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Corporate (2017)

Corporate
95 min.
5,8
958
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Sinopsis
Emilie (Céline Sallette) ha sido recientemente contratada por su superior, Stéphane Froncart (Lambert Wilson), como jefa de recursos humanos de la multinacional Esen por su falta de escrúpulos. Su misión es conseguir que los empleados que la empresa ya no quiere renuncien ellos mismos, y así no ser acusada de despedir a cientos de trabajadores. La estrategia de Esen es crear una serie de circunstancias adversas al trabajador seleccionado para que, con el tiempo, presente su renuncia. Emilie sigue el programa con total obediencia, hasta que un día, uno de sus empleados se suicida saltando desde la ventana de su oficina. El trágico suceso cambiará la situación de Emilie con respecto a sus jefes, su trabajo y la empresa. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Trabajo/empleo Bolsa & Negocios
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Corporate
Duración
95 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
6
Agency
El mundo de las empresas no es un argumento nada nuevo en el cine. A lo largo de los años ha sido tratado desde distintos géneros y con diferentes resultados. Lo que ocurre en la actualidad es que, a raíz de la crisis, o de la supuesta crisis generada por una serie de intereses diabólicos que nos golpeó hace una década, el género puede interesar más al espectador, ya que sus posibilidades se han abierto tal y como como se abren las fauces de cualquier depredador cuando va a engullir una presa. De hecho, al comienzo de “Corporate” unos rótulos nos “advierten” de que los personajes son ficticios pero los hechos que se nos cuentan sí que son reales, advertencia que sobra excepto para el espectador más desinformado o que viva enajenado. Lo que antes podía sonar a ciencia ficción hoy, por desgracia, es puro realismo.

“Corporate” es una producción francesa y que se trata del debut en el mundo del largometraje de Nicolas Silhol, lo cual se nota. También su director firma el guión con Nicolas Fleureau, algo que podía haber mejorado ciertos factores, como el desarrollo de algunos personajes, sobre todo el de su protagonista, Emilie, pero no ha sido así. Digamos que en “Corporate” se deja entrever lo que ocurre en una “ópera prima” que sea meramente correcta, despidiendo incluso cierta frialdad. Pero su resultado final, al menos para mí, es interesante, porque hay ciertas virtudes que se han logrado, por lo que en un futuro Silhol podrá poner remedio a fallos comunes.


Silhol podía haber optado por el thriller, pero ha preferido mantener la atención desde el punto de vista del cine de denuncia y el conflicto dramático de sus personajes, lo cual le acerca a una cotidianidad y, en consecuencia, a un realismo que en ningún momento huele a falso. Sabe de lo que habla y, lo más importante, el espectador también, y es ahí donde radica su mayor acierto, porque convierte a “Corporate” en un film necesario que toca una problemática cada día más común. En España, uno de los países más retrasados en recuperar la inestabilidad económica y laboral de la comunidad europea, “Corporate” es un film que debería tener más espectadores, porque bien nos vendría tener más conciencia ante el problema que supone el acoso laboral y ser capaces de denunciar a los que la ejercen.


Película correcta en todos los sentidos, sea por su factura técnica o sus actores: desde su protagonista, Célline Sallete como Emilie, a Lambert Wilson, de sólida carrera que ronda el centenar de largometrajes y que cada día tiene mayor peso delante de una cámara, gracias al haber trabajado con excelentes directores.


Aunque en el spoiler apunto un par de detalles que me ha llamó la atención, quede claro que recomiendo su visionado, no ya a los aficionados al buen cine si no, sobre todo, a los muchos cerdos y cerdas que he conocido, o simplemente que me han hablado de ellos, y que han ejercido (o ejercen) su estúpido poder dentro de empresas (sean grandes superficies, productoras o negocios pequeños) y cuyas cabezas, en muchos casos, acabaron por fortuna rodando y decidieron sumergirse en el mundo de las drogas o el alcohol para olvidar los pecados que nunca expiaron y lo mediocres que fueron... o son. Porque para tener un cargo de poder y comportarse como dictadores sin escrúpulos no hay que valer sino carecer de alma. Hasta el conocer de cerca a la escoria siempre puede enseñarnos algo, aunque sea para saber qué es lo que nunca querríamos llegar a ser.
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20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La ferocidad del mundo laboral
Los efectos de la crisis económica siguen estando muy presentes en las cinematografías europeas, a través de relatos sobre la desigualdad o la falta de oportunidades. En este caso, Corporate (Nicolas Silhol, 2016) pone sus miras en el departamento de recursos humanos de una potente multinacional, en el que recientemente ha sido contratada Emile, por su falta de escrúpulos. Sin duda la falta de escrúpulos es un elemento indispensable para el puesto, ya que el plan de la empresa es hacer la vida imposible a los empleados, con los que no quieren contar, para que así sean ellos mismos los que se marchen, sin tener que llegar a despedirlos. El problema es que no cuentan con que uno de sus empleados se suicide.
Con esta premisa uno cree identificar perfectamente a las víctimas (los trabajadores) y al verdugo (Emile), ya que nos lo presentan como un ser hierático, que ni se inmuta ante las súplicas del suicida. Sin embargo, con el paso de las secuencias nos damos cuenta de que las líneas entre víctima y verdugo se confunden, hasta que caemos en la cuenta de que Emile es una víctima más de un mercado de trabajo perverso. Por mucho que Emile se intente abstraer, ella no es más que un peón de la cadena. Eso sí, un peón fácil del que echar mano, que aunque al final intente expiar sus culpas, mediante un recurso de guion demasiado manido, no parece que le espere un futuro muy halagüeño.
No es habitual que una cinta aborde el tabú del suicidio, aunque recientemente una película española: La punta del iceberg (David Cánovas, 2016) tenía un argumento muy similar, con una magnética interpretación de Maribel Verdú. Pero se echa en falta una contextualización mayor de los personajes y en especial del suicida que abre la caja de pandora. Da la sensación de que los guionistas necesitan dejar fuera de plano todo lo que tenga que ver con el suicidio en sí.
Es también interesante el proceso de anagnórisis por el que transita la protagonista. Descubrir, como le sucedía a Edipo, que eres responsable de un acto detestable resulta un trago muy amargo y un recurso narrativo apasionante. El director parece ser consciente de ello e inunda la cinta de planos cortos y transiciones bruscas que ayudan a crear un ambiente asfixiante e incluso aterrador. La protagonista cada hora que pasa parece más acuciada por una conciencia que mancilla su impoluta camisa blanca, de ejecutiva de alto standing, a base de un incómodo y pegajoso sudor nervioso. Porque por mucha luz que entre por las enormes cristaleras de la empresa, la arquitectura no puede ocultar la oscuridad que allí habita.
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12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
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