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Dos hermanas rebeldes (1938)

Sinopsis
Horas antes de su partida a la Guerra de Cuba, el capitán John Carey, un oficial de carrera naval, invita a su esposa y cuatro hijos a un día de campo cerca de Newport. Durante el viaje, los Carey descubren una mansión abandonada y se detienen para visitarla. Nancy y Kitty fantasean con tener el dinero para comprar la propiedad. Meses después, durante una cena de cumpleaños, la señora Carey recibe la noticia de que su marido ha muerto. Para poder llegar a fin de mes, la señora Carey empieza a trabajar en una fábrica y resulta gravemente herida en el trabajo.

En 1963, Disney produjo una nueva versión con el título "Summer Magic". (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Guerra de Cuba
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Mother Carey's Chickens
Duración
82 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Kate Douglas Wiggin
Links
5
Los cuatro hermanitos
Son tiempos un tanto difíciles, en plena Guerra Hispano-Americana, que terminará en victoria para los estadounidenses demostrando su dominio como potencia mundial.
Pero la victoria no llega a todos, ni a la familia Carey, protagonista de esta historia trágica un tanto desconocida.

Pues hay que reconocer que este tipo de cine ha quedado en una zona oscura de su historia, quizás rescatado por alguna cadena de televisión local para emitir una tarde de fin de semana y contentar al espectador anciano o por algún fanático del género y la época, si aún lo hubiere. "Mother Carey's Chickens" es originaria de la novela homónima de Kate D. Wiggin, clásica autora de cuentos y libros infantiles y maestra de guardería, y que terminaría siendo adaptada al teatro; RKO se esforzó entonces en llevarla al cine con un elenco fascinante donde se encontraban nada menos que Ginger Rogers, Joan Bennett y Katharine Hepburn.
Seguramente por su gran parecido a "Las Cuatro Hermanitas", realizada unos años antes por Cukor (y siendo protagonistas éstas dos últimas), la tercera terminó negándose, dando por concluida su relación con la compañía, a lo que siguió el rechazo de las otras dos actrices. Eso permitió invertir menos dinero al usar a un reparto de menor clase, no por ello poco atractivo, con Anne Shirley, Ruby Keeler y la oscarizada Fay Bainter encabezándolo; y la dirige Rowland Lee, cineasta artesano que en el transcurso de su larga carrera no consiguió trascender los límites impuestos por la política de los grandes y medianos estudios respecto de lo que se consideraba serie "B".

Queda claro el tono del film desde ese primer momento en que vemos a John Carey regresando de la guerra y siendo recibido por su prole familiar, formada por una esposa cariñosa y cuatro hijos obedientes y lustrosos, dos chicas (Nancy, Katherine), un chico (Gilbert) y un niño, Peter, interpretado por Donnie Dunagan y al que la cámara decide prestar innecesariamente (en aquella época resultaría tierno, me imagino) demasiada atención, provocando así la irritación máxima del espectador, e incluso su ira. Podemos deleitarnos con las dulces interacciones de este cuadro familiar "snob" y maravilloso.
Mojigatería americana de los tiempos de la censura en Hollywood, la actitud biempensante y la armonía familiar en todo su esplendor. Incluso cuando el núcleo es sacudido por la tragedia, con la marcha del padre otra vez a la guerra y la posibilidad de no regresar jamás, el guión puede que se conceda unos minutos dramáticos, pero instantáneamente regresa a sus lindes cálidos, manteniendo los Carey, pese a los problemas de futuro y de pobreza que se les presentan, el optimismo por bandera en su deambular, cambiando el escenario a una vivienda soñada en la que poder empezar una nueva vida.

Detalles como éstos hacen que "Mother Carey’s Chickens" no figure en la nómina de los grandes films de su época, pero eso no le resta valor como documento sociológico propio del momento en que fue realizado: los años del New Deal y los hercúleos intentos por superar los efectos de la Gran Depresión, los cuales trajeron consigo una nueva mentalidad colectiva orientada hacia el sacrificio y la utilidad personal que, por supuesto, se vio reflejada en el cine. No estamos desde luego ante una propuesta tan eficaz como las que realizaron durante ese periodo Capra, Borzage o Stahl.
Estos maestros supieron de mejor manera plasmar en sus trabajos la irrupción de esa nueva manera de pensar, pero no significa que, dentro de sus limitaciones, el largometraje de Lee no contenga elementos valiosos, entre los que destaca un guión en el que se refleja con claridad y precisión las aspiraciones de sus múltiples protagonistas, y en donde se presta una especial atención a los matices del comportamiento femenino, además de a elementos tan agradecidos como la lucha por la supervivencia cotidiana, el conflicto generacional, los romances adolescentes y la dureza, a veces no exenta de satisfacciones, del despertar a la edad adulta.

De ahí que a veces los códigos más conocidos del melodrama familiar se lleven a terrenos muy dóciles y ligeros, con el amor planteado entre las dos hermanas por un joven abogado (Ralph) que sorprendentemente no hace estallar una situación de rencor y odio o al menos de celos como pide a gritos el argumento, pues el amor entre miembros de la misma sangre impide, claro, llegar a estos extremos (es lógico, por tanto, que en futuros melodramas dichas conductas, tan hipócritas, sean objeto de mofa o castigo). Destaca sobre todo la confabulación de los Carey en el último acto para echar al par de repelentes propietarios, los Fuller, que se empeñan en afincarse allí.
A pesar de tratarse todo de una farsa con logrado tono cómico, Lee, que ya había dirigido eficaces "thrillers", demuestra capacidad para modelar atmósferas inquietantes, de puro misterio, sirviéndose de los escenarios claustrofóbicos y los elementos naturales para causar la irrupción de lo sobrenatural, algo que iría a dejar claro más tarde con sus pequeñas incursiones en el horror. Y de broche de oro una preciosa secuencia con toda la familia cantando a coro por la victoria, el canto de los abandonados y degradados por la sociedad contra las injusticias de la misma; imagen perfecta, no se puede negar, de la ñoñería "hollywoodiense" post-código Hays.

Al final la obra, muy abocada al empacho sentimental, tuvo relativo éxito entre el público para suerte de RKO, y se agradecen las apariciones de grandes actores secundarios como Walter Brennan, Harvey Clark, Margaret Hamilton (la eterna Bruja Malvada del Oeste en "El Mago de Oz") y la mencionada Bainter.
Años después, Disney llevaría a la pantalla otra versión de la novela en clave de musical y con mayor exceso de azúcar, por lo que apartó más de la memoria de los espectadores ésta de Lee. Ahora se entiende la negativa de Hepburn.
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