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Wild Gals of the Naked West (1962)

Wild Gals of the Naked West
65 min.
5,0
29
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Sinopsis
Un viejo habla a los espectadores sobre las particulares situaciones que se dan en un pueblo del lejano oeste. Un pueblo en el que hace falta alguien que ponga orden, ya que las prostitutas toman clientes a la fuerza, un gorila anda suelto haciendo estragos, un aborigen sin escrúpulos está a punto de sacrificar una voluptuosa rubia en un ritual, y la gente se la pasa golpeándose, bebiendo y gastando bromas pesadas. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Western Serie B Cine independiente USA Erótico Prostitución Animales
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Wild Gals of the Naked West
Duración
65 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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2
"Este pueblo era tan malo que nos avergonzaba darle un nombre"
Tiempos aquellos en los que existía la auténtica libertad, donde la tierra era un yermo que cual pizarra en blanco servía a hombres y mujeres para escribir la Historia de la nación en su largo deambular.
La nación es EE.UU. y vamos a observar uno de los pasajes sobre su creación más extraños que existen...

Cámara en mano y capturando con una enorme sensibilidad el entorno salvaje, esta historia nos la trae Russ Meyer en ese preciso instante de su vida en que su fama obtenida así como el desprecio ganado están absolutamente justificados gracias a sus peculiares películas. Con su ya esposa Eve ocupándose de todos los quehaceres de la compañía, él simplemente continúa ofreciendo al público sus fantasías sexuales en forma de largos "sketches" humorístico-picantes; resultaría curioso saber la razón que le impulsara a introducirse en el tradicional y sacrosanto mundo del "western" en su siguiente producción.
Y así sucedió. Tal vez fue sugerencia de su amigo y productor Peter DeCenzie, pero no pudo haber llegado en un momento mejor; el caso es que en aquel 1.962 el imaginario y la iconografía del Oeste iban a sufrir severos cambios. Los responsables serían títulos como "Duelo en la Alta Sierra", el canto fúnebre de "El Hombre que Mató a Liberty Valance" o la pieza moderna con regusto melancólico "Los Valientes andan Solos". El lamento que inicia "Wild Gals of the Naked West" presagia de algún modo el que unos años después aparecerá en "La Batalla de las Colinas del Whiskey".

El narrador, con voz cansada, evoca las inmensas gestas por las que pasó Norteamérica para ahora gozar de grandes ciudades y progreso; las batallas, las caravanas, los poblados, etc.. Si en sus obras anteriores el director se había paseado, y con él a sus chicas desnudas, por bosques y campos a las afueras de la ciudad, ahora realiza una gran escapada hacia los más extensos parajes naturales que le ofrece su tierra natal, y por cierto filmándola como uno de los mejores documentalistas. De lo que carece este pequeño trabajo, como los anteriores, es de dinero y auténtico ritmo.
Nótese lo ínfimo del presupuesto que para escenificar las contiendas entre ejércitos simplemente usa una bandera, una lanza o una corneta en primer plano (ni tan siquiera imágenes de archivo o segmentos de otras películas, como hacían Ulmer, Wood o Corman). Sin dinero para filmar acción se resigna a ofrecerlo todo narrado...y nosotros comérnoslo sin omeprazol, pues dicha narración, la de un tipo con el maquillaje más horrible de todos los tiempos (Werner Kirsch), es un tedio explicado de manera idiota, como para turistas de ciudad. Su fábula trata sobre un poblado en especial de cuantos hubo, pero uno "tan malo que les avergonzaba ponerle nombre".

Nos sobreviene entonces una idea: ¿cómo va a mostrarnos este señor sin un dólar lo que era el salvaje Oeste? ¡Lo hace, por supuesto!, como ha estado haciendo todo lo anterior: tira de imaginación, decorados sencillos, unos pocos actores, entre quienes se cuenta, y un puñado de chicas voluptuosas, y hace de ello un gran guiñol atestado de bromas escatológicas y absurdas, chistes sin sentido y pechos moviéndose aquí y allá. Diversión de puro "slapstick" teatralizada ya que no hay decorados; los interiores los forman paneles de cartón-piedra de diversos colores, mientras que varios estereotipos del género se usan en función del ridículo.
Un puñado de amigos que montan una compañía teatral y se han emborrachado en el proceso, de eso está más cerca "Wild Girls..." que de una parodia al estilo de la posterior "Blazing Saddles". La acción no se desarrolla como en sus films previos, sólo hay pequeños "sketches" cuyos disparatados personajes no se involucran en los de los demás: aquí un ardiente indio persigue a una estupenda señorita de enormes senos; allá tres prostitutas se dedican a cazar a los clientes a lazo; allí dos imbéciles se pegan en una pelea infinita (...sin derramar una gota de sangre, pues la violencia no había llegado aún de manera realista a su cine); de fondo deambula un tipejo disfrazado de orangután...

Si Ford ha asesinado la grandeza del "western", Meyer ha hecho lo propio con la lógica y la vergüenza. Pero la comedia de dibujos animados viviente, cuando ya no puede repetir más veces los mismos "gags" (o si no el espectador se muere de un ataque de histeria), se detiene en seco con la llegada de un extraño al "pueblo", tal y como lo relata el narrador. Ese hombre es ni más ni menos que la censura personificada, la misma que sufre el director esos días; tras ser humillado, el tipo logra acabar con los disparos, las carreras, los bromistas son aleccionados y las chicas se visten como cristianas.
Ese es el lamento del californiano: el de esa época de puro desenfreno y vicio que el país vivía y que las leyes y la censura han enterrado bajo las buenas costumbres; y al final, ¿qué queda? Exactamente lo que podemos apreciar en nuestros días: a hombres haciendo ganchillo y la corrección política adueñándose de todo. Un visionario este Meyer...y también un sinvergüenza. "Wild Girls..." es delirante hasta hacernos marear, pero una pésima patochada en cualquier esfuerzo de comedia, más bien una loca paranoia de autosatisfacción.

Poco le quedaba a aquél para terminar de hacer estas baratas tonterías y tomarse a sí mismo en serio como cineasta.
Pero sí, aún le quedaba...
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