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La rival (1948)

La rival
113 min.
6,6
69
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Sinopsis
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). El doctor Lee Johnson se alista en el cuerpo médico del ejército, movido más por el sentido del deber que por un sentimiento patriótico. El primer día, conoce a una atractiva enfermera con la que, al principio, no se lleva bien, pero con la que acaba teniendo una aventura. Pero Lee se siente culpable de traicionar a su esposa, que vive esperando su regreso. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Bélico Melodrama II Guerra Mundial
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Homecoming
Duración
113 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
9
“Baila conmigo, inútil”
El gran director Mervyn Leroy supo adaptar su talento a los modos y narrativas que se fueron sucediendo en Hollywood, con una producción fulgurante y áspera en los años treinta –y, de paso, un ramillete de obras maestras del cine negro y de denuncia-, alcanzando la plenitud en los años 40 y manteniéndose con gran dignidad durante los años 50 mediante excelentes melodramas, completando una carrera bastante desconocida pero jalonada de abundantes obras notables y varias obras maestras, iniciada en las postrimerías del sonoro.

Me chiflan los melodramas hiperromáticos de Mervyn Leroy, uno de los menos reconocidos maestros del cine clásico, epidérmicamente despachado con miopía por la reductora y estéril critica de los años sesenta y al que aún conviene reivindicar con convicción y energía –anoten otra obra maestra: “Random Harvest” (1942) con Ronald Corman y Greer Garson-. Aquí nos presenta una magnifica historia desarrollada en el cuerpo médico durante la segunda guerra mundial, con producción –y eso ya era una garantía- del también director Sidney Franklin, otrora mano derecha del genial productor Irving Thalberg, y un gran guion de Sidney Kingsley, basado en una obra de teatro original de Paul Osborn.

Leroy lleva con gran sensibilidad y enorme habilidad narrativa esta romántica historia, a ratos emocionante, a ratos nostálgica, del aprendizaje y toma de conciencia del acomodado Doctor Lee Johnson (Clark Gable), en una historia de amor y guerra, de compromiso y sentimientos, mostrando con enorme realismo el ambiente de los soldados, su nostalgia y heroicidad, así como el admirable y agotador trabajo de los doctores y enfermeras de campaña en la retaguardia, en paralelo al progresivo enamoramiento entre los protagonistas, médico y enfermera, que comparten tantas horas de trabajo.

La película disfruta de un fabuloso trabajo de actores: Clark Gable posee un indiscutible magnetismo en pantalla y Lana Turner –¿cuándo reivindicaremos a esta actriz como una de las grandes? -, encasillada años después en papeles de mujer madura y distante de belleza gélida, realiza aquí un milagroso trabajo, junto a Anne Baxter, un poco desdibujada como fiel esposa junto al agradable pero algo incoloro John Hodiak.

Además cuenta con algunas escenas, tal vez no demasiado originales pero destacadas: la divertida escena del baño en las ruinas del templo romano, la escena del beso -claro homenaje a “Lo que el viento se llevó”, protagonizada por Gable diez años antes, o toda la parte final de la película, admirable en su contención, en la que el vuelve a casa tras la guerra, distante y completamente ajeno, dignas de un Ozu o un Naruse por su contención y pureza.

Casi casi una obra maestra.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Ellos no olvidarán
Las bombas caen por doquier, en ese momento, amparados en la oscuridad de la noche, entre la nada y ninguna parte, ambos se han dado cuenta de que sólo se tienen el uno al otro en el mundo.
No importa quiénes han quedado en casa, sino aquellos que comparten la frustración, el dolor y la soledad. Y fundidos en un abrazo desaparecen por un momento del Infierno, se conceden el paraíso por unos segundos, que allí se quedará...

Si dentro del cine americano de los años '40 la 2.ª Guerra Mundial es el origen de docenas de películas dotadas de mayor a menor grado de eficacia propagandística y orientadas a inflamar el espíritu colectivo, los efectos colaterales del conflicto, la vida en la retaguardia y el difícil proceso de readaptación de los soldados que regresaban del frente supusieron la semilla de un grupo de títulos infinitamente menos numeroso pero cualitativamente llamativo; destacando la joya de Wyler "Los Mejores años de Nuestra Vida", los efectos de la guerra sobre quienes de una forma u otra participaron en ella son un material dramático de primer orden, y es ahí donde hunde sus raíces esta obra considerada menor.
El bueno de Mervyn LeRoy se había adaptado a los métodos y las ideas de la MGM durante los años previos y posteriores al gran conflicto, y comulgando con el deseo de producir melodramas sentimentales además de comprobar de primera mano la presión de la censura con los supuestos comunistas que actuaban en la industria; se va a acabar la década y sigue con su agenda, esta vez en una superproducción basada en la historia del prestigioso autor y dramaturgo Sidney Kingsley, donde se vuelve a unir a una pareja infalible del estudio: Lana Turner y Clark Gable.

