho desde el registro documental. El relato parte de las complejas relaciones entre los personajes protagónicos de la historia (el famoso pintor mexicano Alvaro Siqueiros, su mujer Blanca Luz Brum, Natalio Botana, director del periódico más poderoso de su época– y su entorno familiar-laboral) y desde allí se proyecta hacia la reconstrucción crítica de una época muy polémica y
contradictoria, donde coexistían marchas fascistas y manifestaciones obreras con banderas anarquistas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Adela Hache
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