El doctor Sócrates (1935)

Dieterle maneja con discreta elegancia un guión apuntalado por distintos géneros; el cine de gangster se muestra desde una perspectiva amable, con toques de comedia. Hasta ahí bien, el problema es que el guionista lo hace sin mucho acierto, ya que este humor jamás sirve para hacer evolucionar a los personajes, en todo caso acaba convirtiendo en burda caricatura el personaje de Barton MacLane, jefe de la banda. Y es que Dieterle, con su suave y melancólica carga dramática no me parece el director más apropiado para el proyecto, quizás le hubiese ido mejor a un Roy del Ruth o Archie Mayo, tensos, rápidos, expertos en el género que dotaban a sus productos menores de frescura.
Muni nos brinda una contenida y sobria interpretación de tono dramático coincidiendo con las virtudes del director y elevando su voz ligeramente para desmarcarse de sus duros papeles en Scarface (Hawks, 1932) o Soy un fugitivo (LeRoy, 1932). Ann Dvorak cumple con creces un papel más facil de lo habitual en ella.
Lo mejor del film es cuando en su recta final deja de tomarse en serio a si mismo convirtiéndose en una anécdota curiosa y entretenida. Otra virtud es la naturalidad con la que surge el romance, asemejandose a un film de mayor calidad artística; "The Amazing Dr. Clitterhouse (Litvak, 1938)", seguramente, la obra cumbre del subgénero "doctores y gangsters". También es de agradecer la concisión de su duración consiguiendo un film menor pero entretenido, que fluye a su ritmo sin mucha prisa, consciente de que no va a ser una obra maestra, pero tampoco un tiempo perdido.