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Una mujer de su casa (1934)

Una mujer de su casa
69 min.
5,7
30
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Escena (INGLÉS)
Sinopsis
Hasta la fecha, Bill se ha dedicado a redactar textos de anuncios, pero su esposa Nan, que confía mucho en su valía, le anima a que ponga en marcha su propia agencia de publicidad. Las cosas no son tan sencillas, pero conseguirá un cliente para el que hace un anuncio de gran éxito; lo malo es que quien le ha ayudado es una antigua novia, Patricia, que disputará con Nan por el amor de Bill.
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Housewife
Duración
69 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
8
Una MUJER
Estamos ante una película magnífica. Una película de diez. Si no lo alcanza es debido a su precipitado y encorsetado final, seguramente impuesto por la productora para seguir los dictados de la sociedad machista que imperaba. Una pena. Pero Alfred E. Green es sagaz como pocos. En sesenta y ocho minutos, dibuja con pulso firme el retrato de un matrimonio de la época; el hombre trabaja fuera por lo que su mujer está obligada a realizar únicamente las tareas del hogar. Pero es en esta dicotomía de personalidades donde el astuto director toma clara y sutilmente partido por la adorable, tenaz, honesta y maravillosa Nan.
Green pone en escena un duelo entre marido y mujer. A Bill le cede el arma de la palabra; éste la desperdicia y la usa peor que un tarugo. A Nan le da las miradas; el inmenso poder de las mismas. Y la exquisita heroína las usa para emocionar al espectador. Nos hipnotiza, flotamos en las vaporosas nubes del mundo de los sueños, de la inocencia, de lo sublime. Ann Dvorak nos conquista de principio a fin. Creo que ella (como mujer con mayúsculas) y su desgarrador y lúcido mensaje eran lo que buscaba Green mostrar, o denunciar, al espectador. En definitiva, una lucha que se extiende a lo largo de los tiempos entre la delicadeza y el despotismo.

A continuación, un ejemplo de dicho duelo entre la estulticia y la sensibilidad:

Bill: "No me pidas que traiga las arandelas. Debes conseguirlas tú porque es la labor del ama de casa."

Nan, mientras se echa suavemente crema en la cara, le da la genial idea de los diez dólares en lugar de cinco.

Bill: "¿Sabes por qué no he conseguido nada hasta ahora? Porque no bebo lo suficiente."

Nan prepara el discurso para convencer a Duprey. Es ella quien lo emborracha para que adquiera valor.

Bill: "No puedo ir a cenar con mis amigas? Eres una ama de casa a la antigua.

Nan le ha entregado su dinero, su vida y su amor.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Y por eso Bill Reynolds es un estúpido
La estupidez y desmesurado ego de algunos hombres (y mujeres), hace que les sea imposible valorar por sí mismos lo que tienen, a no ser que alguien ajeno, a quien ellos respetan, lo señale. Sólo entonces podrán apreciarlo, lo que es un síntoma claro de borreguismo, egoísmo y vanidad que, desgraciadamente, abunda.
El título de este film "Una mujer de su casa", viene al pelo.
Ann Dvorak y George Brent son Bill y Nan Reynolds, un matrimonio de clase media trabajadora medianamente feliz.
Bill, es un publicista atrapado en tareas de papeleo en una agencia, poco valorado por su jefe y cuyo futuro de promoción y ascenso en su carrera se presenta muy negro.
Nan, es "sólo una ama de casa", tal y como se ve a sí misma y como se veían muchas mujeres de aquella época en esa sociedad que ni sospechaba entonces, el verdadero valor de esa palabra.
Cuando las cosas funcionan, pocos se paran a pensar por qué funcionan, a menudo se dan por supuesto e incluso muchos memos tienden a considerarse muy poco retribuidos.

-Y por eso Bill es un estúpido.
Fracasado y estancado en su empleo no tiene arrestos para aspirar a más pero su mujer que se ocupa de la casa, de la administración del hogar, de su hijo, de ahorrar cada mísero centavo, de que no falte la pierna de cordero los domingos que él despreciará con un ¿otra vez cordero?, tendrá aún tiempo para prestar atención a sus quejas, intentar subirle la autoestima para que no se considere un fracasado, darle ideas para hacer mejorar las ventas de sus clientes y animarle a que emprenda su propio negocio arriesgando su propia estabilidad.

