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El congreso

Ciencia ficción. Drama. Animación La necesidad de dinero, lleva a una actriz (Robin Wright) a firmar un contrato según el cual los estudios harán una copia de ella y la utilizarán como les plazca. Tras volver a la escena, será invitada a un congreso, que se desarrolla en un mundo que ha cambiado completamente. Basada en una novela de Stanislaw Lem, se trata del retrato de un mundo que se dirige inevitablemente hacia la irrealidad.
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Críticas 61
Críticas ordenadas por utilidad
17 de octubre de 2013
71 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ari Folman tuvo la enorme, gran suerte, de que su debut en el cine se produjera a finales de los 2000 y no antes. También, de haber coincidido en fechas con una semi-edad dorada de la animación en la que independientemente de las producciones de estudios (Disney, Dreamworks, Pixar) salieron a la luz piezas de la calidad de "Mary and Max", "Princess", y sobre todo "Persépolis". "Vals con Bashir" se benefició así de este (aparentemente) renovado interés del público masivo por un tipo de animación más enfocado al espectador adulto, usando el medio hasta sus últimas consecuencias y no exclusivamente con un fin de llenar las salas. Con "The Congress" la intención es la misma: el mensaje es clave, la forma decisiva, y por supuesto no está condicionada por el intentar llegar a un target masivo.Folman sigue explorando su imaginario y ahora moderniza un relato de Stanislaw Lem, adaptándolo al contexto del mundo cinematográfico.

"The Congress" se abre con un primer plano de la guapísima Robin Wright, y sigue con un travelling hacia atrás en el que vamos alejándonos de su rostro mientras se nos plantea lo que vendrá a ser el eje de la historia: en un mundo en el que los actores no interesan una vez superada cierta edad, se plantea la posibilidad de inmortalizarlos en versiones digitales que serán utilizadas para arreglar los errores del pasado, para producir nuevas obras cinematográficas. El coste, para los actores, es desaparecer, retirarse de la vida pública, a cambio de la inmortalidad. Todo el primer bloque de "The Congress" es maravilloso, cuenta con diálogos extraordinarios, duros pero que resumen de forma muy creíble las vicisitudes que pasa este gremio en cualquier gran estudio de Hollywood, y llegado cierto momento (que tiene que ver con una sesión de captura de movimiento) es imposible no rendirse a lo que se ve en pantalla. Esta secuencia es, probablemente, una de las mejores que nos dará el cine de 2013, tan potente como aquel despertar en la playa de la extraordinaria "Vals con Vashir".

La primera mitad de la película es en imagen real y luego se introduce en el mundo de la animación. Es aquí donde el film gana en complejidad, las imágenes se superponen, la imaginación aflora, en lo que podría recordar levemente a la maravillosa "Paprika" de Satoshi Kon, o de forma menos frontal al "¿Quién engañó a Rober Rabbit" de Zemekis. No tanto temáticamente -en este último caso- como en la sensación de presentar numerosos iconos en cada plano y la necesidad de congelar la imagen para quedarse con todos. No se trata de un baño de cameos sin ningún tipo de fuerza sino que todo termina por encajar en una película con un final agrio, durísimo, que esconde reflexiones sobre el oficio del actor que pueden extrapolarse a cualquier otra situación vital, lo que la hace sumar puntos y ganar intensidad. Por si fuera poco cuenta con una banda sonora excelsa, una interpretación principal a la que no se le pueden poner pegas (ni una) y quizá, su único punto bajo, sea una relación familiar que ocupa parte del tiempo de pantalla. Pero "The Congress" es indudablemente una de las mejores películas de este año. Espero -y deseo- que le vaya tan bien como a "Vals con Bashir".
Caith_Sith
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27 de agosto de 2014
78 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
La evolución que tiene El congreso es la que hemos visto en cientos de películas. La secuencia de pensamiento puede ser más o menos así:

“Buen inicio, qué original, buenas interpretaciones, la chavala (Sami Gayle) lo hace bien, ¡Harvey Keitel! Bien, bien. Además trata sobre el cine y sus perspectivas de futuro. Interesante. De lo mejor y más original que he visto últimamente”.

A mitad de metraje:

“Se les está yendo un poco la pinza con las animaciones, pero no va mal. Bueno, la verdad es que empiezo a perder el hilo. ¿Qué me está contando? ¿Y la química esa cómo funciona? ¿La controlamos nosotros o nos controla ella? ¿Lo que vivimos lo produce nuestro subconsciente o nuestro consciente? Es decir, ¿elegimos dónde queremos estar y cómo? A veces parece que sí, a veces parece que no. Bueno, vamos a dejar que fluya y tal… Si hay oscuridad es que queremos que haya oscuridad ¿no?”.

