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Vivir hasta el fin (1992)

Vivir hasta el fin
84 min.
6,4
473
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Sinopsis
Luke es un chapero gay. Jon es un crítico de cine. Ambos tienen el virus VIH del SIDA. Y ambos deciden embarcarse en un hedonista y peligroso viaje. Su lema: "Fuck the world" (que le jodan al mundo). (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Comedia Homosexualidad Enfermedad SIDA Road Movie Comedia dramática Cine independiente USA
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Living End
Duración
84 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
1992: Festival de Sundance: Nominada al Gran Premio del Jurado - Drama
6
Mirar atrás
Un teclado nos escribe en pantalla: ‘an irresponsible movie by gregg araki’. Poco después aparece un graffiti ¡A LA MIERDA EL MUNDO’. ‘Reza y reza para que tu país se recupere’ de fondo, pasajes de ‘Godlike’ de Kmfdm remezclado. La persona que ha escrito el graffiti y escucha en sus cascos la música realiza un lanzamiento de disco como si fuese un cruce de atleta griego y James Dean. A lo lejos la ciudad, el mundo.
Inicio arrebatador de Gregg Araki que puso los puntos sobre las íes entorno al queer cinema, el sida y el futuro incierto de los seropositivos.

‘Choose death’. Araki juega en todo momento con titulaciones en vehículos, matriculas; juego godariano implícito en la puesta en escena como retrato de una sociedad de consumo basada en la publicidad. Pintadas como ‘Culpo a la sociedad’ lanzan mensajes en un subtexto yacente.

Señas de identidad: una juventud nihilista y autodestructiva…”Vivir hasta el fin” es un viaje en un cuaderno de diario imposible que sólo puede conducir al vacío entre el surrealismo, la combinación de sexo, violencia, humor y trasfondo social. Más allá de ser un simple “Love Story” gay, Araki rompe con los filmes de jóvenes en constante huida o filmes del tipo “Thelma & Louise” o fugitivos en una road movie. Aquí existen constantes huidas y hay robo al banco y asesinato de un policía (todo en OFF). Pero todo es un mcguffin para mostrar la huida interior y social de los protagonistas. De romper con un pasado al no tener futuro. Es así, un viaje imprescindible y contracultural en su momento para todos los que somos amantes del cine independiente. Como es final completamente arrebatador donde ya no quedan balas.

El póster de “Made in America” de Godard y la reproducción de Godzilla delataban ya las intenciones referenciales como esa víctima fascista con la camiseta de “Sexo, mentiras y cintas de video” u otro homófobo con una de un cerdo. Las referencias musicales y cinéfilas con nombres como Derek Jarman, iconos culturales como una cazadora de cuero o unos cereales de Barbie y musicales con un póster de los Smiths.

Los diálogos trabajados están pulidos y trabajados en partes del guión:

- (…) nunca le había visto tan perdido.
- No es que fuera la persona más equilibrada del mundo.
- ¿Qué quieres decir?
- Estuvo dos semanas con depresión al separarse Echo and the Bunnymen.

Precisamente “Vivir hasta el fin” hay que vivirla hasta el fin con una combativa dedicatoria final.
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16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Generación Perdida
Vivir hasta el fin puede considerarse como la primera película del cine de Gregg Araki, el abanderado del New Queer Cinema surgido en la industria estadounidense a principios de los años noventa, como respuesta a la imagen nula o distorsionada que el cine de Hollywood mostraba del colectivo homosexual.

Y como muchas de esas películas, el valor antropológico de esta cinta es evidente, aunque en cuestiones cinematográficas cojee por varios flancos. El discurso es lo que importa en el caso de este subgénero, y por ello, la técnica y la limpieza visual de estas películas se deja a un lado, tal vez erróneamente, ya que pierden trascendencia, cosa que no ocurriría con la -esa sí- obra maestra posterior Mysterious Skin.

Pero no deja de resultar primero curioso, luego, chocante, teniendo en cuenta el año en que está realizada la película, ver en la pantalla las relaciones entre dos hombres, que además tienen SIDA, en las que se mezclan el sexo y la violencia de manera clara y sin ningún pudor.

Vivir hasta el fin habla de una sociedad marginal, de un país que abandona a sus enfermos y repudia a los diferentes, y de cómo aventurarse a un viaje en el que sólo hay cabida para la destrucción. Araki propone una demoledora visión del mundo cercana casi a Nietzsche, sobre la muerte Dios, sobre la moral de señores y la moral de esclavos, situada en un mundo repleto de símbolos trash (una constante en el cine de Araki). Sobre la soledad y el más bajo de los delirios. Fuera de campo vemos una marquesina gigante con un cartel de una película de Robert Redford. En primer término vemos a un enfermo, a la antítesis del americano sano y triunfador, a el pan nuestro de cada día.

Vivir hasta el fin es pues un valiente aunque imperfecto retrato de una generación perdida, que por suerte ha sido recuperada.
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
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