La vida interior de Martin Frost (2007)

Paul Auster es un notable creador de ficciones. Su prosa es lúdica y fluida. Juega con espejos, recurrencias. Es amable. Da forma a lo inquietante en sus relatos. Construye laberintos de palabras.

Pero el cine no es literatura.

En ‘La vida interior de Martin Frost’ no hay una sola idea cinematográfica. Los escasos hallazgos son verbales. Ninguna solución de imagen y sonido para los problemas que plantea la película.

Un buen guión no es una sucesión de escenas literarias. Una buena fotografía no es lo mismo que una escena correctamente iluminada. Envolvente no es lo mismo que lineal. Lo pausado, sin alma, acaba en puro tedio.

Aquí no hay clímax ni tensión.

El personaje mágico carece de magia por completo.

El personaje cómico carece de gracia por completo.

Hay cuatro personajes. Para colmo, sobra uno. Y lo encarna la hija de Paul Auster.

No se ve (ni se oye) la vida interior de Martin Frost por ningún lado.

El excelente escritor Paul Auster, uno de los mejores novelistas de la actualidad, ha incurrido en cuatro ocasiones hasta el momento en el cine, en labores de guionista y director, siendo su mejor y único logro “Smoke”, que coescribió y codirigió junto a Wayne Wang.

La película que nos ocupa, “La vida interior de Martin Frost”, es un film fallido y que causa cierta indiferencia, aunque en él se pueden apreciar algunos detalles, juegos de palabras y situaciones de las que gustan a su autor. Es pues, una cinta personal y en la que se reconoce el espíritu “austeriano”, pero este creador es únicamente genial cuando lo que tiene delante es un folio en blanco y no una cámara cinematográfica.