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Muerte al atardecer (1956)

Muerte al atardecer
81 min.
6,2
224
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Sinopsis
Después de que un pistolero le salvase la vida en un tiroteo, Alec Longmire decide cambiar de vida. Cabalga hasta la ciudad y encuentra trabajo como ayudante del sheriff. (FILMAFFINITY)
Género
Western
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Red Sundown
Duración
81 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
6
Una estrella de sheriff para un forastero
Cuando un forastero llega a un pueblo, si camina como un gato ya sabemos que es un pistolero profesional. Alec Longmire, por tanto, es un pistolero (eso dicen los muchachos del pueblo).
Enseguida encuentra habitación en una pensión, trabajo de ayudante de sheriff y por último un rollete con la hija del sheriff. Me ha gustado porque me ha recordado a mí mismo en mis tiempos mozos.
Ahora haré un par de observaciones: Alec Longmire lleva dos pistolas, es diestro y así es que la de su izquierda la lleva con la culata por delante. Un detalle original de la película. En realidad en aquellos tiempos, en el viejo Oeste, la gente no iba armada con pistolas en las cananas, si llevaban revólver u otras armas, las llevaban escondidas en los bolsillos interiores del abrigo, pero nunca a la vista.
Buena fotografía. Le doy un punto más a la película por la pelea de Alec Longmire y por la figura del malvado Swann, el pistolero.
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15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
"Un arma cargada no ablanda una almohada".
Cinta muy notable en la que, a través de la visión de dos niños que se pasan el día jugando a pistoleros y que aspiran a serlo de mayores, se analiza lo que es la vida de estos personajes y, sobre todo, sus posibilidades de reinserción en la sociedad.
Arranca el western con un enfrentamiento a tiro limpio en el que uno de estos sicarios que se siente "viejo por dentro", que desde hace tiempo sabe que "anda sin rumbo", hasta el punto que "ahora ni siquiera tengo ya madera de pistolero", poco antes de morir hace prometer a otro colega y amigo Longmire (Calhoum) que abandonará el oficio.
Y con esta idea llega este a Durango donde intentará cumplir la promesa, al menos situándose en el lado correcto de la ley. A ello le ayudará un viejo sheriff que lo toma como ayudante, ante las reticencias y el desprecio de su bella hija, Caroline (Hyer), que desconfía sabedora que "todos dicen siempre lo mismo".
Al fondo el cacique de costumbre con sus propios guardaespaldas que nada nuevo aportan, salvo el debate de la posible rehabilitación que creen imposible. Hay muchas clases de pistoleros, se defiende Longmire, "no todos son guisantes salidos de la misma vaina", "una persona puede usar su arma para robar un banco o para defender la ley", "los pistoleros son tan necesarios como las serpientes en el desierto" ...
Buen guión, excelentes diálogos con frases lapidarias como la que usamos en el título de la reseña o las que dejamos entrecomilladas. Escenas brillantes como el desgarro al mantel de hilo del bueno de Sam Bardwin,
Como de costumbre el pueblo mira y contempla el desarrollo del drama sin comprometerse. Canta y evoca los grandes duelos, incluso critica el empleo de la escopeta en defensa de la ley cuando, a su entender, deben solo hablar las pistolas. "Yo me arrastraría antes de usar una escopeta", dice uno de los jóvenes "pistoleritos".
Pero son estos mismos niños los que zanjan el debate de la reinserción: "Ya no necesitamos escopetas".
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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