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Ni una palabra (2001)

Ni una palabra
113 min.
5,7
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Sinopsis
La víspera del día de Acción de Gracias y a petición de un colega, un prestigioso psiquiatra infantil neoyorquino visita a una joven que sufre trastornos inexplicables y tiene un violento historial. Tras un examen poco satisfactorio, regresa a casa con su familia. Pero, a la mañana siguiente, ocurre algo que lo mantendrá vinculado al caso. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Intriga Secuestros / Desapariciones Robos & Atracos Discapacidad
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Don't Say a Word
Duración
113 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2001: Premios Satellite Awards: Nominada a Mejor actriz de reparto - Drama.
6
Gary Fleder, el coleccionista de thrillers.
Entretenida película enmarcada en la cinematográfica ciudad de Nueva York, donde Michael Douglas se desenvuelve como pez en el agua con un personaje serio, como a mí me gusta, respaldado por un más que convincente plantel de secundarios: Sean Bean, Famke Janssen y Oliver Platt, e incluso Brittany Murphy, en la que es hasta la fecha su mejor interpretación (aunque eso no sea decir mucho).
La formula sigue funcionando, pues su historia engancha desde el principio, aunque su final sin llegar a decepcionar, no este a la altura de las circunstancias.
Buena película de un director, que desgraciadamente se prodiga poco y que sabe crear tensión cuando quiere.
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18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Shhh...
Película de intriga que consigue interesar durante la primera hora para luego desvariar tanto que entra directamente en el género de comedia. Quizá negra, pero comedia en definitiva.

«Ni una palabra» arranca con un atraco y una traición, lo que da pie a una trama que abre el suspense criminal y las distintas hipótesis sobre lo que está pasando y el cómo. Gary Fleder lo lleva bastante bien, el protagonista te cae simpático, la paciente Elisabeth capta tu atención y el villano de esta historia te fascina por el mero hecho de que lo interprete un Sean Bean rubio y viril de cuarenta años esplendorosos. Yo no sé por qué le han dado siempre el papel de antagónico, y contra más malo, mejor, con el galán y el héroe que podría haber sido. Bueno, para mi lo es, que quede claro, aunque nadie se lo haya sabido reconocer.

El guión se desploma a medida que los misterios se van desvelando, convirtiéndose todo en un soberano absurdo donde los malos demuestran una torpeza digna de estudio psiquiátrico; de hecho, en diez años (¡diez!) no se les ocurre ni remotamente dónde puede estar lo que andan buscando con tantas ansias, siendo a fin de cuentas el sitio más lógico. Pero olvídate tú de lógica en «Ni una palabra», porque no se encuentra. De chiste la pelea entre el sicario negro y la mujer con la escayola (pero ¿cómo sobrevivió este tipo en la cárcel?), la confusión de los números en el cristal, el momento cantarín de la niña o todo el desenlace, donde el villano demuestra lo lento que puede ser un hombre con una pistola y lo eficiente que puede ser un doctor que nunca se ha metido en líos ni se ha peleado con nadie.

Sólo me queda añadir que si en un universo paralelo un Sean Bean con el mismo jersey azul y la misma chaqueta de cuero me secuestra, ni una palabra a la policía. Pero que quede entre nosotros.
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16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
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