Envejecido y posiblemente cansado de desempeñar en la vida real el papel de rey de Hollywood, el señor Gable, que en lo personal había pagado un alto precio durante la guerra, pues había participado en ella directamente y perdió a su esposa, la también actriz Carol Lombard, se mete en la piel de Ulysses Johnson, un hombre desorientado y lleno de miedos inconfesables, que, sin haber pegado un solo tiro conoce de primera mano ese horror que condicionará todo su futuro. Su historia empieza en un escenario cubierto de niebla y oscuridad, bellamente captado por el operador Harol Rosson...
Aunque es reacio a compartir sus experiencias con un periodista, pronto LeRoy nos lleva a revivirlas en primera persona; a este prólogo de clima melancólico sigue lo que podría ser un melodrama ligero de primer orden, destacando la no tan justificada decisión del protagonista, un médico respetado falto de compromiso quien sin duda necesita algo para ponerlo a prueba, de marchar a primera línea de batalla. El director usa titulares para mantener la tensión pero obvia todo discurso político y se centra en la situación íntima de los personajes; todo cambia con un encuentro, fortuito y casi divertido, entre Johnson y una rubia descarada, McCall, que para colmo trabajará junto a él de enfermera.

Aún seguimos en este "flashback", cuyos mejores momentos tendrán lugar durante el transcurso de la guerra a la que los anteriores han sido lanzados de cabeza; el director, con su habilidad para ello, sabe equilibrar perfectamente las dos películas que dirige, siendo la primera un romance que empezará como una guerra de sexos de comedia "screwball", lo cual viene bien para quitar hierro a la trágica situación, mientras que la segunda es un drama bélico áspero, con no pocas dosis de espectáculo y enfocado tanto en los horrores compartidos desde el puesto médico como en el coraje y el valor de todos los participantes.
En sus más violentos y desgarradores instantes mientras la lucha se extiende por toda Europa, LeRoy filma con realismo y nos hace sudar, tragar polvo y respirar la sangre y la metralla, y perdiendo la pareja protagonista todo rastro de glamour para entregarse al drama con total naturalidad; si algo se le puede achacar es su tendencia al estatismo frontal de esencia teatral durante algunas conversaciones (sobre todo en las secuencias del interior del hogar de Johnson), pero ello lo compensa (en el escenario bélico) con primeros planos que destilan una sensibilidad conmovedora y un talento consumado a la hora de captar sensaciones.

Baste recordar ese memorable momento, descrito al principio, donde los inopinados amantes se hallan refugiados y confiesan su amor bajo fuego enemigo; y es inevitable, al menos para el espectador que se deje llevar por las grandes dosis del autoconsciente sentimentalismo al cual se presta el cineasta, que el poderoso efluvio de emociones que emana de las lágrimas de Turner, antes de fundirse con Gable en ese abrazo sin duda más fuerte que todas las bombas que están cayendo a su alrededor, le encoja a uno hasta los intestinos. Clara muestra de la blindada química que ambos tenían en pantalla.
Por otro lado no la posee al mismo nivel con Anne Baxter, la esposa que aguarda su llegada y que se ve devorada por el miedo de perderle en ese horror de guerra tanto como por los celos de que sea otra la que está compartiendo con él todo el sufrimiento; en especial es curioso que la historia se abra de vez en cuando a los bonitos recuerdos de Penny, lo que implica narrar "flashbacks" dentro de un "flashback" sin perderse la esencia melancólica de la trama principal, y es que, pese a ganar importancia lo sucedido en la guerra, no se elude las dificultades de quienes quedaron en casa frente a la necesidad sentimental casi imposible de soslayar, de mirar para otro lado, en un esfuerzo por recuperar el pasado.

Y al final el idealista que marchó regresa como un hombre amargado y endurecido que no está seguro de poder encontrar un nuevo sitio en la vida civil ni en ese matrimonio que ahora le parece tan lejano...
Aun con la buena respuesta de la taquilla, muchos calificaron de menor a "Homecoming" desde su estreno, incluso algunos ensañándose con ella, injustamente a mi parecer.
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