-Y por eso Bill es un estúpido.
Emprende ese negocio e intenta prosperar pero su mujer "el ama de casa", es inteligente, brillante y humilde y conoce la psicología humana a la perfección sin tener ni idea de publicidad ni de cómo atraer clientes.
Simplemente, aplicando el sentido común, adivina cómo se puede atrapar a ese primer cliente que Brent intenta en vano atraer ahogándole con cien puros habanos.

-Y por eso Bill es un estúpido.
La empresa prospera, el negocio sale adelante con dificultades hasta que, por fin, consigue el contrato con el cliente estrella, el que todas las agencias ambicionan, gracias también a los consejos de estrategia a aplicar de su infalible esposa.
!Por fin están en la cumbre!. Un periodo de felicidad se debería abrir para ellos ¿no es así?.

-Y por eso Bill es un estúpido.
Como a cualquier mediocre y vanidoso cegato, el éxito parece subírsele a la cabeza, se cree un brillante triunfador por méritos propios y haciendo gala de una inmadurez propia de un niño de cinco años se lanza a una aventura con la ejecutiva y antigua compañera de colegio (Bette Davis) que se ha apresurado a fichar para su empresa para darle lustre y color.

-Y por eso Bill es un estúpido.
Brent realiza un buen trabajo al construir su personaje al que dota de una muy verosímil mezcla de culpabilidad y egoísmo, ceguera y honestidad. Cree haberse enamorado verdaderamente de Davis y cree verdaderamente que son sus propias ideas las que les han hecho triunfar. Honestamente pedirá el divorcio a su mujer, ya la siente como forma de su pasado y no tiene cabida en su brillante futuro que está junto a Davis, la sofisticada ejecutiva triunfadora, aunque su negocio en seguida comience a resentirse por su descuido y esté a punto de perder clientes que, de nuevo, será su esposa la que se encargará de rescatar con toda su delicadeza y sencillez.

-Y por eso Bill es un estúpido.
Ann Dvorak está inconmensurable en el papel protagonista (aunque en los créditos salga la Davis primero, este es un papel muy secundario para ella).
Representa de manera inmejorable a esa mujer de su tiempo, situada detrás del telón siempre, que cree fielmente en "a las duras y a las maduras" y que estará dispuesta a tragar con carros y carretas para salvar su matrimonio.
Es posible que esto hoy en día nos encolerice. Difícilmente vamos a entender cómo una mujer de su valía va a estar dispuesta a pelear así por ese hombre.

-Y Bill es un estúpido.
La Davis aquí no tiene mucho que hacer, no es más que "la otra" y su papel apenas tiene ninguna oportunidad de lucimiento aunque sale muy guapa.

-Y Bill es un estúpido.
Lo que más me indigna de este caballerete es cuando pone cara de sorprendido cuando le señalan la inteligencia de su esposa en un par de ocasiones.
En la primera, parece alucinar, !ni había notado esa cualidad en su esposa, oye!
En la segunda, tiene la condescendencia de reconocerlo,-"Sí, ha progresado mucho últimamente"-, Como si fuera un profesor calificando a su alumna con ese célebre "progresa adecuadamente", lleno de suficiencia. Aquí sí que dan ganas de soltarle una galleta, su infidelidad es bastante más disculpable y comprensible.

Y Bill es un estúpido.
Esta película, que discurre la mar de entretenida e interesante, bien construida y elaborada en sus 67 minutos de duración, con momentos para el drama, el humor y capaz de generar cierta reflexión acerca de la relación matrimonial de la época, queda deslucida y maniatada por su precipitado y, yo diría, alterado final, que no se siente correspondiente al mensaje que hasta entonces parecía querer mostrar.
Y yo me pregunto si la entrada en vigor del código Hays este mismo año pudo tener algo que ver.
Desde luego, da la impresión de que ese final fue cerrado e improvisado a toda prisa para poder cumplir con los preceptos del código. Una solución diferente los habría incumplido aunque, a nosotros, nos habría satisfecho muchísimo más.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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