Al final:

“Vaya por Dios, otra historia desaprovechada. Abarcaba tanto en un principio, que al final tiró por la calle de en medio. Moraleja sobre la verdad verdadera, las drogas y la familia y melodrama para cerrar. Bah!”

Otro director que no sabe cómo terminar de forma eficaz una buena historia. La primera mitad de metraje, incluyendo la introducción de Robin en el mundo animado es notable. Se plantean diversas cuestiones sobre el mundo del cine, la febril búsqueda de satisfacciones sensoriales, la huida de la realidad, los miedos que quiebran una carrera artística o laboral, las frustraciones vitales que convierten nuestra cotidianidad en una mecedora de melancolía y nostalgia. Sobre todo ello y más reflexiona la primera parte de El Congreso. Un gran acierto.

El punto que más destaca es el que se ocupa del futuro del cine y de los actores. ¿Cuál es la verdadera importancia de un intérprete de cine en la industria del entretenimiento?

(...)

En la película de Ari Folman, la industria del cine o del entretenimiento se come a los actores, a los directores de fotografía, se come la creación. Robin Wright firma un contrato y entrega su cuerpo a la productora. Más tarde descubrirá que los miles dólares que acompañan a ese contrato no son suficientes para pagar su sed creativa, su anhelo de reconocimiento. ¿Y si, de repente, un día, a Brad Pitt le dejasen de reconocer y pedir autógrafos por la calle? Al principio, sería la gloria, pero luego se preguntaría: “¿Qué ha pasado? ¿La gente ya no me quiere?” Robin decide volver a sentirse querida, decide volver a sentirse una estrella. Y se va al congreso. Otro contrato le espera.

Además, El congreso reflexiona sobre el futuro del entretenimiento de masas. El personaje de Danny Huston, el magnate de Miramount, indica el camino que puede seguir el cine. Las películas serán cómo sueños controlados por nosotros. Ese es el ámbito que todo el mundo quiere explotar: los sueños, los anhelos y las ilusiones. Pero hay que despertar, ¿o no?

Nosotros, como espectadores, despertamos cuando la segunda fase de la película empieza a resbalar. Nos olvidamos de esas poderosas e interesantes reflexiones y llega la moraleja y el melodrama. La droga, la química, el hijo enfermo… El congreso pierde originalidad y enjundia mientras llega el desenlace. Ari Folman abarcó mucho con el planteamiento de El congreso y al final, no supo muy bien qué hacer con tanto material.

Lo Mejor: la primera parte de la película. Las animaciones.

Lo Peor: la segunda parte de la película y el final.

[crítica publicada en alucine.es]
david
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28 de noviembre de 2013
29 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robin Wright, has arruinado tu carrera, tuviste el mundo a tus pies y tus malas decisiones te han llevado a la irrelevancia, la más cruel de las pesadillas para un actor de Hollywood. Algo así es lo que le escupe Harvey Keitel a una Robin Wright de cristal en el arranque de The Congress, la nueva película de Ari Folman, el director de la hermosamente desgarradora Waltz with Bashir (2008), ese documental animado que me dejó estupefacto hace ya 5 años en el mismo teatro en el que vi hace unos días The Congress. Mismo teatro, lado contrario, aquella vez a la derecha, esta vez a la izquierda, sí, recuerdo exactamente dónde estaba sentado aquel día, el lugar dónde ese impacto me revolvió las tripas. Si en Bashir, Folman retrataba un acontecimiento histórico (la guerra israelí-libanesa) y sobre todo el peso de la culpa de un pueblo, en The Congress plantea un futuro distópico para hablarnos del peso de nuestra culpa futura. El escapismo como leitmotiv de un mundo en constante huida de sí mismo.

Los grandes estudios digitalizan a los actores para poder hacer películas con ellos pero sin ellos, películas irreales, impalpables. A esa primera revolución le siguen otras, primero la animada, después la química. Al final de la escapada sólo nos quedan las drogas para soñar que somos quienes no somos, para soñar que aún somos alguien. Folman trenza así una distopía aterradora, psicotrópica, pero sobre todo hipnótica, como si mientras la viéramos nosotros estuviéramos también drogados. El devenir de la narración puede ser criticado, es tramposo y caótico, Folman salta de idea en idea sin posarse demasiado en ninguna, en constante aleteo. Más que con La Verdad, que es hacia dónde nos empuja la película en su tramo final, yo me quedo con El Ser. No ser para ser eterno, no ser para no sufrir, no ser para no ser consciente. Obviamente pura subjetividad, como la obra poética que es, The Congress te puede llevar en múltiples y muy contradictorias direcciones. No hay decisiones buenas ni malas, esto no es la carrera de Robin Wright. Solo hay que entregarse al juego.
odaesu
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27 de enero de 2014
27 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
A David Lynch le gusta jugar con la idea posmoderna de la "realidad poliédrica"; ésa que asegura que la realidad actual se compone por las infinitas fantasías individuales (o dicho de otro modo: las distintas maneras de entender y captar, a la vez que evadirse, del mundo que nos rodea. Dicho de otro modo: el subjetivismo del observador como centro de su propio universo) de todos los seres humanos que hay en la Tierra. Dichas fantasías enmascaran la "verdad", que muchas veces se considera cruel y aburrida.

