Huella (Masters of Horror Series) (TV) (2006)

Mick Garris afirmó sin pudor que en “Masters of Horror” los directores tendrían una completa libertad al margen de las trabas que les ponían los estudios.
¿Habría visto este hombre “Ichi the Killer” o “Visitor Q”? ¿Tendría cojons de dar el enfant terrible del cine japonés 60 minutos para rodar lo que quisiese?
“Imprint” es la respuesta. El pudor y los cojons de Garris no es la otra.
Episodio no emitido (ni por cable) por su contenido de alto voltaje y misteriosamente Miike no repetirá en la segunda temporada.
Sí, sí, Garris, vete a venderle a otro la moto sobre tu supuesta “carta libre”, “libertad” y demás memeces que salen de tu boca.

En “Imprint”, una de las cumbres de “Masters of Horror”, Miike dibuja un cuento malsano, deforme y cruel sobre el viaje a los infiernos de Christopher, un americano que busca al amor del que se tuvo que separar e interpretado penosamente por Billy Drago.
No encuentra a Komomo, es oscuro objeto del deseo, pero sí a una prostituta freak que le empezará a contar su propia vida y revelarle detalles…

“Imprint” revive los fantasmas de “Audition” utilizando a esa extraña mujer como narradora de los hechos, donde cada nueva explicación hunde todavía más a la anterior en un fango de dolor, horror y crueldad.
Donde se inicia un viaje a la locura y venganza bajo la tutela cercana de Lynch y Cronenberg, y esta vez el conjunto sí funciona sin caer en el descalabro habitual (“Gozu” o “Izo”).
Donde Miike muestra todas las cartas de su baraja: ¿Boca abajo? ¿Boca arriba? ¿Había realmente cartas en juego?

Puntuación: 6,75 / 10

Al fín lo han conseguido. Por fín una película de "Masters of Horror" que me ha obligado literalmente a apartar la mirada de la pantalla. Lo auténticamente penoso es que no significa que nos hallemos ante un buen producto.

Porque de acuerdo, Takashi Miike sabe manejar como nadie los ambientes grimosos, sabe como impresionar al público con imágenes pertubadoras y repugnantes. Pero eso no es hacer una buena película de terror, eso es sencillamente tratar de revolver el estomago ajeno.

Porque detrás de toda esta explosión de torturas visuales no hay nada, una historia floja (aunque ciertamente turbadora), una repetición del esquema de "Audition", y sobre todo, unas actuaciones pésimas. En especial la de Billy Drago, que se limita a recitar sus frases como si fuera un drama victoriano, en lugar de una película de terror.

Lo mejor: Que consigue sus objetivos....
Lo peor:....que no es dar miedo sino asco.