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Good Time: Viviendo al límite (2017)

Good Time: Viviendo al límite
99 min.
6,7
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Después de que el robo chapucero de un banco acabe con su hermano pequeño en prisión, Constantine Nikas (Robert Pattinson) se embarca en una odisea a través del mundo subterráneo de la ciudad en un intento, tan desesperado como peligroso, por conseguir el dinero de la fianza para poder sacar a su hermano de la cárcel. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Cine independiente USA Robos & Atracos
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Good Time
Duración
99 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2017: Festival de Cannes: Sección oficial
2017: Premios Independent Spirit: 5 nomin. incl. mejor película y actor (Pattinson)
2017: Premios Gotham: Nom. a Mejor película, actor (Pattinson) y premio del público
2017: Satellite Awards: Nominada a mejor actor (Robert Pattinson)
6
Hacia la Noche
Cuando se habla de "pasar un buen rato", no será lo mismo pasarlo con unos pijos del barrio rico que con unos yonkis del callejón más próximo.
De igual manera, para cualquiera de los dos grupos, no habrá comparación posible entre sus modos de vida, por mucho que puedan aspirar a las mismas cosas.
Un banco desatendido para un tirado sin blanca es una oportunidad, para un ladrón será un objetivo y para cualquier otro ciudadano una minucia sin importancia.

'Good Time', teniendo esto en cuenta desde el título, no busca tanto narrar una historia como una experiencia: la larga, larguísima noche de Constantine Nikas, oportunista profesional, tratando de reunirse con su hermano Nick mentalmente discapacitado, huyendo de la ley por un atraco que ha salido mal.
Por tanto, no es sólo otra noche más, sino una carrera contrarreloj por escapar de una cárcel casi asegurada, con la vena suicida que supone jugársela por la propia sangre, siempre merecedora de todos los reproches del mundo pero imposible de abandonar en medio del caos.
Hay cariño entre estos dos hermanos, no hace falta que nos lo cuenten atentamente, porque un simple comentario o preocupación causa más efecto en plena vorágine de fuga.

Un sentimiento similar se despliega en toda la odisea: los contactos humanos son breves y utilitarios, las acciones difusas y repentinas, las impresiones punzantes y a menudo procesadas cuando ya hace demasiado que se han vivido.
La noche se vuelve un espacio de contornos difusos y horas desesperadas, con luces de neón que cortan la oscuridad como navajas, mientras los habitantes nocturnos salen de sus madrigueras para sufrirla, aprovecharla o simplemente gastarla hasta la nueva luz del alba.
Connie recorre ese visceral escenario, demasiado abrumado por sus circunstancias como para reparar demasiado en él, y por el camino visita todos esos lugares que sólo existen en la madrugada: áreas de servicio amparadas en la maldición de las 24 horas, casas en penumbra donde los trastos han hecho imperio y el fulgor de la televisión da invitación a los impulsos de una adolescencia sin padres, hospitales bañados en luz blanquecina que se pueden oler y saborear, y hasta un fosforescente tren de la bruja que lanza la peripecia a la fantasía surrealista, gracias a una música electrónica que fija un ambiente hipnótico e imposible.

El carácter episódico se cuela también entre las relaciones que se dan, pues Constantine se encuentra con un ladrón yonki o una ingenua adolescente afroamericana a la carrera, mientras necesita usarlos para sus propósitos tan desesperados como improvisados, y no parecen tener mucho más significado que el más puro azar.
Si bien Connie aprenderá a distinguirlos de su histérica madre o el usurero judío que comercia con la libertad de su hermano: alguna que otra despedida se sucede, sin tiempo ni sentimiento, con promesas rotas de por medio que sonaron esperanzadoras en su momento, quizá como un recordatorio de que a veces alejarse es lo único que se puede dar, aunque vaya a ser lo único que quedará.
Tal vez porque todas las decisiones, tanto las que se toman como las que nos quitan, construyen nuestro viaje, aunque sea a golpe de cicatrices y un sentimental equipaje.

Las intenciones de Constantine eran buenas, el cariño hacia su hermano genuino, sus métodos no los mejores pero nunca crueles... aunque al final todo eso no sirve de nada si los que hablan desde el televisor le juzgan criminal; esas voces que suenan continuamente mientras completaba su propia y emocional épica urbana.
Ese entorno es lo único que él conoce, la única ciudad que siempre verá.

Sólo queda esperar que haya aprendido a disfrutarla, porque nunca tendrá mucho más.
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49 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
¡Jo, qué noche!
Los tan inteligentes como frikis hermanos Safdie -y pude comprobar ambas facetas en un muy interesante coloquio hace unos años en el Festival de cine de Gijón, donde presentaron la estupenda "Go get some Rosemary"-, tuvieron el honor de concursar este año en nada menos que Cannes con este virtuoso y visceral thriller, que transcurre en tan sólo unas horas, y cuya espiral de acontecimientos comienza con el atraco de dos hermanos a una sucursal bancaria, que derivará en la detención de uno de ellos, mentalmente deficiente, y la cada vez más complicada carrera contrarreloj del otro (un más que convincente Robert Pattinson, que se va sacudiendo la capa de vampiro) para conseguir el dinero de la fianza.

Sobre el papel no cuenta con una trama muy novedosa, pero es un eléctrico thriller con personalidad y con ecos scorsesianos (el propio Scorsese aparece destacado entre los agradecimientos de los Safdie), al menos del de "After hours", por la limitación temporal del relato y por el estilo nervioso de algunas de las obras del autor de "Taxi Driver".
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28 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
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