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La piel de Venus (2013)

La piel de Venus
96 min.
6,8
10.120
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Sinopsis
Después de un día de audiciones a actrices para la obra que va a presentar, Thomas se lamenta de la mediocridad de las candidatas; ninguna tiene la talla necesaria para el papel principal. En ese momento llega Vanda, un torbellino de energía que encarna todo lo que Thomas detesta: es vulgar, atolondrada y no retrocedería ante nada para obtener el papel. Pero cuando Thomas la deja probar suerte, queda perplejo y cautivado por la metamorfosis que experimenta la mujer: comprende perfectamente el personaje y conoce el guión de memoria. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Drama Comedia negra Teatro
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
La vénus a la fourrure (Venus in Fur)
Duración
96 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Polonia;
Links
Premios
2013: Premios César: Mejor director. 7 nominaciones, incluyendo Mejor película
2013: Premios David di Donatello: Nominada a mejor película europea
2013: Festival de Cannes: Sección oficial largometrajes a concurso
9
De diosas y hombres
Si en su anterior largo -"Un dios salvaje"- Polanski mostrara absoluta fidelidad a la obra teatral original pero añadiendo recursos cinematográficos y una sobresaliente dirección de actores mientras que encerraba a sus personajes en un único espacio escénico, aquí repite la fórmula aprovechando más si cabe los recursos del cine al prestarse mejor la escenografía a la búsqueda de la composición fotográfica, el posicionamiento de la cámara y los juegos de luces, sombras y colores.

No podía ser de otra forma la fidelidad cuando en ambos casos el guión viene también firmado por los propios autores de las obras teatrales: en la primera Yasmina Reza y en ésta David Ives; ambos entre los más cotizados autores de la dramaturgia contemporánea.

El peso principal de este filme recae sobre los dos únicos actores que llenan todo el metraje. Unos entregados Almaric y Seigner dan todo un recital interpretativo de principio a fin, siendo especialmente revulsiva quien en la vida real es pareja del director y a la que la obra parece ajustar como guante para su lucimiento. Una Emmanuelle que en sus inicios profesionales deslumbrara sobre todo por cómo la cámara parecía adorar su belleza -"Lunas de hiel" y "Frenético", ambas también de Polanski-; recientemente, tras papeles sobre todo secundarios y trabajos distanciados en el tiempo, ha resurgido para el mundo cinematográfico y lo ha hecho aunque envejecida con una madurez interpretativa destacable y un hálito de belleza impertérrito que parece grabado con parsimonia en cada arruga de su rostro hoy más expresivo que antaño.

La fuerza del argumento sin duda es mérito de David Ives, y la mano de Polanski tanto en el guión como tras la cámara no hace sino darnos una versión a la altura o mejor que la que triunfase ya en Broadway. Algo tiene que ver también la novela de Leopold von Sacher-Masoch que inspiró a Ives, así como buena cantidad de referencias artísticas y de la mitología a las que alude esta historia.

Estamos ante un brillante duelo de poderes donde se entrelazan sumisión, dominación, sadomasoquismo -más mental que físico-, machismo y misoginia, feminismo, sensualidad..., con las esencias de amores y odios entre el hombre y la mujer, y un desarrollo que se muestra como un juego psicológico en el que nada es lo que parece y camina hacia un desenlace inesperado.

Pero lo realmente significativo y que más originalidad aporta a la trama es el traspaso de la pared escénica, la mezcla del mundo de la representación de una obra durante su ensayo con el mundo real, la simbiosis que se produce entre ambos mundos paulatinamente encarnándose en la relación de los protagonistas hasta identificarse realidad y ficción, ficción y realidad. Incluso llegando un paso más allá en una escena final abierta a interpretación, a la que luego me referiré en zona "spoiler" para no desvelar aquí nada, pero donde bien podríamos decir que irrumpe de modo sobrecogedor el elemento fantástico. Entre hombre y mujer, entre diosas y hombres, 96 minutos que cuando menos te lo esperas han pasado y uno ni nota que todo ha sucedido en el mismo escenario con un par de actores.

"A mí, como a todas las diosas, me habéis transformado en una diablesa".
(Leopold von Sacher-Masoch, 1870)
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128 de 142 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Más Polanski que nunca
En esta película, Polanski ha dado una vuelta de tuerca más al polanskismo. La atmósfera ya definitivamente es su propia atmósfera. La sensación de claustrofobia se intensifica. Cuatro actores ya eran muchos, esta vez dos. No me extrañaría que la próxima película de Polanski (si la hay) sea con un solo actor metido en una caja, haciendo un monólogo.

