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Cash Calls Hell (1966)

Cash Calls Hell
92 min.
6,9
29
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Película completa (JAPONÉS con subtítulos en INGLÉS)
Sinopsis
Antes de salir de prisión, Oida recibe una propuesta de su compañero de celda. A cambio de una elevada cantidad de dinero, deberá asesinar a tres personas. (FILMAFFINITY)
Género
Acción Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Gohiki no shinshi (Cash Calls Hell)
Duración
92 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
8
La estirpe de los malditos
Cuando uno persigue con tanto ahínco la perdición en su existencia lo normal es que siempre le siga a cada paso que dé y alcance a todos aquellos a quienes se cruce en su camino.
Los malditos tienen una estirpe y un destino: los callejones oscuros; allí deben matar o morir, en las sombras de la noche.

"High and Low" destaca entre los títulos de cine negro modernos realizados en Japón, pero Hideo Gosha iba a intentar decantar la balanza a su favor una vez más (su rivalidad con Akira Kurosawa llegaba desde "Yojimbo"). Ya había dirigido, y con mucha dificultad (al ser un director salido del mundo televisivo los trabajadores de las compañías cinematográficas le tenían muy poco respeto), dos títulos imprescindibles del "chambara", su cine por excelencia; tras esto se detuvo para realizar su primer "thriller" criminal, género en el que ya se curtió trabajando para Fuji TV.
Encargándose de la producción la compañía teatral Haiyuza, donde trabaja Tatsuya Nakadai, aquél toma una idea muy anterior (de la que surgió "Three Outlaw Samurai") y la pule junto a Yasuko Ono (quien luego escribirá "Woman of the Lake"), y esa habilidad innata para la escenografía de la acción y el ritmo se demuestra desde ese absorbente inicio que podría ser del primerizo Stanley Kubrick y que remite al mejor cine criminal, donde se nos presenta a través de un blanco y negro pasado por el espectro del negativo y de forma excitante el robo de un maletín lleno de dinero en el garaje de una estación de trenes; cuatro hombres se lo quitan a unos traficantes pero han de esperar dos años pues es el cabecilla, Sengoku, va a ir a prisión, donde también iremos nosotros tras este genial prólogo.

Aquél comparte celda con Oida, un hombre que podía haberse convertido en jefe de su compañía y que sin embargo arrastra una gran culpa al haber atropellado por accidente a un hombre y su hija pequeña; el destino querrá que se unan como socios, y la tarea de Oida tras salir de allí es sencilla: asesinar a los tres colaboradores del robo perpetrado y repartirse el botín. El director se vuelve a adentrar en terrenos sombríos y pesimistas, dando su particular visión de lo que es el Japón moderno de la posguerra, una sociedad hundida y teñida de negro, y nos arrastra como al protagonista, que adopta nuestro punto de vista, a sus entrañas, desvelando así las aristas del mundo de los miserables y los perdedores, el de la quiebra de la moral.
La historia es en sí un sueño roto; con él se inicia (la posibilidad de prosperar gracias al dinero robado) y a todas partes llega al estar poblada de personajes de orígenes truncados y futuro desesperanzador: Motoki, ex-policía que fue un rebelde en su juventud y acabó fugándose con la esposa de un criminal encarcelado; Umegaya, quien trabaja en un club y únicamente vive por el bienestar de su novia Akemi, a la que sin embargo explota como prostituta; y Fuyujima, boxeador retirado al que partieron el brazo.

Gosha compone así una sinfonía de los bajos fondos, con sus truhanes y asesinos, cabarets y lupanares, chicas fuertes de vida disoluta, y expresa esa agitación frenética como un último tránsito ante la muerte y hacia la muerte.
El papel de Oida es el de un intermediario que intenta expiar su pecado aunque la tragedia siempre le persiga.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Rematada con una partitura de juguetones alardes "jazzísticos" cortesía de Masaru Sato y una inolvidable secuencia final, "Gohiki no Shinshi" se perfila como un magnífico "thriller" de desapacibles raíces "noir", negras (como su propio nombre indica) como el carbón y la noche que constantemente cubre el espacio.
Una pequeña joya nipona de los '60 que inevitablemente tuvo que influenciar a posteriores directores como Takeshi Kitano, (Kiyoshi) Kurosawa o Takashi Miike, y en especial a Takashi Ishii para su obra maestra "Gonin". Tras ella, Gosha regresó a su habitual cine de samuráis, y habría que esperar seis años para verle al frente de otro "thriller", de nuevo junto a Nakadai: "Los Lobos".
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Viaje a los bajos fondos del Japón con el inmenso Nakadai
Hasta ahora sólo he visto películas buenas de Hideo Gosha, otro de esos directores japoneses que permanece en la sombra al menos para el público occidental. No es fácil llegar a este cine, pero si se busca es un placer cinéfilo a la altura de los grandes nombres. "Cash Calls Hell" se aleja del género de samuráis más habitual en el director, esto es cine negro con todas las letras, es un noir hecho en Japón pero bien podría ser de cualquier nacionalidad porque no hay ningún aspecto diferenciador de la cultura o la sociedad japonesa.

Vamos, lo que le pasa a Nakadai le puede pasar a cualquiera siempre y cuando su alma esté condenada como la suya. Y personajes que ya desde el inicio muestran ese perfil el cine negro está repleto. Su viaje a los bajos fondos es de billete sin retorno, tal y como aparece sabemos que vive sentenciado. Sin embargo sale de la cárcel y lo acompañamos en su camino, conoceremos a muchos personajes y Gosha se recrea en esos escenarios oscuros en los que nos mete, si no es un callejón es un almacén o cualquier tugurio de mala muerte, pero de lo que no hay duda es que se trata de una dirección ejemplar.

Puede que el guión no sea para ganarse el cielo, puede que hayan mejores muestras de cine negro con giros en la trama cada dos por tres, pero no cabe duda que es una película que merece la pena tanto si se es seguidor del cine japonés como si no. De hecho, se puede llegar aquí siendo un admirador de Nakadai o de Gosha es lo de menos, esto es cine de calidad, cine negro comprimido con mucha mala leche, con violencia y malas artes, porque la pasta sólo te lleva al infierno, la codicia, las malas artes, ya se sabe, estar condenado sabiéndolo. La presencia de Nakadai es un lujo, siempre encaja con este tipo de personajes.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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