Por otro lado, en la mítica novela de Stanislaw Lem en la que se basa el filme, "The Futurological Congress", el autor va más allá y asegura que la sociedad se encamina hacia la irrealidad absoluta, dejando la "verdad" para unos pocos científicos, pensadores y militares un tanto amargados.

Pues bien, "The Congress" básicamente va de eso, aunque también es una crítica despiadada hacia la industria del cine. Al menos, así es durante su primera parte, en la que nos regala uno de los momentos más bellos que jamás se han visto en una gran pantalla: cuando la protagonista principal, una actriz que empieza a envejecer, decide "digitalizarse" para ser inmortal, para ser "eternamente joven", aunque sólo sea en los sueños de los espectadores.

El filme es muy complejo y manda gran cantidad de mensajes sugerentes. Uno de los que más me han gustado es hasta qué punto el cine ha moldeado "la realidad" de muchas personas; qué papel juega en nuestras ambiciones, nuestras relaciones y nuestros delirios. Aunque en ocasiones sea tachado de puro consumo por su parafernalia, su estrecha relación con la tecnología de su tiempo y su juventud comparado con otras artes, lo cierto es que su influencia es innegable.

Uno de los mejores filmes del 2013 y desde luego otra maravilla de la cada vez más común "animación para adultos".

Si bien "Vals con Bashir", del mismo director, me pareció una auténtica pasada, "The Congress" me ha gustado incluso más. Al igual que "Her" de Spike Jonze, es única en su especie. Esto ya es más que suficiente para darle una oportunidad.
Nekro Zombie
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18 de noviembre de 2013
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi lista de películas que deseaba ver con impaciencia durante este SEFF se encontraban: Borgman, The Immigrant, La Gran Belleza y The Congress, pero sin lugar a dudas ésta era la cinta que más impaciencia me causaba. Arriesgada, brillante, única, absorbente, sorprendente... podría basar mi opinión en adjetivos positivos, pero eso no le haría justicia. Se trata de la segunda obra de Ari Folman, conocido por su aclamadísima internacionalmente ópera prima, Vals con Bashir. The Congress adopta (y adapta) la obra de Stanislaw y la retuerce para amplificar su mensaje. Una valiente Robin Wright interpreta a sí misma, una actriz fracasada que decide vender su "yo" actriz a Miramount, gran parodia de los grandes estudios hollywoodienses (clara referencia a Miramax y a Paramount), para que exista por siempre el concepto de "actriz llamada Robin Wright" en un ordenador y así poder realizar películas digitales con ella.

La crítica a la industria del cine es la columna vertebral del film. Empieza por debatir el papel de un actor en una película, así como cómo la imagen de la actriz tal y como la conocemos puede desaparecer, para luego incidir en el papel del creador, en las (nuevas) formas de consumir entretenimiento y finalmente, se centra en cuestionar la posición del propio público, situando su tesis en la posibilidad de que, en el futuro, la forma definitiva de entretenimiento no sea otra que una personalizada para ti mismo.

The Congress habla de la evolución del arte y ciertamente lo parodia. El largometraje no abre el debate de si debemos considerar el cine como mero producto de consumo o como forma de arte, sino que se limita a afirmar y a reirese de la idea de que el cine es "solamente" consumo. Sin querer revelar mucho sobre el mensaje de la película, queda decir que la crítica al cine que se plasma en ella es de las más duras que hemos visto en pantalla jamás.

The Congress se divide en dos partes, una rodada con imagen y actores reales y otra animada. En la parte real los personajes hablan claro, no titubean ni intentan mentir, muestra la realidad de la forma más honesta. Mientras tanto en la parte animada lo que vemos es la máscara de las personas, que quieren ser y como abandonan su identidad para formar parte de un avatar, un reflejo de sus deseos. La animación es fluida, de calidad y de un carácter marcademente psicodélico. Debemos aceptar esa parte de la animación, ya que es la parte más simbólica, si tu mente te permite adentrarte en este surrealista y sorprendente mundo con Robin Wright, entenderás que estamos ante una de las películas del año.

Crítica original: http://www.lallaveazul.com/2013/11/conexion-seff-folman-fascina-y-binoche.html
Nachogf
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