Pero tiene derecho a hacerlo. Es el cine que le gusta, y hace bien, se lo puede permitir. Además, a sus seguidores nos gusta. Personalmente, disfruto con esas atmósferas, me gusta esa manera que tiene Polanski de indagar en las partes más recónditas del alma, en aquellos lugares en los que nadie indaga, en lo más retorcido de cada uno de nosotros.

Cuando voy a ver una película de Polanski me imagino lo que voy a ver. No espero que haya veinte protagonistas y cientos de extras, ni que habrá muchas escenas en exteriores. Espero ver una película de las suyas, con sus características, y eso es lo que debería esperar todo el mundo. Quien quiera otra cosa, que no vaya. Es como ir a un restaurante japonés y esperar que nos pongan torreznos de aperitivo. Digo esto porque me imagino que habrá gente que se aburrirá mucho viendo una película que se desarrolla enteramente en lo alto de un escenario de teatro, y en la que durante todo el metraje solo aparecen dos actores, que lo único que hacen es hablar. Amigos, es Polanski, es lo que hay, y la cartelera está llena de otro tipo de cine.

El tour de force al que Polanski somete a sus dos actores (Mathieu Amalric y Emmanuelle Seigner) obtiene un magnífico resultado ya que tanto uno como otra están sensacionales en sus respectivas interpretaciones. Polanski es un admirable director de actores, lo ha sido siempre, y en esta ocasión consigue sacar un rendimiento escandalosamente bueno de ambos. Yo le doy un gran mérito a Polanski, puesto que no considero a ninguno de los dos protagonistas de la película unos actores de gran talento. En este caso, a mi juicio, el mayor talento es de quien los dirige. Aunque, como es lógico, de donde no hay no se puede sacar, o sea que algo tienen, pero lograr que aflore y que den más de lo que tienen, eso es tarea del director. Y aquí, no hay duda, lo consigue.

Diría que Amalric incluso me recuerda al propio Polanski. Me parece como si hubiera pensado “voy a poner a alguien que me interprete a mi”. No se, igual es una tontería, pero no lo puedo evitar, me pasé toda la película pensando que Amalric se daba un aire a Polanski cuando era joven y que eso habría tenido algo que ver en su elección para el papel. Y, si tenemos en cuenta que la protagonista es su mujer…

Y, hablando de su mujer, Emmanuelle Seigner mantiene un nivel físico excelente. Parece mentira que tenga 47 años. La última vez que la vi, en la película “En la casa”, la encontré algo mayor y me dio pena porque la recordaba guapísima. En cambio, en esta película la he visto muy bien. Se mantiene en un envidiable estado para su edad. Parece mentira que después de tantos años que han pasado desde “Lunas de hiel” siga siendo una mujer deseable. Me siento identificado con ella.

La película es poco accesible. Muy poco. Requiere una gran complicidad por parte del espectador. Si logras meterte en ella, disfrutarás de esa especie de teatro postmoderno que Polanski plantea y quedarás atrapado en el morbo, en el ambiente oscuro y enfermizo que se va generando entre los actores. Por el contrario, si no logras conectar corres el riesgo de dormirte en la butaca. Además, el director complica las cosas continuamente para que sea más difícil de seguir. Exige un cierto nivel cultural en el espectador y encima hace que los actores hagan comentarios sobre el texto, que a menudo se confunden con el texto mismo, lo cual hace que el espectador se desconcierte, ya que lo normal es que los actores interpreten el texto y lo hagan suyo, en lugar de cuestionarlo. Y como a medida que la película avanza, la relación entre el director y la actriz se va intensificando, la interpretación de los respectivos papeles lleva a un paroxismo final en el que se diría que la propia obra de teatro termina por devorar a los intérpretes. Y, casi casi, también a los espectadores.

Me gustó la película, pero aviso que es muy difícil que guste al público medio. Pero yo disfruto con el maquiavelismo de Polanski y con su precisión detrás de la cámara, con su infinito talento. Esa cámara, con el maravilloso acompañamiento musical, que avanza por el boulevard parisino y termina introduciéndose en el teatro. La misma que termina saliendo de él, al final de la película. A muchos no les dirá nada, a mi me parece puro arte.

http://keizzine.wordpress.com/
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