Trois strophes sur le nom de Sacher (C) (1989)

Melodías que acompañan los estragos de la indiferencia. Honda escena de plano espia. Intimo desfile que asocia la mente. Penumbras saturadas de esperanza y pasión arrinconada.

Profundidad de campo con mucha intención narrativa. Akerman juega con la atención y el sonido. Moldea con delicadeza los estructuralismos personales a base de interesantes movimientos de cámara. Personajes habitando los espacios asignados, sobreviviendo a la intuición, degustando partituras de violonchelos afines.

Quizá sea una proyección del drama identitario, quizá un suspiro de íntimo rechazo... O simplemente amor comparado.