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The Year My Voice Broke (1987)

The Year My Voice Broke
105 min.
6,9
62
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Sinopsis
Australia, 1962. Un niño ve cómo su amiga de toda la vida, hasta hace poco compañera inseparable de juegos, se está haciendo una mujercita que se enamora de un jugador de rugby. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Años 60 Adolescencia Vida rural Amistad Drama romántico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Australia Australia
Título original:
The Year My Voice Broke
Duración
105 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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10
Cuando mi alma reconoció fantasmas del futuro
The Year My Voice Broke es probablemente una de las mejores películas de la historia de Australia, al menos la que puso al país oceánico en el mapa cinematográfico mundial con esta joya de inconmensurable valor escrita y dirigida por uno de los mejores cineastas del país como es John Duigan, que supo retratar historias personales y únicas como pocos a través de una serie de películas con un sello y estilo inconfundibles como esta, basada en la propia experiencia personal de Duigan cuando era un niño. Tanto la película como el director están desgraciadamente olvidados, siendo redescubiertos cada cierto tiempo por algún que otro aventurero cinéfilo que navega buscando tesoros perdidos que fueron enterrados hace mucho tiempo en una isla desierta llamada cine.

Todo lo que envuelve a la película está cargado de un aura muy propia y exclusiva. La historia no es ni más ni menos que la relación especial que guardan dos adolescentes que se conocen desde que tenían cinco o seis años e hicieron su lugar singular en una colina llamada Willy Hill, en un pueblo de Las Mesetas del Sur, en Nueva Gales del Sur. Hasta ahí uno puede pensar que esta historia ya se ha visto antes en miles de películas. Craso error, un error mayúsculo, puesto que la manera específica de contar una historia es al fin y al cabo lo que cuenta y difiere de todo lo demás, no la historia en sí, sino cómo ésta es mostrada en pantalla al espectador, con mucho mimo y pequeños detalles -que es siempre lo que marca la diferencia- y aquí John Duigan consigue transmitir todos los miedos y deseos de unos personajes muy bien caracterizados que fluyen en perfecta armonía como el río de la vida.

Estrenada en 1987 y ambientada en 1962, la atmósfera está admirablemente conseguida, captando la cámara una época y lugares que ya nunca serán los mismos. La música, tanto la original compuesta para la película como la elección de canciones de grupos de los años 50 y principios de los sesenta encaja en las escenas como un guante, provocando que la imagen que vemos gane una fuerza poderosa que nos hace sentir más lo que contemplamos. La química que emana el trío protagonista encabezado por Noah Taylor, Loene Carmen y Ben Mendelsohn va acompañada de un cuarto personaje que es el pueblo donde viven, una zona típicamente rural donde para triunfar o ser alguien en la vida hay que salir de él. El eje central gira en torno a Danny (Noah Taylor), quien se encarga de rememorar ese tiempo pasado en primera persona y que a pesar de su apariencia de chico enclenque, aparenta todo lo contrario con un look muy rebelde, como una mezcla de Marlon Brando y James Dean en versión adolescente, incluso canta y toca la guitarra.

Esta fue una película hecha para unos personajes concretos. Si no hubieran sido encarnados por Noah Taylor, Loene Coleman o Ben Mendelsohn, esta película habría sido un fracaso y nadie la recordaría hoy en día, bueno, menos de lo que es recordada en la actualidad. Es difícil imaginar que alguien más pueda dar vida a estos personajes, o que una realidad estadounidense sea tan influyente. Es impresionante ver Australia en 1962, un lugar que no está explorado en el cine lo suficiente a lo largo de los siglos. John Duigan entendió esta película, escribió una historia genuina y construyó un auténtico diamante cinematográfico. Uno no tiene más que mirar atentamente la hermosa fotografía, los espléndidos paisajes, la devoción de los personajes, el pueblo... todo esto no podría haberse logrado sin un ojo apasionado. Aplaudo a Duigan por su talento y habilidad para transformar este clásico maravilloso de los ochenta sobre la amistad y el florecimiento del amor en un momento de cine universalmente emotivo y emocionante.

Un coming-of-age romántico, muy nostálgico y conmovedor, y repito que muy especial en todos los sentidos, cargado de grandes sentimientos y emociones que no dejará indiferente a nadie puesto que es de esos films que difícilmente se olvidan y que al menos, un servidor, se llevaría sin dudar a una isla desierta.

Para Javi.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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