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La puerta del diablo (1950)

La puerta del diablo
84 min.
7,0
859
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Escena (ESPAÑOL)
Sinopsis
Tras haber participado en la Guerra de Secesión (1861-1865) en el bando nordista, un indio vuelve con su tribu y se encuentra un panorama desolador: su pueblo vive en la miseria y está a punto de perder sus tierras. Así, pues, tendrá que seguir luchando, en este caso contra las injusticias a las que su pueblo se ve sometido. (FILMAFFINITY)
Género
Western Racismo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Devil's Doorway
Duración
84 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1950: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guión Western
"Otra obra maestra de Anthony Mann. Un prodigio de imaginación visual (...) Un relato riguroso y emotivo, modelo del inmenso talento de un cineasta clásico que consiguió como pocos recrear la épica del género"
[Diario El País]
8
MANN PONE EL DEDO EN LA LLAGA Y APRIETA.
Mann, ¿rey del western?. Probablemente, si, aunque la opción John Ford no es descartable. En cualquier caso, estamos ante uno de esos western que dejan huella, que se apartan de aquellos conceptos estereotipados que nos inculcaron y que nos hacían, de niños, adoptar el rol de buenos, y diestros en el tiro, americanos, en lugar de malos y sin conciencia, pieles rojas, a los que acechábamos apostados en nuestros fuertes de madera.

Aquí lo que clama al cielo no son los cánticos indígenas a Manitu sino la absoluta falta de vergüenza de una clase política aparentemente civilizada que lo mismo otorga medallas de oro del Congreso de los EEUU a un indio navajo por sus valerosas acciones en combate por una bandera de barras y estrellas que lo mismo le niega los derechos más elementales que se otorgan a los ciudadanos blancos. Y Mann lo expone con maestría y crudeza. Pone el dedo en la llaga y aprieta. Que haberlos los hubo. De todos los colores. Si. Pero también de este.

Efectuar el retrato de una sociedad que lo mismo te condecora que te esquilma por razones de raza es singularmente difícil cuando hablamos de los Estados Unidos, cuna de la libertad y esas cosas. No es fácil incorporar funestas pesadillas al sueño dorado americano. Pero Mann lo hace con autoridad y profesionalidad, contando con un Robert Taylor que alcanza con la perfecta interpretación de Lance Poole uno de los puntos álgidos de su carrera. Chapeau también para los maquilladores quienes le convierten en un piel roja con tanto pedigree que uno se acaba cuestionando si no corría por sus venas sangre india. Por su parte, Louis Calhern como el odioso abogado Verne Coolan pone un rostro perfecto a la iniquidad, a la premeditación y a la alevosía.

Los western donde los "bad boys" no eran los indios sino los blancos, han habido bastantes. Ford Apache, Flecha rota o Little Big Man son unos pocos ejemplos de un cine que igualando en "humanidad" a las fuerzas contendientes, tal vez pierda aparatosidad pero seguro que gana en coherencia histórica.

Acabar reseñando la espléndida fotografía en blanco y negro de John Alton otro de esos europeos (austro húngaro) que hicieron grande el cine USA, quien colaboró en trabajos como El príncipe estudiante de Lubitsch o Un americano en París de Minnelli, Oscar incluido.

Muy recomendable.
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22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
DE UNA GUERRA A OTRA
Mann dirigió estupendos e inolvidables western teniendo, en la mayoría de ellos, a James Stewart como figura principal. En "La puerta del diablo" cede el protagonismo a Robert Taylor, al que caracteriza como indio, y, realiza una defensa acérrima y valiente acerca de los derechos de los indios, a los que no sólo les estaban quitando sus tierras sino que encima les confinaban a vivir en inmundas reservas. Y Mann tiene su mérito, pues en el cine de aquellos años ya se sabe, los vaqueros eran los buenos y los indios los malos.
La película cuenta el regreso a sus tierras de un indio que acaba de luchar en la guerra entre el Norte y el Sur, y, que, además de ganarla, ha sido condecorado con una de sus máximas distinciones por su audacia y valor. Nada de esto le servirá porque el Gobierno no le considera ciudadano de primera clase y pretenderá quitarle de mala manera su rancho y sus tierras.
Estamos ante una notable película seca y dura. Mann no admite concesiones y mantiene un tono sombrío durante toda la historia. Ese tono está por encima de los personajes. Se impone a ellos. Taylor, en su papel del indio Lens, no tiene tiempo para el descanso, para la felicidad o el sosiego. Regresa de un terrible conflicto y se ve envuelto en otro. Pero durante toda la historia demuestra que es un Hombre, alguien lleno de dignidad, honor y orgullo. Se enfrenta a sus enemigos con dignidad y valentía. Se nota que está acostumbrado.
En el otro lado se sitúa Collen (Louis Calhern). Éste sólo está acostumbrado a la cobardía. Siempre tiene a alguien a su lado, siempre encrespando a las masas, lanzándolas a la pelea mientras él se esconde como una rata. Es el paradigma del bocazas y del intrigante. Un despreciable racista que no se atreve a ir solo ni a la panadería de la esquina.
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19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
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