No puedo vivir sin ti (1941)

Absolutamente injusta la nota que se le otorga a la película. Es una lástima, ya que si el lector de Film Affinity se deja guiar por dicha valoración, se quedará sin hora y media de agradable entretenimiento. Aunque hay mucho más que eso en "No puedo vivir sin tí", pues Clarence Brown impregna la emotiva historia de un exquisito lirismo que culmina con la aparición en escena de la entrañable casa de campo de la abuela de Bill. Brown crea las atmósferas precisas en la multitud de escenarios que se muestran (y son muchos: casas ostentosas, casas pobres, parques, bares, campo...) y se beneficia del extraordinario momento de James Stewart (acababa de ganar el Oscar por "Historias de Filadelfia") y de la mezcla de belleza y misterio de Hedy Lamarr.
Sin ninguna duda, película de sofá y manta para tarde lluviosa y para buscar, de cuando en cuando, en el techo del salón, los destellos intermitentes de la luciérnaga del amor.

Bueno, pues ya sabemos de dónde tomó la idea Peter Weir para su " Matrimonio de conveniencia" ese éxito de los 90 con Depardieu y MacDowell a la cabeza de ella, solo que en esta ocasión, la que necesita los papeles es Hedy Lamarr y James Stewart, el ciudadano americano necesitado de dinero mientras trata de publicar, desesperadamente, alguna de sus novelas que todos los editores rechazan.
Y aquí es donde se genera el intríngulis del asunto, un enredo muy divertido y que dará lugar a un gran equívoco ( esa escena de la reunión entre editor y escritor, en la que discuten acaloradamente acerca de la novela que éste último está escribiendo, con la esposa del editor, presente, sonriendo socarronamente, no tiene desperdicio).
La película hace hincapié en dos obstáculos, aparentemente insalvables, que separan a nuestros protagonistas. Por una parte, que son dos desconocidos, claro está, pero también subraya, de manera notoria, la diferencia de clase y cultura.
Lamarr, indudablemente, procede de ambientes culturalmente sofisticados ( su amante y su esposa son todo un ejemplo de matrimonio abierto), mientras que, Jimmy, procede del campo y, su mentalidad, no le permite concebir ciertas licencias a las que se presta con evidentes reparos y propósitos de enmienda.
Lo que había comenzado como un contrato formal entre dos seres interesados, se trastocará un poco cuando, uno de ellos, decida añadir una cláusula no estipulada desde el principio.
Brown resuelve con elegancia y lirismo esta hermosa y dulce historia. En la primera parte, numerosos toques de comedia que añaden sal al asunto. Más tarde, se decanta por el romanticismo puro. Sólo cabe preguntarse si el resultado no habría sido más redondeado si hubiera intercalado más los dos géneros.
Lamarr, bellísima, no hay que decirlo y a James, estos papeles le vienen al pelo. Dos seres que se descubren procedentes de planetas distintos. ¿ Quién se resiste a una historia así?. Que la disfruten.