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Fargo II (Miniserie de TV) (2015)

Fargo II (Miniserie de TV)
50 min.
8,0
28.164
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Miniserie de TV (2015). 10 episodios. Segunda temporada. En 1979. en un pequeño pueblo de Minnesota, un inesperado giro de los acontecimientos perturba la vida de varias personas: el matrimonio Blomquist (Kirsten Dunst y Jesse Plemons) y el clan familiar Gerhardt de cuyo imperio intenta apoderarse un sindicato mafioso de Kansas City. Por su parte, el policía local Lou Solverson (Keith Carradine en la 1ª temporada) se hará cargo de la investigación de los hechos con la ayuda de su suegro (Ted Danson). (FILMAFFINITY)
Género
Serie de TV Thriller Drama Comedia Crimen Policíaco Comedia negra Años 70 Serie de antología Miniserie de TV
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Fargo: Year Two
Duración
50 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Fargo
Links
Premios
2016: Emmy: 8 nominaciones incluyendo mejor miniserie, dirección y guión
2015: Globos de Oro: Nominada a Mejor miniserie, Actor (Wilson) y Actriz (Dunst)
2015: American Film Institute (AFI): Top 10 - Mejores Programas de TV del año
2015: Satellite Awards: Nominada a Mejor serie drama y Actriz (Kirsten Dunst)
2015: Critics Choice Awards: 4 premios, incluyendo Mejor miniserie y Actriz (Dunst)
10
Guerra en el corazón de Minnesota
Cómo ha cambiado la situación. Empecé a ver la primera temporada con más desconfianza que ilusión. El peso de la película de los Coen amenazaba seriamente mi juicio. Fue transitorio. Lo que tardé en ver su primera hora. Fargo es una de las grandes series que he visto, una obra maestra tan afín al universo de los Coen como personal en otros aspectos. Ahora las expectativas al abordar la segunda temporada eran muy elevadas. A pesar de ser una trama totalmente diferente, el listón había quedado muy alto. Pues, sorpresa de nuevo. El nivel se mantiene y puede que hasta lo supere. Mantiene parcialmente ese estilo gélido, pausado pero con furiosos arranques que la película de Fargo marcó, pero introduce elementos que también la emparentan con No es país para viejos y con el estilo juguetón y virtuoso de Tarantino (y lo digo desde mi posición de no-fan del director que sabe apreciar el talento que tiene). Un tour de force a cuatro bandas que se revela como una de las obras más fascinantes de la televisión reciente. Por un lado se centra en contarnos como pocas veces he visto la guerra entre dos bandas rivales de la mafia. Por un lado nos muestra al shakesperiano clan familiar de los Gerhardt, simplemente antológico al completo, y por otro el crimen organizado de Kansas City, que confía toda la operación en un no menos genial personaje, Milligan, un matón con tendencia a la reflexión trascendental en voz alta. Por otro lado el matrimonio Blomquist, que se ve involucrado de forma accidental en esa guerra y que nos habla del conflicto generado desde los 60 respecto a los cambios de paradigmas sobre el éxito: el tradicional basado en la familia, hijos y un negocio propio que aporte seguridad y el de efectividad y realización personal a costa de cualquier cosa. El contraste que hace es brillante. Por último el policía que se encarga de la investigación y su relación familiar, con su esposa, su suegro y su hija, que compone un hermoso y magnífico interludio emotivo, humano y moral que pone sentido común y sentimiento dentro de la locura generalizada. Un planteamiento general por tanto elaborado y complejo como pocos condensado en 10 episodios magistrales. Todo el elenco de actores está espectacular, sin excepciones. Dirigido con un talento asombroso, el ritmo es ejemplar, la pantalla se vuelve juguetona, la tensión y la atmósfera no dan respiro, aliviada por el tono de comedia negra que tiene en muchas ocasiones pero sin perder nunca su capacidad de observación. Este lúcido estudio de la codicia, la violencia, el paso del tiempo y la familia es un clásico de la TV desde ya.
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77 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
No acostumbro escribir críticas de series, sin embargo...
... siento necesario hacerlo en este momento. Me puedo considerar un seguidor acérrimo de cuanto producto televisivo se estrene. Temporada tras temporada, ahí estoy, tratando de no perderme las novedades que anualmente las grandes cadenas nos ofrecen.
Curiosamente, había postergado el visionado de la primera temporada de Fargo para mediados de éste año. Si, cuestión de atrasos. Una vez vista, realmente había quedado encantado con el empaque y el contenido de la serie; me enamoré de la construcción de los personajes, de las aristas de sus tramas, y más que nada, de ese cinismo y humor negro con que todo había sido planificado por su creador, Noah Hawley.
Meses después, volví a sentarme de nuevo frente a la pantalla de mi TV (PC, mejor dicho). Fargo había vuelto. La segunda temporada estaba a poco de hacer rugir sus motores. Y yo, confiado de lo visto anteriormente, volví a acercarmele, esta vez asiduo semana a semana. Y volvió a ocurrir...
Fargo lo volvió a hacer. Pero a la enésima potencia. Nunca creí que el producto original (la temporada de 2014, no la película de los Coen, que es cosa distinta) hubiera sido moldeado de forma tal que su segunda parte terminó conviritiendose en algo más ingenioso, más inteligente y más vivo. Por ende, más brutal.
Hawley volvió a construir un producto rico en todo. Los personajes de la nueva temporada se entrecruzan y viven de una forma latente (cómo espectador tuve la suerte de desesperarme por cada uno de ellos; buenos, malos y los de en medio). La recreación setentera, una vuelta de tuerca increíble: lo paisajistico es un personaje más, el mapa de ruta de las acciones que terminan condicionando todo, entre el destino, el azar y la suerte.
Y la historia... Qué decir de ella. Quirúrgica, cínica otra vez. Fría como la ciudad. Caliente como la sangre. La violencia retratada de manera bella. La tensión tratada con pulso magistral. Hay puntillazos de narración de primer nivel, que se ven a años luz de otros productos televisivos similares. Y se ocupa de todo: la encarnación pesimista del sueño americano (plasmado cruel y sarcásticamente en Peggy y Ed), la familia como lazo de vida y como ultimátum de muerte, lo nihilista del crimen (Mike Milligan con sus discursos escalofriantemente posmodernistas) y hasta se da el lujo de codearse con el más allá, con lo incognoscible -galácticamente hablando-. Realmente, es una historia casi perfecta, redonda, condensada de manera impresionante en apenas diez episodios, pero con subtramas de gran calidad narrativa, digna de enseñarse en cualquier exposición de guión.
Qué más decir, ¿no? ¡Ah, si! Qué Fargo, en su segunda temporada, me ha encantado. Ha dejado el listón altísimo, para las temporadas venideras y para cualquier otra serie que se estrene cercana a su tiempo. Como formato antológico, hizo lo que a True Detective le resultó imposible éste año y a lo que a American Horror Story le viene resultando impensado desde 2012: superarse a si misma, superar -otra vez, si hacia falta-, al resto.
Una serie impresionante, una historia para congelarla en el cerebro y una nueva lección de cómo contar y plasmar de forma brillante una (segunda) buena idea.
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33 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
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